El rescate e identificación de los cuerpos tardará varias semanas
"No será fácil ni rápido", resume la vicepresidenta del Gobierno catalán, Joana Ortega
Un pelotón de militares de montaña desfilan ordenados por la carretera que bordea el aeródromo de Seynes-les-Alpes, desde donde se dirige el rescate de lo restos del Airbus 320 que se estrelló en el macizo de Trois Évêchés, prácticamente una pared. Al llegar a un pequeño descampado, sacan los bastones de las mochilas y se preparan. Su misión es llegar a pie al lugar del accidente y facilitar una zona base desde la que poder trabajar. "Hay más de cuatro horas a pie", aseguraron este miércoles fuentes del Gobierno catalán. Aunque a algunos vecinos del pueblo les parecía poco: "Son más de siete horas".
Pero no es solo una cuestión de tiempo. El terreno es escarpado, cerrado, impracticable para quienes no vayan equipados y no conozcan la montaña. "Incluso con pequeños glaciares", explicó un capitán de la policía, que está participando en las tareas de rescate. La Gendarmería francesa ha confirmado que este miércoles se han recuperado los primeros restos de cadáveres de las víctimas. La misión de recuperar los restos del avión y de llevar los cuerpos de los fallecidos a casa va a ser muy larga. "No será fácil y no será rápido", resumió la vicepresidenta del Gobierno catalán, Joana Ortega.
Unas 400 personas forman parte del equipo de rescate, formado por militares, gendarmes, forenses e investigadores, y de estas una cuarentena están sobre el terreno del accidente. Las labores empezaron antes de las ocho de la mañana. Para llegar hasta el macizo primero volaron durante unos cinco minutos en un helicóptero, que no pudo aterrizar, y del que tuvieron que bajar descolgándose. Una vez allí empezaron los trabajos para delimitar el lugar y asegurarlo para evitar riesgos.
Los restos están repartidos en un área de 4 hectáreas, con un desnivel aproximado de 300 metros, contó el comandante Xavier Roy, que se encargaba de coordinar los helicópteros que sobrevuelan la montaña, cinco en total, cuatro policiales y uno militar. Colgado al teléfono móvil, con un mono de color rojo, y el gesto cansado, alternaba las atenciones a la prensa con la coordinación de dispositivo.
Roy, que además es piloto de helicóptero, pudo estar en la zona rocosa y escarpada en la que se estrelló el avión. "Es impresionante, esperas encontrar un gran motor, un trozo de ala, pero no hay nada de eso", contó. Los pedazos más grandes son como la carrocería de un coche. El día anterior, Pierre Henry Brandet, portavoz del Ministerio del Interior en la zona, aseguró que parte del avión se había "pulverizado".
"Algún vecino, que conoce la montaña, llegó el martes a pie, pero ahora es imposible, está todo cerrado", contaron en la oficina de turismo, donde no paraban de llegar periodistas y curiosos. Tampoco hay guías dispuestos a acercar a alguien al macizo. "Primero, porque es muy complicado; segundo porque están trabajando con los equipos de rescate", explicaron.
El objetivo el miércoles era conocer al detalle cómo ha quedado el lugar del siniestro. Los investigadores se dedicaron a fotografiar el área, palmo a palmo, para saber qué hay en cada lugar, y trataron de dar con la segunda caja negra del avión. La primera (que graba sonidos) ya se encontró el martes. Aunque algo dañada, podía conocerse parte de su contenido, aseguraron fuentes de Interior.
En el pabellón polivalente de la ciudad, donde está la piscina municipal, prepararon un punto de atención para familiares de las víctimas, sobre todo los venidos desde Alemania, a los que se les tomará muestras de ADN para la identificación (en España se tomaron en el aeropuerto de El Prat). Pero los trabajos de recuperación e identificación de los cadáveres pueden alargarse semanas, según explicó el fiscal de Marsella, Brice Robin, que dirige la investigación.
En el caso hay trabajando 14 magistrados, que se encargarán del levantamiento de los cuerpos. Una vez se consigan recuperar los restos, estas serán enviadas a París o a Marsella, donde se analizarán.
Las labores serían mucho más fáciles y rápidas si los equipos de rescate consiguiesen abrir una vía a pie por la que poder transportar el material. Durante el martes y la mañana del miércoles, los efectivos trabajaron intentando asentar un camino estable en los 7 kilómetros en línea recta que separan Seynes-les-Alpes del valle de Galèbre. Pero fue imposible. Además, la lluvia, el viento y la nieve caída durante la noche complicó más su trabajo, convirtiendo el escarpado macizo de Trois Évêchés en una peligrosa montaña rocosa, helada y resbaladiza.
Helicópteros desde Córcega
En el remoto lugar de los Alpes donde se estrelló el A320 se están concentrado efectivos de la policía, la gendarmería (el equivalente a la Guardia Civil española), el Ejército, protección civil, bomberos y equipos médicos. Hasta se han desplazado desde Córcega helicópteros especializados en el rescate marítimo preparados para localizar restos en cualquier terreno y otros aparatos, llamados MASA, para ayudar a mantener la zona de exclusión aérea impuesta sobre toda la zona de la catástrofe.
"Desde que supimos que se había estrellado un avión, movilizamos todos los medios disponibles", explicó al diario Le Monde la responsable administrativa del departamento Alpes de Hautes Provence. Varias columnas de gendarmes y policías expertos en alta montaña se han desplazado desde el pueblo de Le Vernet, la localidad más cercana en línea recta a los restos del avión. En total, según informaciones ofrecidas por el Gobierno francés, se han movilizado 300 gendarmes, una compañía de la policía, 380 bomberos, 15 helicópteros y dos aviones. Además, hay siete investigadores franceses expertos en accidentes aéreos, apoyados por otros tres alemanes.
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