El juego griego
Alemania ha defendido los intereses colectivos contra quien actúa con oportunismo
La crisis abierta por Syriza ha sido comparada con el juego del gallina, incluso citando la peli Rebelde sin causa, donde Tsipras haría de James Dean desafiando a la troika a un reto mortal. Bien, pues no hay tal. Se supone que Varoufakis es experto en Teoría de Juegos, pero si ha entendido la pugna Grecia vs. UE como un chicken game ha cometido un error. No se trata de una interacción bilateral entre dos actores simétricos sino de otra multilateral y asimétrica entre un colectivo, la UE, y uno de sus miembros, Grecia. Por lo tanto, el enfrentamiento no debe analizarse como un dilema del gallina o de los prisioneros (juegos de 2 jugadores) sino como un dilema del gorrón (o free rider) entre N jugadores, donde el miembro dominante (Alemania) representa al grupo colectivo (porque sus intereses coinciden) y el miembro desafiante actúa como un gorrón o esquirol, al entender con oportunismo que puede ganar a costa de los demás.
Fue Mancur Olson, fundador del neoinstitucionalismo, quien definió el dilema del gorrón que amenaza con reducir a la impotencia a toda acción colectiva. Y para poder superarlo es preciso que alguien se erija en empresario político capaz de asumir la responsabilidad sobre el conjunto, encargándose de evitar el parasitismo (free riding) de sus miembros mediante la distribución de incentivos selectivos: zanahorias para quien coopere lealmente y palos a quien se vea tentado de aprovecharse de los demás. Pues de no haber un patrón como Merkel, capaz de premiar y castigar para hacerse respetar, la acción colectiva resulta inviable y el grupo se ve reducido a la impotencia.
Por tanto, si queremos contar una peli de buenos y malos, los peores villanos serían aquí Tsipras o Varoufakis, pues no han dudado en hundir por tercera vez al pueblo griego para chantajear al club que les venía financiando a fondo perdido. Así que menos cuentos.
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