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Kirchner no va en la listas pero coloca a su hijo y todos sus fieles

La Campora dominará un congreso pensado para controlar a Scioli, el sucesor elegido

Carlos E. Cué
La presidenta habla con el candidato Daniel Scioli.
La presidenta habla con el candidato Daniel Scioli.REUTERS

Hasta las doce de la noche del sábado, hora del cierre de las listas, hubo dudas y mantuvo el misterio, pero finalmente Cristina Fernández de Kirchner no irá en ninguna lista para las elecciones de octubre. Ni Congreso, ni Senado, ni Parlasur, ni candidata a gobernadora de Buenos Aires, como se llegó a especular. Después de 12 años en el poder y media vida en el Senado, Fernandez de Kirchner deja los cargos públicos aunque conservará un enorme poder en la sombra.

Para eso ha colocado en las listas a su hijo, Maximo Kirchner, que irá de numero uno al Congreso en Santa Cruz, la provincia en la que empezó el poder kirchnerista y en la que aún conservan sus crecientes negocios hoteleros. Además la presidenta, en su afán por rodear de fieles a Daniel Scioli, a quien ha aceptado como sucesor porque es el que mejor da en las encuestas a pesar que ella siempre ha dado muestras de despreciarlo, llenará el Congreso con sus hombres y mujeres más fieles para lograr algo complejo: la continuidad del kirchnerismo sin un Kirchner en el poder.

Personajes clave como de La Cámpora, el grupo de fieles a la presidenta, o su entorno como Axel Kicillof, ministro de Economía, Andrés El cuervo Larroque o Eduardo Wado De Pedro, hijo de desaparecidos, encabezan unas listas diseñadas de principio a fin para rodear a Scioli e impedir que abandone la línea sobre todo económica marcada por el kirchnerismo, en especial que no pacte con los fondos buitre o cambie la política de cepo cambiario y aumento sostenido del gasto social.

El apellido Kirchner no estará presente solo con su hijo: su cuñada, Alicia Kirchner, hermana de Néstor, ahora ministra, será la candidata a gobernadora de Santa Cruz. Pero además el kirchnerismo se ha garantizado por varios años el control de instituciones clave, como la fiscalía general, que es vitalicia y solo puede ser retirada con una mayoría que Scioli difícilmente lograría con estas listas. Además son decenas los jueces y fiscales cercanos al kirchnerismo. También tiene mandato hasta 2019 un hombre clave como Alejandro Vanoli, presidente del Banco Central, artífice de la política monetaria que mantiene el peso sin apenas devaluación en año electoral.

Si ya fue significativa en este sentido la imposición del candidato a vicepresidente de Scioli, Carlos Zannini, apodado el chino por su origen maoísta, el hombre de mayor confianza de la familia Kirchner durante los últimos 30 años, la lista de diputados ha sido definitiva. No hay ningún sciolista en ella salvo una ministra de la provincia de Buenos Aires que es sobrina nieta de Eva Perón.

Nada de todo esto parece importarle a Scioli, tan feliz de ser el único candidato del oficialismo –algo que hace unos meses no estaba nada claro, incluso temía que Kirchner lo vetara- que no le importa que todos los comentaristas escriban que es un pelele en manos del kirchnerismo. El entorno de la presidenta, que siempre fue muy crítico con Scioli, a quien consideran un menemista del ala derecha del peronismo, ahora se alinea con él. El programa 6,7,8, de la televisión pública, es un referente del oficialismo. Allí criticaron con dureza a Scioli, al que acusaban de ser el candidato apoyado por los fondos buitre. Ayer él acudió a ese programa al que no había sido invitado nunca. Y la primera pregunta del conductor mostró a las claras la tensión dentro del kirchnerismo puro, que prefería al otro candidato, Florencio Randazzo, descartado por la presidenta. “Vamos a hablar claro”, le espetó el presentador, Carlos Barragán. “Hay muchos votantes del kirchnerismo que tenemos reparos con usted”.

Scioli salió de la encrucijada tratando de venderse como el más fiel de todos los kirchneristas. Defendió todo lo que había hecho la presidenta, aseguró que no moverá “ni un milímetro” la política de derechos humanos, negó ser un candidato amable para los fondos buitre y prometió que continuará con el legado de los Kirchner en la “cuarta etapa del modelo” después de una legislatura de Néstor y dos de Cristina. Lanzado en su afán por convencer al público fiel a los Kirchner de que él es un continuador, incluso llegó a decir que él habla con Lula da Silva “de los sueños de Chávez y de Néstor”.

La presidenta sigue marcándole casi a diario el paso pero también lanza el mensaje de que es su candidato. El sábado ofreció la primera imagen de ese control: se vio en el helicóptero presidencial a Zannini y Kirchner uno a cada lado de Scioli y con la impresión de que ella le estuviera dando instrucciones. Kirchner lanzó un discurso que era una exigencia al sucesor para que no pacte con los fondos buitre, una de las decisiones clave de un nuevo gobierno si quiere recuperar el crédito.

"Ahora los fondos buitre quieren más de la mitad de las reservas de nuestro banco central. Nosotros aplicamos el criterio de dignidad y soberanía. Un juez quería humillar nuestra soberanía. Le pido a todos que superen sus prejuicios frente a los grandes temas de la patria como es el ataque de los fondos buitre. Hay bases mediáticas en el continente dispuestas a bombardear los procesos populares. Con nuestros errores en estos 12 años hemos protagonizado el mayor proceso de crecimiento con inclusión social", aseguró, marcando así el camino a su sucesor.

Las elecciones son cada vez más claramente una discusión entre el kirchnerismo en su nueva versión con Scioli desdibujado a la cabeza y la oposición liderada por Mauricio Macri que propone un cambio. Si gana Scioli, con Zannini en la vicepresidencia y sus fieles dominando el Congreso y Senado, la presidenta se garantiza además un cierto control de la justicia y de los nombramientos de nuevos jueces de la Corte Suprema para evitar que las diversas causas contra su famiilia y empresarios muy cercanos que están en los tribunales le puedan explotar cuando deje la presidencia.

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