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El triple Frente Familiar de los Le Pen

El último rifirrafe entre la presidenta del FN y su padre y fundador del partido demuestra que los lazos de sangre son el cimiento y el veneno de la ultraderecha francesa

Carlos Yárnoz
Jean-Marie y Marine Le Pen, en La Trinité-sur-Mer en 2007.
Jean-Marie y Marine Le Pen, en La Trinité-sur-Mer en 2007. MARTIN BUREAU (AFP)

El pasado día 9, Marine Le Pen recibió en su despacho del Frente Nacional (FN) a su padre, Jean-Marie. A solas. Como debe ser en líos de familia. Cuenta uno de sus próximos que la presidenta de la formación ultraderechista le dio a elegir: “O te retiras o te excluimos”. El viejo filonazi, de 86 años, prefirió apartarse para no acabar proscrito en el partido que fundó hace 53 años. Sus reincidentes declaraciones —“Las cámaras de gas fueron un detalle de la historia”, “Jamás consideré al mariscal Pétain como un traidor”— habían sido el último argumento de Marine para matar al padre, que no volverá a ser candidato electoral.

Culminaba así la guerra, la relación de amor-odio, que los Le Pen protagonizan hace años con el partido como campo de batalla.

Hijo de un patrón de pesquero en Bretaña, Jean-Marie nació en La Trinité-sur-Mer en 1928. La violencia y la política han marcado su vida. Su padre murió en 1942 cuando una mina destrozó su barco. Alumno de los jesuitas y licenciado en Políticas y Derecho, participó en la guerra de Indochina (1954) y como voluntario paracaidista en la de Argelia (1958) —tiene media docena de condecoraciones— pese a que desde 1956, con 27 años, ya era diputado, el más joven en la Asamblea.

En 1972 creó el FN para aglutinar “a la derecha popular y social”. Cuatro años más tarde, una bomba destruyó su casa y, dos después, su lugarteniente François Duprat fue asesinado con otra bomba. El viejo Le Pen iniciaba entonces una trayectoria judicial que le ha valido una veintena de condenas por agresiones, amenazas, apología de crimen de guerra o provocación al antisemitismo.

Henry Botey, gran amigo desde la juventud fallecido hace dos años, escapó a varios atentados en la guerra entre mafias de los clubes de alterne de Pigalle. Bautizado como ‘señor Eric’ o ‘el emperador de Pigalle’, Botey acabó siendo el padrino de Marine. A su vez, Jean-Marie es padrino de una hija del humorista Dieudonné, perseguido por la justicia por expresiones antisemitas.

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Las violentas relaciones familiares, con el partido como rehén, también han marcado la vida de los Le Pen. Pierrette Lalanne, la primera mujer de Jean-Marie, posó desnuda para Playboy en 1987 en la precampaña de su marido para las presidenciales como escarmiento. Marie-Caroline Le Pen, la mayor de sus tres hijas, y el marido de esta, Philippe Olivier, apoyaron como dirigentes del FN al disidente Bruno Mégret cuando en 1998 intentó un golpe de mano contra el fundador. No se han vuelto a dirigir la palabra.

Pese a todo, los éxitos electorales del extravagante Le Pen han sido espectaculares. El hoy eurodiputado y consejero regional contó con 35 diputados en 1986 y logró un hito cuando en 2002 le disputó el Elíseo a Jacques Chirac en la segunda vuelta de las presidenciales. En 2007, en cambio, con el partido endeudado hasta las cejas, fracasó frente a Nicolas Sarkozy y François Hollande. Arrancaba el principio del fin.

La protagonista del declive era su propia hija pequeña. Marine, “la pequeña burguesa”, en palabras de su padre, nacida en agosto de 1968 en Neuilly-sur-Seine, sufrió de los 17 a los 19 años la violenta separación de sus padres. Había ingresado a los 18 en el FN, estudió Derecho y se dedicó una temporada a defender en juicios rápidos a inmigrantes sin papeles. Ironías del destino. Sus dos primeros maridos fueron altos cargos del FN y su actual pareja, Louis Alliot, es vicepresidente de la formación. Imposible separar partido y familia; el sello Le Pen.

