_
_
_
_

México busca recomponer su relación con Texas

El canciller mexicano, José Antonio Meade, finalizó el viernes una gira de dos días por el Estado, donde visitó Austin y Dallas

El canciller mexicano, Antonio Meade en Dallas.
El canciller mexicano, Antonio Meade en Dallas.Notimex

El Gobierno de México está poniendo todo su peso diplomático para abrir las puertas en su relación con el Estado de Texas. Un esfuerzo claro para sobreponerse a las heridas que dejó la batalla medial entre el exgobernador Rick Perry y el presidente, Enrique Peña Nieto. El canciller mexicano, José Antonio Meade, finalizó este viernes una gira de dos días por el Estado, donde visitó Austin y Dallas y fue recibido por el gobernador Greg Abbott en su mansión.

Más información
El envío de la Guardia Nacional de Texas a la frontera causa el rechazo de México
México lamenta la ejecución y recuerda que viola los tratados internacionales
Crece la tensión entre Peña Nieto y Perry por la seguridad en la frontera
México y Texas agudizan su enfrentamiento por la frontera

El Gobierno de México anunció la visita en el marco de “revitalizar el diálogo político y fortalecer los vínculos comerciales, económicos y culturales”. Meade incluso publicó una columna en el periódico Dallas Morning News, donde aseguró que México y Texas son viejos amigos que necesitan una nueva asociación estratégica.

“Compartimos 33 puertos de entrada. Un diálogo abierto y constructivo es la manera más efectiva de mejorar la seguridad bilateral, impulsar la competitividad y construir interacciones fructíferas. Ese no siempre ha sido el caso en los últimos años”, dice la columna.

Ciertamente no lo ha sido. En 2014 en plena crisis humanitaria, cuando niños centroamericanos indocumentados y familias cruzaban la frontera de Texas, Perry anunció el despliegue de la Guardia Nacional y Peña Nieto calificó la movida como “desagradable y condenable”.

Perry respondió con una carta donde dijo que los problemas de Texas eran “parcialmente consecuencia del fracaso del Gobierno mexicano para asegurar la frontera sur de la inmigración ilegal de niños no acompañados y otros individuos de América Central, además del despliegue adecuado de recursos para controlar el elemento criminal en México”. El exgobernador comentó que la violencia de los carteles tenía invadida a la frontera e invitó a Peña Nieto a visitar Texas para que viera el trabajo de la Guardia Nacional, lo que evidentemente nunca se concretó.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

A nivel público la pelea quedó ahí, pero en privado quedó un sabor amargo en la diplomacia bilateral, que Meade intenta ahora recomponer. La estrategia mexicana quiere abarcar la mayor influencia posible, además de Abbott, el canciller se reunió con legisladores estatales, donde insistió en medidas para facilitar los flujos de bienes y personas en la frontera.

“Creo que es un intento unilateral de hacer un llamado al Gobierno texano. Sin embargo, por ahora es unilateral y no sirve de nada montar una campaña de acercamiento cuando la otra parte no incorpora en el discurso la moderación de tono y cambios concretos”, aseguró la académica Guadalupe Correa-Cabrera, directora del Departamento de Gobierno en la Universidad de Texas en Brownsville.

“Hasta este momento ha resultado muy fácil para el poder ejecutivo texano seguir con la misma actitud de Perry hacia México. A pesar de su importancia, sigue siendo un país dispensable. El terreno político electoral en Texas no es fértil para una buena relación”, comentó Tony Payan, director del Centro México en la Universidad de Rice.

Abbott respondió a la visita de Meade con palabras diplomáticas y dijo que esperaba colaborar con las autoridades mexicanas para profundizar su larga asociación. Insistió en “mejorar las relaciones bilaterales para tener una relación más positiva y productiva con México”.

Pero las palabras del gobernador están lejos de los hechos, sobre todo considerando que en junio promulgó la ley HB11 que destina 300 millones de dólares adicionales para aumentar la seguridad en la frontera y facilitar la contratación de nuevas tropas para vigilar el área. También permitió la continuación de las operaciones de la Guardia Nacional hasta que se contrate y entrene más de 250 agentes que serán colocados de forma permanente en la frontera.

México incluso emitió una declaración donde lamentó la promulgación de HB11 e indicó que fomentaba la división de las sociedades y se oponía a los valores de la relación bilateral. Detrás de las declaraciones de Los Pinos están los números. México incrementó en un 76% de las deportaciones de centroamericanos en el último año. En 2014 registró más de 12,000, mientras en enero de 2015 la cifra llegó a 21,000.

Esto no parece impresionar al liderazgo político texano. “Hasta el momento el gobierno mexicano ha demostrado una hiperactividad diplomática pero realmente con pocos cambios. En el caso de Texas los resultados no pueden esperar, es una relación muy importante y gran parte de las inversiones futuras en México, sobre todo en el sector energético, tendrán que venir de Texas”, insistió Payan.

El año pasado las exportaciones de Texas a México ascendieron a 100 mil millones de dólares. El comercio bilateral llegó a 192 mil millones de dólares. Según cifras del censo estadounidense en Texas viven 7,9 millones de mexicanos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_