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ENTREVISTA | ROSA MARÍA PAYÁ

“Estados Unidos está negociando con la casta cubana”

La opositora cubana, hija de Oswaldo Payá, señala las carencias del deshielo

La opositora cubana Rosa María Payá, ayer en Madrid.
La opositora cubana Rosa María Payá, ayer en Madrid.SANTIAGO BURGOS

A Rosa María Payá (enero de 1989, La Habana), hija del fallecido opositor cubano Oswaldo Payá y miembro del Movimiento Cristiano Liberación —que fundó su padre—, no le tiembla la voz al afirmar que el deshielo no va a acabar con “el embargo de las libertades” que el Ejecutivo cubano impone a sus habitantes. “Estados Unidos está conversando con el Gobierno y los que le rodean. Pero la sociedad civil queda fuera. Es un privilegio reservado para la casta cubana. Para el resto, la situación es de exclusión”, sentencia.

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Aunque ve con buenos ojos el avance en las relaciones de estos dos países —en sus propias palabras: “Cualquier intento de inclusión de Cuba por parte de la comunidad internacional está bien, siempre y cuando la inclusión sea de todo el estado cubano y no solo del Gobierno”—, Payá considera que el restablecimiento de las conversaciones otorga un “halo de legitimidad a un Gobierno que viola cada día los derechos de sus ciudadanos”, y defiende, vez tras otra, la necesidad de que este progreso conlleve un cambio para la sociedad: “La confrontación con Estados Unidos es la excusa que el Gobierno ha usado para justificar algunas de sus medidas represivas. Ahora la excusa ha caído pero la situación sigue igual, lo que demuestra que no era Estados Unidos lo que oprimía a los cubanos, sino el propio Gobierno”.

Entre los motivos por los que el gigante norteamericano debería, según Payá, defender “la apertura de Cuba a los propios cubanos” se encuentra el de ofrecer una seguridad jurídica a los empresarios que quieran embarcarse en nuevas actividades comerciales en la isla. “El totalitarismo es una amenaza tácita para ellos como puede serlo negociar con la mafia. No espero un altruismo de los inversores extranjeros, pero negociar sin las garantías de la democracia es aceptar las reglas del Gobierno cubano”, asegura esta joven de 26 años con unas tablas propias de un político que llevara ese mismo tiempo dando mítines frente a las cámaras.

Al hacer un paralelismo de ese “juego que sigue las normas del Gobierno cubano” con la actual situación del deshielo en la que Estados Unidos, pese a su exigencia inicial de asegurar los derechos de los cubanos, ha finalizado el embargo y sacado a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo sin un avance real en libertades para la sociedad, Payá afirma: “Es terrible cuando conversar pasa a ser más importante que el objetivo de las conversaciones. Cuando eso pasa, la impunidad es total y el Gobierno se siente libre para asesinar a un premio Sajarov y que no pase nada”. Se refiere a su padre, Oswaldo Payá, quien murió en 2012 en extrañas circunstancias en un accidente de tráfico. “Hablar de accidente es utilizar las palabras del Gobierno”, sostiene.

La crítica de Payá contra los Ejecutivos que prefieren “ignorar las violaciones de los derechos humanos” no se dirige tan solo al gigante norteamericano. La joven llega incluso a vincular “los 15 años de recesión que han experimentado las democracias de la región” con la dictadura cubana. “No digo que sea el único motivo, pero sí un denominador común. Y se puede observar en el silencio cómplice de la alta política latinoamericana con todos los crímenes de la región, ya no solo los de Cuba”, afirma.

El instrumento que el Movimiento Cristiano Liberación propone para conseguir ese avance en derechos e iniciar un proceso de transición democrática es hacer un plebiscito para preguntar a los ciudadanos de la isla si quieren participar en unas elecciones libres, en las que cualquier ciudadano pueda presentarse como candidato a la oposición, una plena cobertura mediática y, ante todo, “con garantías para los votantes de que no habrá consecuencias por parte del poder”.

Al situarse en ese escenario utópico, no puede sin embargo asegurar que el llevar a los cubanos a las urnas se vaya a traducir en el fin del mandato castrista. “Yo creo que si los cubanos pudieran votar, votarían por la libertad. Pero si no lo hacen, nosotros todo lo que podemos hacer es darles la herramienta. Los cubanos serán libres cuando quieran serlo”.

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