Estados Unidos e Irán ultiman el acuerdo nuclear
Fuentes diplomáticas apuntan que el anuncio oficial se producirá este lunes
Tras más de dos semanas de negociaciones, las potencias mundiales e Irán están más cerca que nunca de una decisión sobre el programa nuclear iraní. Uno de los últimos obstáculos era el embargo al comercio de armas y la tecnología para misiles. Los negociadores tienen dos opciones: la más probable, aceptar un documento que temporalmente frene el acceso de Irán a la bomba nuclear a cambio de levantar las sanciones; o renunciar al pacto y arriesgarse a una escalada. En Viena todo está listo para el acuerdo.
“Creo que llega el momento de tomar algunas decisiones reales”, dijo a la prensa John Kerry, secretario de Estado de EE UU. Kerry, que es católico, asistió al inicio de la jornada a una misa en latín en la catedral de San Esteban. Un alto funcionario del Departamento de Estado avisó de que quedaban “temas importantes por resolver”.
“Un acuerdo está a nuestro alcance. A estas alturas solo requiere voluntad política”, escribió en la red social Twitter —plataforma privilegiada durante estas negociaciones— Alireza Miryousefi, portavoz de la delegación iraní. En Viena, el jefe de la diplomacia iraní, Javad Zarif, ha frecuentado la mezquita del Centro Islámico Imán Alí.
El documento final —cien páginas— está redactado. Faltan retoques, y no son mínimos. En las últimas reuniones ya no hay margen para dar marcha atrás, y a veces este es el momento de los compromisos más dolorosos, los compromisos irreversibles. Algunas fuentes diplomáticas calculaban la noche de este domingo que el anuncio oficial se producirá mañana lunes. En Teherán, en Viena y en Washington se ultimaban los preparativos para un pacto que pone fin a 35 años de enfrentamiento entre EE UU e Irán y rompe los equilibrios geoestratégicos en Oriente Próximo.
El objetivo en Viena es poner negro sobre blanco el acuerdo de principios que el grupo conocido como P5+1 (EE UU, China, Rusia, Gran Bretaña, Francia, Alemania y la UE) alcanzaron en abril en Lausana. El plazo inicial para concluir el trabajo era el 30 de junio. El plazo se ha incumplido tres veces.
La nueva fecha límite es este lunes y ahora parece que los negociadores —exhaustos tras casi dos años negociando en varias capitales— quieren cerrar el trato.
La ronda negociadora de Viena arrancó el último fin de semana de junio. Al principio se centró, entre otros aspectos, en el ritmo del levantamiento de las sanciones a Irán y su sincronización con el cumplimiento, por parte de Teherán, de los compromisos para reducir sus actividades nucleares. Otro motivo de discrepancia fue el acceso de los inspectores internacionales a centros militares de Irán. Los inspectores se encargarán de velar por el cumplimiento del acuerdo y asegurarse de que los iraníes no desarrollan una bomba en secreto.
Embargo de armas
El contencioso nuclear data de principios de la década pasada, cuando las revelaciones sobre el programa iraní despertaron el temor a que este país intentara hacerse con una bomba atómica. Irán niega que esta sea su intención. EE UU y sus aliados consideran que un Irán dotado de una bomba nuclear desestabilizaría la región.
Las sanciones que la ONU, por un lado, y EE UU y la Unión Europea impusieron a Irán a partir de 2006 han dañado la economía iraní. Al mismo tiempo, la invasión estadounidense de Irak en 2003 dejó vía libre a Irán para aumentar su influencia en este país y en la región.
En Viena ha surgido un escollo inesperado: el embargo del Consejo de Seguridad de la ONU al comercio de armamento convencional, no nuclear, con Irán, y a la transferencia de tecnología para misiles. Irán, con el apoyo de Rusia, defiende que el embargo se levante al mismo tiempo que el resto de sanciones económicas relacionadas con el programa nuclear. Sostiene que es injusto mantener un castigo que le sitúa en desventaja con el resto de países que poseen este tipo de armamento.
EE UU teme que Irán amenace a sus vecinos y envíe armas a Siria o a grupos terroristas en la región. El fin del embargo a las armas y misiles preocupa al Congreso de EE UU y a sus aliados en Oriente Próximo, Israel y Arabia Saudí.
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