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Desolación en el área devastada por un deslave de tierra en Guatemala

Las autoridades han confirmado 93 muertos y 400 desaparecidos en El Cambray II, la aldea sepultada por un alud la noche del jueves

Decenas de voluntarios aguardan su turno para poder ingresar al área devastada.
Decenas de voluntarios aguardan su turno para poder ingresar al área devastada. J. Elías T.

El número de muertos por el deslave que la noche del jueves sepultó la aldea El Cambray II de Santa Catarina Pinula, a 15 kilómetros de la capital de Guatemala, se eleva a 93, 17 de ellos sin identificar, informaron la mañana de este domingo las autoridades de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred).

De acuerdo a las autoridades, a lo largo de la jornada del sábado no se pudo rescatar a ningún sobreviviente. Por razones de seguridad, las actividades se suspendieron al filo de las 19.30 locales (03:30 del domingo en España) y se reanudaron el domingo al filo de las 06.00 de la mañana.

El ministro de Defensa, general William Mansilla, anunció que, por razones de seguridad, a partir de ahora no se permitirá el ingreso a la zona devastada, restringida a grupos de socorro.

“Después de remover cerca de 1.700 metros cúbicos de tierra, la zona se ha vuelto muy vulnerable, lo que constituye un grave riesgo para la integridad física de los rescatistas. Ante esa realidad, nos vemos en la obligación de prohibir el ingreso a la zona a toda persona que no esté acreditada como especialista de algún cuerpo de socorro”, dijo el ministro. “Cada minuto que pasa, ese riesgo es mayor”, subrayó.

El jefe de prensa del ayuntamiento de Santa Catarina Pinula, Henry Pocasangre, no quiso arriesgar una cifra en cuanto al número de desaparecidos, con el argumento de que muchos de quienes lograron sobrevivir al alud buscaron refugio en casas de parientes o amigos, o en refugios de iglesias al margen de los establecidos por las autoridades. “Les pido a estas personas que lo notifiquen al ayuntamiento, para borrarlos de esas listas”, dijo Pocasangre, aunque señaló que la cifra de personas reclamadas por sus familias y que no han sido localizadas se eleva “a unos 300”.

El dolor de la catástrofe

Descartamos la posibilidad de encontrar personas con vida, pero seguiremos trabajando con la confianza de encontrar alguna" Sergio Cabañas, Conred

Una mujer con la mirada perdida, sentada en el atrio del templo católico de esta población, musita lo que puede ser una plegaria. Sus ojos reflejan dolor, cansancio y falta de sueño. Pareciera que la esperanza por encontrar a dos de sus hijas y siete nietos, sepultados bajo toneladas de piedra y lodo, es el único hilo que la mantiene en este mundo. Una luz que se debilita con el paso de las horas.

A pocos metros del lugar, Josué Chacón, de 18 años sostiene a un bebé en brazos. Se acerca al periodista para preguntar si tiene algún listado de sobrevivientes o de cadáveres rescatados en las últimas horas. “La policía no nos deja llegar a la aldea para saber cómo quedó la casa de mi suegra y mi cuñada. Solo nos han dicho que está bajo tierra”, comenta en tono de queja. Agrega que su suegra tiene 36 años y su cuñada 10 y su mujer está devastada, con apenas fuerzas para atender al bebé de ambos. “Mi mujer está viva porque desde la boda se vino a vivir a mi casa del pueblo”, concluye.

En el centro de la población, el ayuntamiento ha implementado un refugio donde algunos de los sobrevivientes han pasado la noche. Amén de una cama y mantas, han recibido alimentos y asistencia médica y psicológica. Para los más pequeños, unos mimos tratan de entretenerlos. Hugo Recinos, director de Desarrollo Social de la municipalidad local, cuenta que en el albergue se atiende a 141 personas y podrían atender a más sobrevivientes que lo requieran.

Entre los refugiados, Matilde Raymundo, sostiene en brazos a un bebé mientras que dos de sus seis hijos se entretienen con juguetes. Cuenta que su familia logró sobrevivir, pero seis de los familiares inmediatos de su esposo, permanecen desaparecidos. “Se quedaron enterrados. No han sacado a ningún cuerpo, aunque mantengo fe en Dios que serán rescatados con vida”.

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