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El riesgo de colapso bancario deja Grecia en manos del BCE

Si la autoridad monetaria no eleva los fondos de emergencia, el sistema financiero griego puede declararse en bancarrota

Claudi Pérez
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, el jueves en Milán.
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, el jueves en Milán.MATTEO BAZZI (EFE)

Dos reuniones marcarán este lunes el futuro de Grecia en Europa: la cena entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, y unas horas antes la reunión del consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE). El riesgo de colapso de los bancos griegos deja el país en manos de Mario Draghi: si el BCE no eleva los fondos de emergencia, el sistema financiero puede declararse en bancarrota y llevar la crisis a un escenario catastrófico.

El BCE será clave en las próximas horas. El consejo de gobierno del banco central se reúne este lunes, según fuentes de Fráncfort, pero esperará a los resultados definitivos y a las primeras reacciones políticas para actuar. La gran obsesión de Fráncfort es no mancharse las manos metiéndose en política. Pero la decisión del lunes es eminentemente política: cortar el grifo o incluso mantener congeladas las líneas de liquidez de emergencia podría suponer el fin del sistema bancario griego, que dispone de menos de 1.000 millones —según la patronal bancaria— en efectivo a pesar del corralito de la última semana, con 60 euros por persona como límite diario. Si eso ocurre, a Draghi no le será fácil evitar que esa decisión se interprete como un castigo político.

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El no complica la posición del BCE. El reciente impago al FMI, el fin del segundo rescate y sobre todo las pobres perspectivas de un acuerdo pueden inclinar la balanza en favor de los halcones —la facción más ortodoxa, liderada por el Bundesbank—, que quieren cortar por lo sano con la banca griega desde hace meses. “Lo único que importa”, dijo el viernes el vicepresidente del BCE, Vitor Constancio, “son las posibilidades de acuerdo”. Con un no, esas posibilidades caen a plomo.

Pendiente de los países

Nadie espera grandes decisiones de Draghi hasta que el Eurogrupo y, sobre todo, los jefes de Estado y de Gobierno aclaren su postura. Pero en Fráncfort se da por hecho que una negativa pondría más presión para reducir los fondos de emergencia a los bancos, que están en las últimas, supondría un endurecimiento de los controles de capital, “e incluso un hachazo para los ahorradores, que pagarían parte de la necesaria recapitalización”, según Mujtaba Rahman, de Eurasia Group.

Si Grecia y Europa no se aproximan a toda velocidad a un acuerdo, el BCE tiene listos planes de emergencia para evitar el contagio, que incluyen una amplia gama de herramientas como líneas de crédito cruzado (swaps) con otros bancos centrales, ayudas a los bancos de los países más relacionados con Grecia y, sobre todo, la ampliación del programa de compra de deuda pública y privada (el quantitative easing).

El gran desafío es la quiebra de la banca griega, que condenaría al país entero y elevaría la probabilidad de salir del euro. Si el BCE corta el grifo, incluso si lo mantiene, la banca puede colapsar en unas horas. Necesitan recapitalizarse para reabrir y para ello hay básicamente dos opciones: dinero público europeo o dinero público griego. En el segundo caso, como Atenas no dispone de fondos, la opción de una moneda paralela gana peso. Y sin la ayuda del BCE gana enteros también un posible recorte a los depositantes, a la manera de Chipre. Todas las opciones están abiertas; casi ninguna es indolora.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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