Europa y la yihad “inevitable”
Francia es probablemente la diana preferida y más deseada de la yihad global
En las grandes ciudades francesas las papeleras son transparentes. Se puede observar lo que hay en su interior. No es un capricho estético, obedece a una necesidad para salvar las vidas de sus ciudadanos. En 1986 y nueve años después, en 1995, una oleada de atentados en París causaron 20 muertos y centenares de heridos, el más grave el perpetrado en el metro de Saint Michel, en pleno corazón de la ciudad. Francia no es un objetivo nuevo o caprichoso de la yihad global. Es probablemente la diana preferida y más deseada de los grupos salafistas que desde el nacimiento del Grupo Islámico Armado (GIA) eligió ese país como su capital europea.
Desde aquellas dos oleadas terroristas los franceses, gracias a sus servicios de información y a una importante dosis de suerte, se salvaron de nuevos zarpazos de la yihad. Los Renseignement Generaux, los servicios secretos que creó el mariscal Petain, evitaron varios atentados con coches bomba contra la embajada de EE UU en París y desactivaron otros planes de ataque en campos de fútbol y edificios oficiales. Pero la paz parece haber terminado. La semilla plantada por centenares de militantes del GIA residentes en ese país y extendida por “los hermanos” como una hidra venenosa por España, Italia y Alemania fructificó con consecuencias funestas. Primero Madrid, el 11 de marzo de 2004, luego Londres el 7 de julio de 2005.
Ahora, le ha tocado el turno a Francia, mientras en el resto de países europeos los responsables de su seguridad confiesan en privado que los atentados en sus territorios son cada día que pasa más que probables. La frase pública de sir Ian Blair, ex comisario de la Policía Metropolitana, a los londinenses afirmando sin complejos que el atentado en la City era “inevitable” se está convirtiendo en el mensaje preferido de los servicios secretos europeos a sus respectivos Gobiernos, incluido el español.
Nadie esperaba en Francia la aparición de Mohamed Merad, un lobo solitario que en 2012 asesinó en Toulouse a un profesor y a tres niños indefensos en un colegio judío. Sus asesinatos acabaron con la baraka (suerte) de la que habían gozado los servicios secretos franceses desde los atentados en las papeleras en los años ochenta. La matanza del pasado mes de enero contra la revista Charlie Hebdo perpetrada por una célula organizada como la de los hermanos Kouachi, entrenados y financiados por la rama yemení de Al Qaeda, sí se esperaba, pero no pudo evitarse.
Francia, un país amenazado por los hijos de la misma hidra que hace 25 años creció en sus entrañas y sembró el terror en el metro de París, un país en estado de alerta permanente y máxima no ha logrado parar un nuevo ataque, esta vez en una empresa gasística en Saint-Quentin-Fallavier, muy cerca de Lyon. La sincera frase de sir Ian Blair reconociendo que el atentado en Londres era inevitable cobra cada día más fuerza en toda Europa. En España, también.
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