“Es necesario mejorar en la eficacia en la gestión de Venezuela”
Entrevista a Alfredo Serrano, autor de ‘El pensamiento económico de Hugo Chávez’
El pasado 13 de diciembre, con la presencia del presidente venezolano, Nicolás Maduro, y del vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, se bautizó en Caracas el libro El pensamiento económico de Hugo Chávez. Para un observador crítico, la ocasión –celebrada en el llamado Cuartel de la Montaña, donde reposan los restos del comandante revolucionario- podía teñirse de un leve matiz irónico: 2014 cerraba como el año del peor desempeño de la economía venezolana en mucho tiempo. Las reservas internacionales exhaustas, la mayor tasa de inflación del mundo, el déficit crónico de productos de consumo masivo, ¿no bastaban, acaso, para oficiar la exequias del modelo económico chavista, de haberlo?
Pero para el autor de la obra, Alfredo Serrano Mancilla –“andaluz, y cada día más latinoamericano”, como se presenta en su perfil de Twitter; , economista con grado de la Universidad Autónoma de Barcelona, y hasta 2013 directivo de la Fundación CEPS de la Universidad de Valencia- no es así. Si bien reconoce que “es cierto que el año 2014 es un momento difícil”, la circunstancia no debería “eclipsar los logros sociales” de la autodenominada Revolución Bolivariana, “que son una realidad en sí misma. Esa es la diferencia entre un modelo que no se ocupa de la sociedad y otro, como el venezolano, que la sitúa como centro de gravedad del orden económico”.
Serrano es uno más de la camada de académicos progresistas españoles que durante las dos primeras décadas del siglo XXI se han dado a la tarea de recorrer Hispanoamérica para experimentar, refinar y propagar la buena nueva revolucionaria en tiempos que, en casa, la noche neoliberal reinaba. Mientras muchos de ellos se reasentaron en España –y algunos dieron origen al partido Podemos-, Serrano persiste en hacer la América con servicios de consultoría y cátedras en distintas universidades del hemisferio. De hecho, su libro aparece de manera simultánea en cuatro países: Venezuela (con el sello de Vadell Hermanos), Ecuador (IAEN) y Argentina (CCC), desde este lado del Atlántico; y en España con El viejo topo.
Niega que forme parte de Podemos, aunque lo saluda como “un halo de entusiasmo para España; observo desde la distancia que se trata de una propuesta pragmática y real para acabar con la deuda social”. A raíz de su experiencia en América Latina, sin embargo, advierte a propios y extraños que “la realidad española poco tiene que ver con la realidad venezolana- Podría cansarle enumerando las infinitas disparidades entre ambos países; pero, por todo ello, trasladar elementos desde Venezuela a España sería el mismo error que cometen aquellos que procuran trasladar recetas desde España a Venezuela”.
El propósito de su libro, apunta, es describir cómo en plena praxis de Gobierno, y aún antes, Chávez va desarrollando un verdadero pensamiento económico que trasciende “los intentos que se tienen de presentar a un Chávez simplemente gracioso, o en el peor de los casos, a un Chávez ignorante”. Además de muchas lecturas, la episteme chavista se habría nutrido de una capacidad de acomodarse a la realidad e improvisar, capacidad, eso sí, “siempre mal vista desde la academia”. Esas maleabilidad e irreverencia para la improvisación le brindaron réditos políticos. “Contingencia” y “emergencia” se erigieron en dos sustantivos vertebradores de su acción y pensamiento.
“Chávez antepuso aspectos que muchas veces la teoría económica dominante ignora. La centralidad del pensamiento económico en Chávez es lo humano y lo social”, subraya Serrano. “Para Chávez había algo innegociable: la economía del ahora, del ya, de las urgencias que no podían esperar a solucionarse en el largo plazo. Es por ello que inaugura una suerte de Estado de las Misiones. Abordar las urgencias cuando éstas matan de hambre o afectan muy negativamente a la vida cotidiana de cada ciudadano es realmente un componente orgánico de su pensamiento”.
Serrano cuestiona los recientes reportes sobre el aumento de la pobreza en Venezuela. Señala limitaciones metodológicas en los estudios de la CEPAL (Comisión Económica de la ONU para América Latina), mientras cita algunos índices estructurales que reflejan la mejora de las condiciones sociales del venezolano. En todo caso, diagnostica que el chavismo, si ha de perseverar, necesita superar algunos desafíos urgentes en materia económica: “Aún se debe llevar a cabo una gran revolución productiva que resuelva el rentismo petrolero y el neorrentismo importador del siglo XXI. Es necesario mejorar en la eficacia en la gestión. Pero estos desafíos no deben ser entendidos desde ese pragmatismo a favor de la tasa de ganancia del capital transnacional. No sirve de nada la bonanza macroeconómica si ésta se traduce en malestar microeconómico”.
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