Kerry rechaza la acusación de ceder ante Teherán
Obama da instrucciones a sus negociadores mientras el pulso de Viena se acerca a un nuevo plazo
Nada irrita tanto al secretario de Estado, John Kerry, como la insinuación de que el afán por pactar a cualquier precio con Irán lo está llevando a hacer concesiones perjudiciales para los intereses de Estados Unidos. Los republicanos, y algunos demócratas, acusan a la Administración Obama de legitimar a un país enemigo. El acuerdo debe impedir el acceso de los iraníes a la bomba nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones que ahogan su economía.
“Cuando la gente dice que tenemos prisa por alcanzar un acuerdo, me parece bastante insultante”, dijo a la prensa un miembro del equipo negociador de EE UU. Los negociadores llevan 13 días encerrados en el Palais Coburg, un palacete en el centro de la vieja capital imperial. Han incumplido dos plazos que ellos se habían fijado: el 30 de junio y el 7 de julio. El nuevo plazo, provisional como los anteriores, es este jueves, 9 de julio.
La jornada ha empezado con una reunión de las cinco potencias del Consejo de Seguridad de la ONU más la Unión Europea con el objetivo de afinar posiciones ante el plazo, fijado por el Congreso de EE UU, de esta medioanoche, hora de Washington. En Viena son seis horas más, con lo que la negociación podría prolongarse hasta la madrugada del viernes, hora europea.
El presidente Barack Obama habló por videoconferencia con Kerry y su equipo para "darles orientaciones" sobre el esfuerzo final, según un comunicado de la Casa Blanca. Algunos negociadores y miembros de las delegaciones expresaron a la prensa la esperanza de que el jueves sea el día final. Otros no descartaron que el diálogo prosiga hasta el fin de semana. Los ministros francés, alemán y británico han regresado o prevén regresar en las próximas hora a Viena.
“Mascarada diplomática”
“Nos jugamos demasiado para que esta mascarada diplomática continúe”, dijo en un comunicado el senador republicano y aspirante a la Casa Blanca Marco Rubio. Para los críticos más feroces de demócrata Obama, la repetida prolongación de las negociaciones es la prueba definitiva de que Obama y Kerry buscan el acuerdo desesperadamente.
Circula una caricatura del secretario Kerry que lo dibuja como un político al fin de su carrera, un hombre que intentó ser presidente sin éxito, un secretario de Estado que sueña con rubricar su trayectoria pactando con un país que durante tres décadas ha sido adversario de EE UU. Para pasar a la historia, quizá para lograr el Nobel, Kerry estaría dispuesto a ceder en exigencias clave —como la capacidad de los inspectores de la ONU para visitar instalaciones militares iraníes—. Esta línea de acusación llega a sostener que el acuerdo, digan lo que digan Obama y Kerry, permitirá a Irán fabricar la bomba.
Algunas críticas van más allá de la caricatura. En junio, una veintena de personalidades de la diplomacia, el mundo académico y el militar —algunos, excolaboradores de Obama— publicaron una carta en la que, sin desautorizar el diálogo, prevenían de los riesgos. Lamentaban, por ejemplo, que EE UU hubiese reconocido el derecho de Irán a disponer de capacidades para enriquecer uranio, el combustible para fabricar la bomba, o que el diálogo obviase el apoyo de Teherán al terrorismo.
Después de Viena, comenzará otro debate en Washington. Si el texto se cierra el jueves, por ley el Congreso de EE UU tendrá 30 días para examinarlo. Si llega a partir de mañana, el margen se amplía 60 días, lo que dará tiempo a los críticos. Pero las posibilidades de que los congresistas aborten el acuerdo —un acuerdo que pone en juego en legado de Obama y los equilibrios geopolíticos de Oriente Próximo— son reducidas. A menos que sus detractores sumen dos tercios de votos, el presidente podrá vetar la ley que lo revoque. Obama confía en la victoria.
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