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Francia, el nexo de unión entre Alemania y Grecia

En el Eliseo se preparan para un resultado negativo en la consulta del domingo. "Si gana el 'no' las negociaciones serán mucho más dificiles", dice el primer ministro Valls

El presiente francés, François Hollande, ayer en el palacio presidencia en Cotonou.
El presiente francés, François Hollande, ayer en el palacio presidencia en Cotonou. ALAIN JOCARD (AFP)

Son las 10 de la noche del 26 de junio. François Hollande y Angela Merkel reciben una llamada de Alexis Tsipras. El primer ministro griego, que se dispone a arrojar una bomba, está muy tranquilo. Explica que no puede estar satisfecho con las propuestas de las instituciones europeas. Y que va a consultar al pueblo griego mediante referéndum. El presidente francés y la canciller alemana encajan el golpe. “¿Cuál será la pregunta?”, dice Hollande. Merkel añade: “¿Tú vas a recomendar que voten o no?”. Tsipras se mantiene inflexible: “Vuestras propuestas no son buenas para la economía griega. No voy a pedir que voten sí”.

Después de un fin de semana de negociaciones, el lunes, François Hollande convoca un Gabinete de crisis en el Elíseo, con el primer ministro Manuel Valls y los ministros interesados. Mientras Alemania, afectada por el anuncio repentino del referéndum, se muestra reacia a toda nueva negociación, el jefe de Estado francés asegura que todavía hay margen para pactar. Pero también da a entender que un no en el referéndum podría implicar la salida del euro. Durante la reunión a puerta cerrada, el ministro de Economía, Emmanuel Macron, propone viajar a Atenas para intentar arrancar un acuerdo. Hollande se opone. Cree que tratar de dar un golpe de efecto volando a socorrer a los griegos le quitaría a Francia su “posición de centro”.

Con Tsipras observado con desconfianza por la mayoría de los líderes europeos, Hollande hace de padrino

Esa es la postura que ha mantenido el presidente desde que llegó Syriza al poder: ser el nexo de unión entre Grecia y Alemania. Con Tsipras observado con desconfianza por la mayoría de los líderes europeos, Hollande hace de padrino. Entre finales de enero y principios de mayo, los dos han mantenido un mínimo de 11 entrevistas cara a cara. “Frente a la hostilidad y la desconfianza de los demás, el presidente no quería que se pudiera rechazar a un Gobierno por ser de izquierda radical”, explica un consejero del Elíseo. “Ha hecho que Tsipras entre en el juego y, al mismo tiempo, obliga a Merkel a dialogar”. El ministro de Finanzas, Michel Sapin, desempeña el mismo papel dentro del Eurogrupo entre Wolfgang Schäuble, el inflexible, y Yanis Varoufakis, el barroco. “Hay un reparto de papeles”, cuenta Sapin. “Cada uno puede tener una actitud diferente en función de la tendencia de la opinión y de la historia de nuestro país. en su país de la historia de nuestro país. Es más natural que Francia sea benévola con el país en el que nació la democracia”.

Esa posición de centro -"responsabilidad y solidaridad”, teorizan en el Elíseo- no es del gusto de todos en la oposición y en el propio Partido Socialista francés

Ahora bien, aunque Hollande se muestre abierto al diálogo, no tiene ninguna intención de formar frente común con el líder de Syriza para provocar un vuelco en Europa. Nada de contrariar a la señora Merkel, con la que las relaciones han mejorado desde que emprendieron acciones comunes en Ucrania. Tampoco quiere el presidente socialdemócrata ignorar las normas europeas. Pero esa posición de centro -"responsabilidad y solidaridad”, teorizan en el Elíseo- no es del gusto de todos, ni mucho menos. No lo es en la derecha, por supuesto. “Hollande no gestiona nada, no propone nada, no decide nada”, opina el ex ministro de Asuntos Europeos Bruno Le Maire, que destaca “los límites de la síntesis que pretende hacer” el presidente. También desde el ala izquierda del Partido Socialista le reprochan que no da suficiente respaldo al pueblo griego. “Hay que tomar partido”, insiste el eurodiputado Emmanuel Maurel. “Europa no puede ser un tribunal disciplinario al servicio del capital y de los viejos ahorradores alemanes”.

Pero lo que más pone de relieve los límites de la estrategia francesa es el fracaso de las negociaciones esta misma semana. El miércoles, poco antes de que Tsipras anunciara que mantenía la convocatoria del referéndum, Hollande vuelve a hacer un llamamiento a un acuerdo inmediato, pese a que Alemania se aferra a su postura. Irritado, el jefe de Estado alerta contra las “rupturas brutales”. Una postura testimonial, más que un enunciado performativo. Hollande no tiene ya los instrumentos necesarios para influir en la situación, y lo sabe. Cuando interviene desde Lyon, es consciente de que ya no es posible el diálogo entre Tsipras y Merkel, que han roto por la mañana. Su declaración voluntarista llega demasiado tarde. Desde enero no ha habido ni una sola ocasión en la que Hollande haya ejercido verdadero peso político para tratar de influir en Merkel, sino que más bien ha parecido a menudo muy próximo a ella. El primer secretario del PS, Jean-Christophe Cambadélis, le defiende: “Es la otra cara de esta estrategia: si queremos una Francia útil, no podemos tener una Francia superflua. París no ha buscado el golpe de efecto, sino acercar puntos de vista”.

Decir que Alemania ha hecho fracasar las negociaciones es falso y simplista” Manuel Valls

Algo que Francia ha intentado hasta el último instante. Cuando Hollande se entrevista con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Junker, el miércoles por la mañana, le exige que “haga todo lo posible para lograr un acuerdo”. Ese día, los griegos están dispuestos a firmar un paquete de reformas a cambio de un nuevo programa de ayuda y una discusión sobre la deuda. Dicen que aceptan anular el referéndum. “Pasamos mucho tiempo con la Comisión para dar con una solución y empujar a Tsipras a dar el paso”, explica un negociador francés. “Pero los alemanes no se atrevieron. Fue una decepción”. No obstante, el diplomático reconoce que era difícil seguir al primer ministro griego, a veces “exasperante”, con “sus idas y venidas”. “Decir que Alemania ha hecho fracasar las negociaciones es falso y simplista”, defiende ante Le Figaro Manuel Valls, que opina que Alexis Tsipras ha dejado a todo el mundo “a los pies de los caballos“ con su referéndum.

En el Ejecutivo se preparan ya para lo peor. El permitiría en acuerdo, pero dejaría a Tsipras en una situación difícil. Y a solo unos días del 20 de julio, fecha decisiva en la que acaba el plazo para que Grecia pague el dinero que debe al BCE, Europa no puede esperar una nueva convocatoria de elecciones. El no provocaría un endurecimiento europeo y abriría la puerta a la posible salida del euro. “Queremos que Grecia permanezca en la eurozona”, continúa Valls. “Pero si gana el no, no cabe duda de que las condiciones y las negociaciones serán mucho más difíciles”.

© Le Figaro

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

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