Los laboristas prometen revisar las funciones del Banco de Inglaterra
McDonnell, portavoz de Economía, nombra un comité asesor con importantes economistas
El arranque del discurso de John McDonnell, portavoz de Economía de la oposición británica y mano derecha (con perdón) de Jeremy Corbyn, ilustra la disposición con la que el equipo del nuevo líder laborista afronta el Congreso anual de un partido dramáticamente dividido en torno a la nueva dirección que se dispone a tomar. “A quienes me han oído en otras ocasiones, les adelanto que este no será mi habitual estilo de bronca, que a menudo me ocasiona problemas. Le he prometido a Jeremy que me portaría bien”, ha advertido el veterano socialista desde el escenario del centro de convenciones de Brighton.
McDonnell ha asegurado que el laborista es “el único partido antiausteridad”. “La austeridad no es una necesidad económica”, ha dicho, “sino una elección política”. Y se ha comprometido a combatirla sin recurrir al endeudamiento, rechazando la acusación de que los laboristas son “negadores del déficit”. “Planteamos una alternativa basada en acabar con los beneficios fiscales a los más ricos y combatir la evasión fiscal”, ha asegurado. El Partido Laborista “obligará a gente como Starbucks, Vodafone, Amazon, Google y todos los demás a pagar su porción justa de impuestos”
El portavoz de Economía ha anunciado que, si llegan al poder, los laboristas emprenderán una revisión de las principales instituciones encargadas de gestionar la economía británica. Incluido el Banco de Inglaterra. “Garantizaremos su independencia”, ha asegurado. “Pero creemos que es hora de abrir un debate sobre su mandato, establecido por el Parlamento hace 18 años, que se centra en la inflación. Lanzaremos un debate sobre la ampliación de su mandato para que incluya nuevos objetivos, como el crecimiento el empleo y los salarios”. También serán objeto de revisión los ministerios del Tesoro y de Hacienda, para asegurarse de que son capaces de combatir la evasión fiscal.
El nombramiento en Economía de McDonnell, el diputado que dirigió la campaña de Corbyn, fue mal recibido por los escépticos con el nuevo líder. Colocar en el puesto más importante del llamado Gobierno en la sombra a un perfil considerado más radical aún que el del propio Corbyn, a alguien que declaró que entre sus hobbies estaba el “derrocamiento del capitalismo”, no parecía precisamente un gesto en la dirección de ese partido inclusivo que prometía el nuevo líder. McDonnell, que fue responsable de las finanzas de Londres bajo la alcaldía de Ken Livingstone, ya ha pedido disculpas públicamente, “desde el fondo de su corazón”, por unas declaraciones pronunciadas en 2003 en las que había que honrar a los miembros del IRA porque sus bombas habían llevado al Gobierno británico a la mesa de negociación.
Por la mañana, en una entrevista radiofónica, el exsindicalista había caldeado el ambiente de cara a su discurso al anunciar que “Marx vuelve a estar de moda”. “Si se fija en la mayoría de las instituciones que enseñan economía hoy en día, Marx vuelve a estar de moda porque la gente ha vuelto a sus análisis sobre cómo funciona el sistema”, explicó McDonnell.
Pero la misión de McDonnell este mediodía era tranquilizar. No asustar. Tratar de convencer, al menos a su propio partido, de que se puede confiar en el nuevo equipo para gestionar la economía. “Nuestro radicalismo”, ha reconocido McDonnell, “viene con una carga”. “Necesitamos demostrar a los británico que podemos gestionar la economía mejor que la rica élite que le gestiona ahora”, ha dicho. “Por eso hoy he nombrado un comité económico asesor con algunos de los principales pensadores económicos del mundo”. Dicho comité incluye al premio Nobel estadounidense Joseph Stiglitz; al francés Thomas Piketty, autor del best seller El capital en el siglo XXI; la catedrática italoestadounidense Mariana Mazzucato; al catedrático de Oxford Simon Wren Lewis; a Ann Pettifor, de la City University londinense, y a David Blanchflower, exmiembro del comité monetario del Banco de Inglaterra.
A aquellos diputados laboristas que se negaron a trabajar en el equipo de Corbyn, les ha pedido que regresen y “que ayuden a que el proyecto sea un éxito”. Les ha ofrecido la oportunidad de debatir en libertad. El partido, ha dicho, solo apoyará un impuesto sobre las transacciones financieras en la City si lo adoptan otros países.
“No debemos confundir la democracia con la desunión”, ha advertido. “Esta es la nueva política, algunos no comprenden aún su potencial. Como socialistas, desplegaremos nuestra competencia con compasión. Somos idealistas, pero el nuestro es un idealismo pragmático para hacer las cosas, para transformar nuestra sociedad. Nos inspira la creencia y la esperanza de que otro mundo es posible. Y esta es nuestra oportunidad de demostrarlo”.
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