¿De qué pie cojea Tsipras?
Sorprende que olvide la reducción del monstruoso gasto militar griego
La sustancia de la minicumbre sobre Grecia la sirvió en bandeja François Hollande. “Lo que el Gobierno griego quiere es tener el control del contenido de las reformas” y “hemos reconocido que tiene derecho a ello”; pero si pretende suprimir una medida del Gobierno anterior, deberá presentar otra, alternativa, con el mismo impacto presupuestario, resumió. Con ello la eurozona modula un paradigma de los rescates: cede el contenido de las medidas al Gobierno afectado, a cambio de retener el control de los resultados. Veremos cuánta flexibilidad proporciona este cambio, si poca o mucha, o ninguna.
La “lista completa con reformas muy concretas” —en expresión de la canciller Angela Merkel— comprometida por Alexis Tsipras debe completar la lista de las 64 medidas que su ministro de Economía, Yanis Varoufakis, presentó al Eurogrupo el 23 de febrero, tres días después de sintonizar en la necesidad de una continuidad (más flexible) del segundo rescate. Los socios/acreedores dispensaron a esa lista su bendición inicial, a la espera de muchos detalles pendientes.
¿Qué detalles faltan? Todas las concreciones, claro, porque el papel de Varoufakis contenía enunciados sucintos. En el capítulo de los ingresos, urge la mejora de la recaudación tributaria y la persecución del fraude fiscal: sobre todo en el IVA, donde la trampa alcanza el 70% del total, para un 30% en España (The second economic adjustment programme for Greece, European Economy, número 192). Y no parece que las medidas apuntadas acrediten todavía suficiente potencia de fuego: despliegue de inspectores, sistemas informáticos, independencia real de los organismos...
En los gastos se prometió poco, apenas más que una genérica promesa de revisión de los dispendios ministeriales. Incluidos, ojo, los gastos del área de “defensa”. Se trata de una solitaria mención rinconera, disimulada entre paréntesis. Ojalá que valiosa.
Hasta ahora los dos programas de rescate, sus memorandos técnicos y sus detallistas condiciones habían olvidado cualquier referencia a la necesidad de racionalizar el gasto militar. Es para nota. En las 289 páginas del completo volumen citado (un texto oficial aburrido a morir, aunque recomendable para quien quiera profundizar, también críticamente, en las tripas de los rescates) solo se le menciona una vez: al referirse al compromiso del predecesor de Tsipras, el conservador Andonis Samarás, de reducir desde 2014 en 50 millones las licitaciones de contratos de Defensa. Supone en torno a una centésima parte (¡!) de lo que consumen al año las fuerzas armadas helénicas.
El nuevo líder griego nada ha dicho sobre qué quiere hacer con el monstruoso gasto militar, si es que quiere hacer algo. Comparte en este asunto o cojera u olvido con su rival Samarás. Y también con sus socios europeos. Es una lástima, porque la Defensa griega es un desatino y un despilfarro.
Bajar el presupuesto de Defensa al nivel de España pagaría dos planes sociales
Es desmesurada, amén de inútil. Desmesurada, porque es el país europeo miembro de la OTAN que más gasta (un 2,5% de su PIB en 2013, datos del Banco Mundial), solo tras EE UU (3,8%) y casi el triple que España (0,9%). E inútil —por ejemplo, en relación a la también socia, vecina y rival histórica Turquía—, porque el Tratado de Washington obliga (artículo 1) a todos los aliados a resolver sus “controversias” mutuas por “medios pacíficos”. ¿Es el mantenimiento del gasto militar un olvido de Tsipras? ¿O más bien un tributo al ultranacionalismo de sus socios derechistas, los Griegos Independientes?
Nivelar la Defensa griega con la española —o sea, rebajar el gasto a la misma proporción del PIB que España dedica a lo militar—, por ejemplo, supondría liberar 2.900 millones de euros al año.
¿Poco? ¡Es una cantidad suficiente como para financiar dos veces el plan de emergencia social de Syriza! Porque está cuantificado en 1.412 millones de euros: 59 millones para las 300.000 familias sin luz; 756 para su subvención alimentaria; 54 para ayuda a la vivienda de otras 30.000 y 543 para la —suprimida— paga de Navidad de los pensionistas más humildes. Y si se redujese solo al 2% que en otoño acordaron los socios de la Alianza Atlántica como gasto militar ideal, el ahorro todavía alcanzaría unos 930 millones.
Además de ser ayudada por sus socios, como corresponde, Grecia puede y debe ayudarse a sí misma.
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