Alex Schalck-Golodkowski, recaudador de la RDA
Su control del flujo de divisas le dio un poder inmenso en el país
Hasta la noche mágica del 9 de noviembre de 1989, cuando dos palabras lograron echar abajo el muro de Berlín, muy pocos habitantes de la República Democrática Alemana (RDA) sabían quién era Alexander Schalck-Golodkowski y solo un exquisito círculo de políticos, empresarios y comerciantes del odiado mundo capitalista conocían la verdadera importancia de uno de los personajes claves del mundo del socialismo real imperante en el país que existió en el mapa europeo 41 años.
Alex El Grande, como era llamado con respeto por sus colaboradores (medía 1,90 metros y pesaba más de 100 kilos), aunque ocupaba el importante cargo de secretario de Estado para la Coordinación del Comercio Exterior en su país y lucía el grado de coronel del servicio secreto, la temida Stasi, no era un hombre público y su vida transcurría en las sombras del poder y, más importante aún, en oficinas donde, mediante negocios no siempre lícitos, conseguía divisas para mantener con vida la deficitaria economía del país de obreros y campesinos.
De hecho, Schalck-Golodkowski, que murió el 21 de junio en su residencia bávara rodeado de su familia pocos días antes de cumplir 83 años, llegó a ser uno de los hombres más poderosos de su país, un hábil negociante que logró obtener más de 25.000 millones de marcos occidentales (unos 12.500 millones de euros) gracias al comercio con los bienes de la Iglesia, antigüedades obtenidas mediante chantajes y tráfico de armas, entre otros manejos.
Alex El Grande salió de las tinieblas y su nombre ocupó las primeras páginas de la prensa germana occidental cuando en 1983 logró convencer a Franz-Joseph Strauss, en aquella época jefe del Gobierno regional de Baviera y el más furioso anticomunista del país, para que concediera un préstamo de 1.000 millones de marcos a fin de evitar el colapso de la RDA. Su fama aumentó en los días posteriores a la caída del Muro cuando su nombre fue propuesto para ocupar el cargo de ministro presidente del país. Pero un largo reportaje publicado en Der Spiegel acabó con su nueva carrera. El artículo, publicado bajo un título sugerente (Fanático del secreto), relataba con lujo de detalles todos los negocios para captar divisas que había logrado realizar el coronel de la Stasi.
La leyenda relata que el entonces ministro del Interior, Wolfgang Schäuble, intentó sin éxito parar la publicación de la información utilizando un argumento que cayó en el vacío. “Lo necesitamos para el proceso de negociación interalemán”, dijo Schäuble al pedir que no se publicara el reportaje. “Su vida se volverá incómoda”, añadió cuando leyó el artículo en la revista. Fue entonces cuando Schalck-Golodkowski tomó una decisión que cambió su vida: huyó a Berlín Occidental y pidió protección a los enemigos de clase. En los años siguientes, el hombre que había alegrado la vida a la nomenclatura comunista y evitado en más de una ocasión el colapso de la RDA, contó casi todos sus secretos a sus anfitriones.
La justicia vencedora lo condenó en dos ocasiones a penas de cárcel en régimen de libertad condicional por tráfico de armas y de microchips. Pero al poco tiempo la vida le volvió a sonreír en el país unificado. El exrecaudador de divisas se convirtió en asesor de grandes empresas y en un importante confidente del servicio de inteligencia exterior alemán, el BND. Su nuevo apodo: Cenicienta.
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