Consejera regional en 1998 por Nord-Pas-de-Calais (su feudo en el noroeste, frente al del padre, al sureste), Marine ya se atrevió en 2002 a sugerir a su progenitor que cambiara el nombre del partido. Cinco años después hablaba de “desdemonizarlo”, de alejarlo de los orígenes fascistoides.

Desapareció unos meses en 2005, siendo vicepresidenta del FN, cuando su padre declaró que “la ocupación alemana no fue especialmente inhumana”. En 2009 dijo “no compartir” “el detalle” de las cámaras de gas.

Por esos choques, el viejo Le Pen se inclinó por designar delfín a su amigo Bruno Gollnisch, del ala más dura del partido. Pero los lazos de sangre se impusieron. Y en 2011, Marine fue consagrada presidenta del FN bajo la recelosa tutela del padre, que pasó a presidente de honor. Solo un año más tarde, la candidata a la presidencia de Francia Marine Le Pen obtuvo el 17,9% de los votos. No le sirvieron para pasar a la segunda vuelta, pero sí para superar el techo electoral de su padre en 2002. En las europeas de 2014, su partido fue el más votado en Francia. Era la hora de imponer su línea.

Jean-Marie Le Pen juega con Marine en su casa, en 1974.
Jean-Marie Le Pen juega con Marine en su casa, en 1974.AFP

La guerra entre padre e hija tiene desde junio de 2012 un tercer combatiente en liza. También es Le Pen, claro. Se trata de Marion Maréchal-Le Pen, nacida en diciembre de 1989 y diputada con 22 años, la más joven en la historia de la República. Animada por el abuelo, la preferida de sus nueve nietos dejó los estudios para entrar en política. Pese a su juventud, ya es considerada la principal rival para Marine en el futuro. En el congreso del FN en noviembre, fue la que más votos cosechó para estar en la ejecutiva.

Hija de Yann Le Pen, la única descendiente de Jean-Marie con la que no ha reñido en público, se mueve con desparpajo en la Asamblea y en los debates televisivos. Nacida de una anterior relación de Yann, fue reconocida por el exmarido de esta, Samuel Maréchal, expresidente de las juventudes… ¡del FN!

Liberal conservadora, encuadrada en el ala más derechista del partido, defensora de la cadena perpetua, ahora ha decidido encabezar la lista para las regionales en Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA). Era el puesto que quería su abuelo y del que Marine lo ha descabalgado. Pero Marion ha dejado clara su lealtad: “Dije que no mantendría mi candidatura si Jean-Marie mantenía la suya”.

¿Hay diferencias ideológicas en los tres? Coinciden en las raíces xenófobas, islamófobas, nacionalistas y antieuropeas del FN. O su simpatía por Rusia, cuya banca financia al partido. “El ADN es el mismo”, afirma Eric Ciotti, dirigente de la UMP en PACA.

Les diferencia la estrategia. Jean-Marie ha utilizado siempre su apoyo electoral “para atacar al poder”, pero “Marine quiere el poder y por eso es más peligrosa”, asegura el secretario de Estado Jean-Marie Le Guen, autor de un reciente análisis sobre el FN.

Nadie confía en que Jean-Marie opte por la retirada definitiva para disfrutar de su riqueza, producto de la herencia de un simpatizante, Hubert Lambert, propietario de empresas de material de construcción fallecido en 1976.

El jueves fue hospitalizado por un “pequeño problema cardiaco” para una intervención. Unos días antes, había bromeado en la cadena RTL: “Marine desea mi muerte, quizás, pero no debe contar con mi colaboración”. Pese a todo, la familia es la familia. El 26 de enero, con las tensiones al máximo nivel, se declaró un incendio en casa de Jean-Marie. ¿Dónde fue acogido con su actual esposa, Jany? En casa de Marine. Su padre sentenció en Twitter el día 10: “La fuerza de una familia, como la de un Ejército, reside en la lealtad de sus miembros”.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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