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“No quiero gastar mucho”, advirtió el Papa al vendedor de gafas

El Papa estuvo el jueves unos 40 minutos en una céntrica óptica

El Papa se prueba unas gafas en una óptica en Roma.
El Papa se prueba unas gafas en una óptica en Roma.Daniel Soehne (AP)

“El santo padre llegará a su óptica entre las siete y las siete y cinco”. Gracias a estas pocas palabras transmitidas en una llamada telefónica procedente de la Ciudad del Vaticano, Alessandro y Luca Spiezia se enteraron de que vivirían una tarde poco convencional. Regentan una óptica que lleva su apellido, Spiezia, inaugurada hace 49 años en la calle del Babuino, en el corazón de Roma. Este jueves el Papa Francisco acudió a la tienda para renovar sus gafas.

“Habíamos quedado en ir al Vaticano, pero nos llamó monseñor Guillermo Karcher [el maestro de ceremonias pontificio] y nos comunicó que el santo padre había cambiado de idea y que lo esperásemos en nuestra tienda”, explica por teléfono Luca, hijo de Alessandro.

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Y, en efecto, a las siete en punto un coche paró frente a la óptica. “Ha entrado en la tienda como un cliente cualquiera, sin escolta, solo le acompañaba un hombre. Al principio todo fue normal, los transeúntes que miraban a través del escaparate y le veían no se lo creían, no les parecía posible que estuviese ahí el Papa. Pero poco a poco se enteraron de que era él de verdad: en cinco minutos se habían aglutinado al menos 50 personas”, detalla todavía emocionado Spiezia.

El Papa, que escogió esa óptica siguiendo el consejo tanto de su oculista como de monseñor Karcher, se hizo una revisión de la vista y probó varias monturas, aunque acabó cambiando solo los cristales. “No quiero gastar mucho”, aclaró.

La visita duró unos 40 minutos. “Pero me pareció un tiempo interminable… Es un hombre con un trato muy amable y hace todo lo posible para que te sientas cómodo, ¡pero es el Papa, hombre!”, exclama el óptico. “Le pedí que bendijera la foto de mis hijos. Anoche dormí una hora, aún estoy soltando la emoción”, confiesa.

Antes de irse, mientras abría la puerta del establecimiento, Francisco se dio la vuelta y dijo: “Cuando estén listas las gafas mandadme la factura, por favor. Quiero pagaros lo que os debo, o no voy a volver”.

Monseñor Karcher llamó a la tienda tras la visita: “Nos dijo que se trata de un evento histórico, casi nunca un pontífice ha salido por las calles de Roma para ir a una tienda. Se lo contaré a mis nietos”, bromea Spiezia.

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