López Obrador, a pesar de sí mismo
Es el personaje más creíble si encabeza una cruzada en contra de la corrupción
Durante la campaña presidencial del 2006, el cuartel de guerra de Andrés Manuel López Obrador juzgó que el dinero no alcanzaría para sostener el ritmo de campaña. Enterado del apuro, Hugo Chávez ofreció los recursos que fueran necesarios para asegurar el triunfo del tabasqueño. Andrés Manuel declinó el ofrecimiento.
AMLO en materia de austeridad es una ave rara entre la clase política
La anécdota la he escuchado de un par de sus más cercanos colaboradores, y supongo que con algunos matices debe de ser cierta. Y tampoco es de extrañar, por un lado, porque durante largos trechos de esa campaña AMLO estaba tan convencido de que su triunfo era inevitable que bien pudo juzgar innecesario deberle ese favor al presidente venezolano. Pero también tiene que ver con su actitud hacia el dinero. El señor puede tener muchos defectos, pero en materia de austeridad es una ave rara entre la clase política.
Y justamente allí reside su potencial de cara al 2018, pese a todo. Es el único personaje de la escena pública a quien el ciudadano de a pie podría creerle si encabeza una cruzada en contra de la corrupción. Y tal como están las cosas, ese será uno de los temas clave, si no es que el principal, en los próximos comicios.
La corrupción se ha convertido en la bestia negra del gobierno de Peña Nieto. Un cáncer que deslegitima las acciones de gobierno y cubre de un manto de sospecha toda declaración, intención o proyecto. En las encuestas sobre insatisfacción ciudadana disputa los primeros lugares a la inseguridad pública y a la situación económica. Y no olvidemos que fue la corrupción lo que movilizó a los guatemaltecos hace unas semanas y terminó deponiendo a su presidente.
si la próxima campaña presidencial se plantea en términos de una revolución moral, López Obrador llevará ventaja sobre cualquiera de sus rivales
En resumen, si la próxima campaña presidencial se plantea en términos de una revolución moral, López Obrador llevará ventaja sobre cualquiera de sus rivales. Si añadimos que, pese a todo, sigue siendo el candidato de los pobres en un país lleno de pobres, sus posibilidades son evidentes.
El problema de Andrés Manuel son sus antídotos. Y más allá de sus innumerables enemigos, que también pesan, destacaría cuatro:
Primero, él mismo. En ocasiones da la impresión de que AMLO se asegura de cumplir la profecía de ser víctima de la confabulación de sus enemigos. O hace muy poco para impedirlo. O quizá simplemente se deje llevar por su propio discurso. El hecho es que como gobernante de la ciudad de México se caracterizó por una administración eficaz, tolerante, imaginativa y dialogante. Fue capaz de convocar a Carlos Slim para la renovación del centro de la ciudad, o hacer el segundo piso del periférico contra viento y marea para beneficio de las clases medias y altas del sur del DF. Una tolerancia que lo abandonó como candidato y le generó enemigos a diestra y siniestra.
El segundo problema es la división de la izquierda. Si el voto se fragmenta entre el PRD y Morena podría no alcanzar frente a otros candidatos populares, lo cual nos lleva al tercer factor. En caso de llegar un candidato ciudadano a la boleta electoral, un Bronco a escala nacional, seguramente el político profesional que más votos perdería sería AMLO.
López Obrador no es un hombre viejo, o no tanto, pero sí es un hombre antiguo
Finalmente, está el tema de la agenda política. López Obrador no es un hombre viejo, o no tanto, pero sí es un hombre antiguo. Entre 2006 y 2018 hay un mundo de diferencia, y no sólo en términos del ciberespacio. Muchas reivindicaciones han cambiado. El mayor número de votantes, los veinteañeros, tenían entonces ocho o 12 años de edad. Hoy votarán pensando en su futuro; López Obrador tendrá que demostrar que no es un político obsesionado por el pasado. No son citas de Benito Juárez lo que los nuevos ciudadanos están esperando. El problema es que no está claro que él lo sepa.
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