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Ecuador elige a su primera reina de belleza indígena

La ganadora buscará hacerse con un lugar en el torneo de 'Miss Ecuador'

La ganadora Jenny Guillin con su corona valorada en 5.000 dólares.
La ganadora Jenny Guillin con su corona valorada en 5.000 dólares.Edu León

Tenía que pasar y tenía que ser en Chimborazo (provincia de la sierra centro de Ecuador, con un 38% de población indígena) donde surgiera la idea de elegir a la primera reina indígena. Hace poco más de un año, una organización rescató la palabra incaica ñusta (que en kichwa significa doncella o tierra que no ha sido fecundada) para denominar al certamen de belleza exclusivo para indígenas. Así nació la Ñusta Andina, que el pasado viernes entregó su primera corona en Quito y cuyo objetivo final es lograr que la representante de las comunidades indígenas participe en el concurso de Miss Ecuador.

Inti Daquilema, organizador del evento y director de una escuela de modelos indígenas, explica que siempre han buscado que las indígenas sean incluidas en los concursos de belleza nacionales, pero al no cumplir con algunos requisitos, como el 1,70 m de estatura, han sido marginadas. “La mujer indígena tiene derecho de participar, de estar representativa de los pueblos indígenas, queremos borrar esa idea de que la mujer indígena tiene que estar tras de la vaca, tras de los niños, tras del marido”, dice Daquilema.

La elección de la Ñusta Andina se desarrolló en un ambiente cargado de simbolismos, había alpacas disecadas en el escenario y las candidatas seguían los trazos de la cruz andina en cada salida. Los mensajes de reivindicación se escuchaban a cada instante. “Los runas somos como paja de páramo, aunque nos corten, seguimos creciendo, seguimos resistiendo, ya son más de 500 años”, dijo al presentador de la gala nada más empezar.

La ganadora fue Jenny Guillin, del pueblo Puruhá, una indígena de 19 años y estudiante de Economía

El evento de casi cuatro horas fue una vitrina de la cultura indígena, las diez aspirantes a la corona bailaron sus danzas y mostraron sus trajes típicos y las versiones estilizadas de los mismos sobre el escenario. Además todas ellas, a excepción de la representante del pueblo Huancavilca (Península de Santa Elena), se expresaron en kichwa y en otras lenguas de la amazonía como el shuar.

La ganadora fue Jenny Guillin, del pueblo Puruhá que según la leyenda nació de la unión de los volcanes Chimborazo y Tungurahua. Esta indígena de 19 años y estudiante de Economía asumió el reto de hacerse con un lugar en el torneo de Miss Ecuador y dar a conocer la riqueza cultural de los pueblos aborígenes. Como ella mismo dijo en su discurso de presentación: “No somos piezas de un museo, somos una cultura viva”.

Ecuador tiene un millón de personas (500.379 hombres y 517.797 mujeres) que se autoidentifican como indígenas, según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), y el 71% de ellos dice ser víctima de discriminación. Por esto cada vez más indígenas deciden romper el molde y crean sus propios espacios para pelear contra la discriminación, un ejemplo son las cooperativas de ahorro y crédito lideradas por indígenas. La más exitosa es Mushuc Runa (hombre nuevo en kiwcha) que apadrina al primer equipo de fútbol de indígenas, que ya juega en la primera división del campeonato nacional.

Mushuc Runa, Andina Marka (que comercializa chicha morada y de jora), la marca de ropa Churandy (ponte mi ropa en kichwa) fueron algunos de los patrocinadores de la Ñusta Andina. Todas estas empresas pertenecen a la economía social y solidaria y demuestran que los indígenas se desarrollan a espaldas de la sociedad ecuatoriana. Pero ellos pelean para ser incluidos y hacer que se cumpla eso que dice el primer artículo de la Constitución del país: “Ecuador es un país intercultural y plurinacional”.

Si la Ñusta Andina llegar a participar en el Miss Ecuador sería un avance importante y un ejemplo más de que los indígenas pueden actuar en espacios mestizos. El antropólogo Fernando García, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales señala que hay “una democratización de la sociedad” y “un cambio de época” porque hasta hace poco, en la década de los 70 y 80, un indígena con poncho no podía ni entrar en una plaza y si lo hacían les obligaban a barrer el lugar.

La primera Ñusta Andina, que se llevó una corona valorada en 5.000 dólares, está decidida a izar la bandera contra la discriminación. “Los indígenas no debemos considerarnos menos que los mestizos. Solo hace falta la voz de un vocero o vocera que nos eleve la autoestima, que dé a conocer toda la riqueza que tenemos y nos sintamos orgullosos”, dice.

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