_
_
_
_

214 mujeres y niñas liberadas de Boko Haram están embarazadas

“Me convirtieron en un objeto sexual”, denuncia una de las víctimas rescatadas

Lami Musa, una de las víctimas rescatadas con su bebé.Foto: reuters_live | Vídeo: S. Alamba (AP) | REUTERS-LIVE!
José Naranjo

Al menos 214 mujeres y niñas, de entre el millar de rehenes que han sido rescatados de las manos de Boko Haram en el noreste de Nigeria en los últimos días, están embarazadas, según ha asegurado a los medios de comunicación el doctor Babatunde Osotimehin, director ejecutivo del Fondo de Población de Naciones Unidas. “Algunas están visiblemente embarazadas y otras han dado positivo en las pruebas”, añadió el alto funcionario, quien también reveló que la mayoría de ellas requieren de atención médica y psicológica urgente y especializada pues han estado sometidas a un enorme estrés.

“Me convirtieron en un objeto sexual. Hacían turnos para acostarse conmigo. Ahora estoy embarazada y no sé quién es el padre”. Asabe Aliyu, de 23 años, es una de estas mujeres y contaba así al periódico nigeriano Daily Times cómo había sido su cautiverio de seis meses. Violadas, casadas a la fuerza, obligadas a combatir, sus maridos o padres asesinados delante de ellas. Sus relatos, que van llegando a cuentagotas, reflejan toda la violencia ejercida contra ellas por el grupo terrorista más sanguinario de África. Estas mujeres y niños, liberadas la pasada semana en tres operaciones militares en el bosque de Sambisa, estado de Borno, y este domingo en un último rescate en el municipio de Madagali, se encuentran en la actualidad en distintos campos de desplazados de la región noreste, la mayoría en Yola (Adamawa), a donde llegaron este fin de semana tras varios días de viaje en camionetas habilitadas por el Ejército.

Asabe Umaru relató a la prensa: “Cada día moría alguna de nosotras y sólo esperábamos que llegara nuestro turno. No nos permitían movernos ni un centímetro, incluso para ir al servicio nos acompañaban”. Por su parte, Cecilia Abel dijo que le "daban harina de maíz por las tardes para comer. Muchos de los capturados murieron en el bosque de Sambisa”. El propio rescate tampoco fue fácil. Las mujeres se refugiaron bajo los árboles cuando los soldados nigerianos llegaron, pero los terroristas trataron de obligarlas a acompañarles en su huida. “Cuando nos negamos, empezaron a apedrearnos. Pegué a mi bebé contra mi estómago para protegerlo y me encogí. Algunas murieron por las piedras”, aseguró Lami Musa, de 27 años.

Más información
Boko Haram degolló a mi padre delante de mí”
El Ejército nigeriano libera a unas 700 mujeres y niños en una semana
El reinado del terror de Boko Haram
Una yihad con el sello de África
Sin rastro de las 200 niñas raptadas

Musa también reveló que algunas de ellas tuvieron que asistir a cómo los miembros de Boko Haram asesinaban a sus maridos o padres delante de ellas. “Secuestraron a toda mi familia y mataron a mi marido en el bosque de Kilkasa cuando yo estaba embarazada de cuatro meses. Luego, en el bosque de Sambisa, dormíamos al raso. Me dijeron que cuando alumbrara al bebé me casarían con uno de sus comandantes. Pasaban días sin que nos dieran comida ni agua, hasta que hace tres días, la noche antes de ser liberada, di a luz a la niña”, explicó a la BBC.

Un reciente informe de Amnistía Internacional reveló que unas 2.000 mujeres y niñas han sido secuestradas por Boko Haram en el útimo año, usadas por los terroristas como esclavas sexuales, cocineras, obligadas a casarse con los combatientes o bien vendidas para matrimonios forzosos. Incluso algunas de ellas fueron forzadas a combatir. Aún no hay noticias de las 219 niñas escolares de Chibok que fueron secuestradas en abril de 2014.

Naciones Unidas y el Gobierno nigeriano, que ya ha abierto un nuevo campo para acoger a las mujeres y niños recientemente liberados, están trabajando ya en un programa específico para “ayudarlas a superar el trauma psicosocial que han vivido antes de reintegrarlas de nuevo en la sociedad”, dijo Osotimehin. “Algunas de estas mujeres han estado sometidas a un enorme estrés y han sufrido mucho. Tenemos que trabajar con ellas una a una. Muestran muchos signos de estar traumatizadas”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_