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El cazador de Cecil asegura que no sabía que hacía algo “ilegal”

“No tenía ni idea de que el león que maté era un animal favorito local", dice el dentista Walter James Palmer

Silvia Ayuso

Pocas horas después de haber sido identificado públicamente desde Zimbabue como el responsable de la lenta muerte del león Cecil a las afueras del parque nacional de Hwange, el estadounidense Walter James Palmer, cuya identidad fue desvelada por EL PAÍS, reconoció este martes los hechos, pero afirmó que creía que era una caza “legal” y dijo que “lamenta profundamente” el caso.

“No tenía ni idea de que el león que maté era un animal favorito local, que tenía un collar de seguimiento y que formaba parte de un estudio”, aseguró el dentista de Bloomington, Minneapolis, en un comunicado reproducido por el diario local Star Tribune.

Según su versión, para el viaje que emprendió a comienzos de julio para realizar caza mayor con arco empleó los servicios de “varios guías profesionales” que habrían obtenido “todos los permisos adecuados” para este tipo de cacería. “Hasta donde sé, todo en este viaje era legal y fue realizado de manera adecuada”, agregó en su declaración.

“Lamento profundamente que el realizar una actividad que amo y llevo a cabo de manera responsable y legal haya resultado en la muerte de este león”, insistió el cazador, que en el pasado ha tenido problemas legales en EE UU por su afición a la caza mayor.

De hecho, en 2008 Palmer mintió sobre la matanza de un oso negro durante una cacería guiada en Wisconsin, un caso que podría guardar paralelismos con la muerte del popular león africano. El dentista y cazador aficionado, de 55 años, se declaró en esa ocasión culpable por cargos de caza furtiva tras  haber hecho una declaración falsa ante las autoridades locales porque, aunque tenía permiso para cazar al oso, lo hizo en un lugar fuera de la zona autorizada y luego intentó registrar la presa en un área donde su caza era legal. Fue condenado a un año de libertad condicional y a pagar una multa de 3.000 dólares. Además, la justicia le autorizó entonces a usar el arco -la misma arma empleada ahora para matar a Cecil- solo con fines deportivos.

En su declaración sobre Cecil, Palmer no hace referencia alguna al presunto pago de 50.000 dólares para cazar al popular león, que agonizó durante 40 horas por el primer disparo, antes de ser rematado, decapitado y despellejado. Tampoco especifica qué ha pasado con los restos de su presa, aunque según las autoridades de Zimbabue estos estarían todavía en el país africano. Lo que sí aseguró Palmer es que hasta el momento no ha sido contactado ni por las autoridades de Zimbabue ni por las estadounidenses “por esta situación”, aunque dijo estar dispuesto a “asistirles en cualquier investigación que puedan abrir”.

Son sin embargo los detalles que no comenta en su declaración los que podrían resultar cruciales a la hora de conocer las eventuales consecuencias legales que entraña para el estadounidense la muerte de Cecil. Si se llegaran a considerar los 50.000 dólares como un soborno a los guías y otros responsables de preparar su viaje, Palmer podría ser juzgado en EE UU por violación de la Ley de Viajes, ya que se contempla como delito el soborno en el extranjero para cometer una actividad ilegal.

Además, las autoridades de Zimbabue ya han adelantado que buscan al cazador.

Según dijo la portavoz de la policía de Zimbabue, Charity Charamba, Palmer podría ser acusado en el país africano por practicar la caza furtiva, informa la agencia AP. Estos son los mismos cargos por los que deberán comparecer ante un tribunal local este miércoles dos de los profesionales que el dentista contrató para su cacería.

Se trata del cazador profesional Theo Bronchorst, a quien ya le ha sido suspendida la licencia de caza, y del dueño de las tierras donde fue abatido Cecil, Trymore Ndlovu, según revelaron la Oficina de Parques y Vida Salvaje de Zimbabue y la Asociación de Operadores de Safari de ese país. Ambos afrontan cargos criminales por la muerte del león, de acuerdo con un comunicado conjunto, en el que se indica que también se está buscando para ser interrogado a otro de los cazadores empleados por Palmer, Zane Bronkhorst.

La Oficina de Parques es la que emite permisos de caza y cuotas para todas las zonas de caza del país para controlar el número de animales abatidos. En el caso de Cecil, asegura que “ni el cazador profesional ni el dueño de la tierra tenían ni el permiso ni la cuota que justificara el abatimiento del león”. Por ello, agregó, ambos “son susceptibles de ser acusados de caza ilegal”.

Los restos de Cecil han sido “confiscados”, agregó, indicando que al menos Palmer no pudo llevarse consigo como “trofeo” al animal que seguramente le ha borrado de la cara la sonrisa que profesionalmente se dedica a cuidar en sus pacientes en Minneapolis.

Nada más ser identificado Palmer como el responsable de la lenta muerte del popular león, el dentista fue sometido a abrumadoras críticas en las redes sociales que le llevaron a cerrar su clínica tanto física como virtualmente. El consultorio médico fue clausurado de forma abrupta este martes -la prensa local relataba la sorpresa de algunos clientes que se encontraron las puertas cerradas a pesar de que tenían una cita- y nadie respondía al teléfono, cuyo número fue distribuido por grupos creados para “avergonzar” a Palmer en redes como Twitter y Facebook. En vista de que las páginas web de la clínica también fueron cerradas, muchos de los internautas indignados con la muerte de Cecil usaron webs alternativas como la página de recomendaciones Yelp para escribir denuncias y hasta amenazas contra el vilipendiado dentista.

Mientras, la clínica de Palmer empezaba a convertirse en un memorial a Cecil con flores y peluches de animales salvajes como los que el dentista y cazador aficionado gusta abatir, colocados frente a sus cerradas puertas, destacaron algunos reporteros locales.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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