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EE UU considera “nula” la capacidad de México de controlar Tamaulipas

Washington alerta de la inseguridad en 20 Estados de México La violencia sume en el caos la fronteriza ciudad de Reynosa

Jan Martínez Ahrens
Un autobús escolar en llamas en las calles de Reynosa, México.
Un autobús escolar en llamas en las calles de Reynosa, México.STR (AFP)

Tamaulipas es un estado sin ley. Un lugar donde los “enfrentamientos violentos entre elementos criminales rivales y/o el Ejército mexicano pueden ocurrir en cualquier sitio a cualquier hora del día”. Así lo expresa oficialmente Estados Unidos en un durísimo documento destinado a servir de guía a sus ciudadanos y que alerta de la inseguridad en 20 estados al sur del Río Bravo. El más golpeado por el análisis es Tamaulipas.

La zona, situada al noreste de México y con 17 pasos fronterizos a EEUU, vive desde hace años colapsada por el infernal enfrentamiento entre Los Zetas y el cártel del Golfo. De poco ha servido la intervención militar decidida por el presidente Enrique Peña Nieto hace un año. La violencia sigue rampante hasta el punto de que el Departamento de Estado recomienda evitar cualquier viaje “no esencial” al lugar. “A través de la región, la violencia criminal, incluyendo el homicidio, el robo a mano armada, el secuestro, la extorsión y los ataques sexuales, suponen un significativo riesgo para la seguridad. La capacidad estatal y municipal de imponer la ley es limitada o inexistente en muchas partes de Tamaulipas. En Matamoros, Reynosa, Nuevo Laredo y Ciudad Victoria se registran batallas armadas y ataques con explosivos”, indica la nota.

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En su descripción del caos, el Departamento de Estado destaca el peligro que representan las carreteras. No sólo “no hay autopistas que se puedan considerar seguras”, sino que en ocasiones el crimen organizado ataca a los autobuses que las atraviesan y “toman como rehenes a todo el pasaje” para pedir un rescate. El deterioro llega a tales proporciones, que la Administración de Obama prohíbe a sus funcionarios salir a la calle de medianoche a seis de la mañana. “El número de secuestros declarados es de los mayores de México y la cifra de estadounidenses abducidos o desaparecidos ha aumentado en 2014”, remacha el informe.

El sombrío paisaje dibujado por Washington de Tamaulipas quedó anoche confirmado por los hechos. Los tiroteos, cortes de carreteras y quemas de coches en Reynosa (610.000 habitantes, la ciudad más poblada del estado) obligaron a las autoridades a pedir a la población que evitase salir a la calle. El nivel de narcoviolencia llegó a tal grado que Estados Unidos decidió cortar dos pasos fronterizos y dos de los principales partidos, el PAN y el PRD suspendieron la campaña electoral. El detonante fue supuestamente la detención de El Gafe, uno de los cabecillas del cártel del Golfo, la organización que controla gran parte de la zona norte. En respuesta a su captura, los narcos sembraron de pólvora Reynosa. Sobre el asfalto quedaron al menos tres cadáveres.

La preocupación de Estados Unidos por la seguridad de sus ciudadanos en México hunde sus raíces en el intenso tráfico humano entre ambas naciones. Cada día cruzan la frontera 150.000 estadounidenses. Este flujo les expone a la criminalidad mexicana. “Los choques armados entre organizaciones criminales o con las autoridades mexicanas ocurren a la luz del día, en plena calle y hasta en sitios púbicos como restaurantes o clubs. La localización y ubicación de estos enfrentamientos armados es impredecible”, alerta el Departamento de Estado.

En México murieron asesinados 81 estadounidenses en 2013, cifra que se incrementó a 100 el año pasado. Otro tanto sucedió con los secuestros. En este horizonte de violencia, sólo la Ciudad de México, así como 10 estados se libran de las advertencias de EEUU (Campeche, Chiapas, Guanajuato, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, Tabasco, Tlaxcala y Yucatán). La veintena de estados restantes reciben alertas, extremas en casos como Tamaulipas, Coahuila, Guerrero, Michoacán y Sinaloa.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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