Lenin pasa por el quirófano
Los restos del líder soviético serán sometidos a un proceso de restauración El mausoleo que conserva la momia estará cerrado durante dos meses
Hasta en una docena de ocasiones han tratado de dañar su momia, rompiendo el vidrio del sarcófago que le protege, a patadas, a pedradas, a martillazos. A disparos, incluso. Ha sufrido dos atentados suicidas que acabaron con la vida de varias personas. El año pasado, el mausoleo de Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, el líder de la revolución rusa y primer y máximo dirigente de la URSS, cumplió 90 años convertido en una de las principales atracciones turísticas de Moscú. Ahora dejará de serlo durante dos meses. Desde este lunes, el monumento que conserva sus restos en la Plaza Roja permanecerá cerrado por reformas.
El proceso de restauración de la momia, que realizan cada dos años los especialistas del Centro de Tecnologías Médico-Biológicas del Instituto de Plantas Medicinales y Aromáticas de Rusia, consiste en lavar los restos y empaparlos con soluciones apropiadas en una bañera durante varias horas. Los expertos investigan el estado de los tejidos del cuerpo, fijan la temperatura y la humedad necesarias dentro del sarcófago, controlan el volumen de la cara y las manos, las dos partes del cuerpo expuestas directamente al público (la ropa cubre el resto). Según los especialistas, que han participado en el embalsamamiento de las momias del líder de Corea del Norte Kim il-Sung y del presidente de Venezuela Hugo Chávez, entre otros, durante los últimos 20 años no se ha registrado ningún cambio grave en la momia de Lenin. Se deteriora más rápido el traje con el que está vestido el cadáver que el tejido del cuerpo.
El traje con el que está vestido el cadáver se deteriora más rápido que los tejidos del cuerpo, según los expertos
El 27 de enero de 1924, seis días después de su muerte, el cadáver embalsamado del líder bolchevique fue colocado en un mausoleo temporal de madera, inaugurado el día del entierro oficial del fundador del Estado soviético. En agosto del mismo año fue elevado otro edificio, también temporal y también de madera, pero más amplio que el primero. El actual, diseñado por el arquitecto Alexéi Schúsev, vio la luz seis años más tarde y representa una pirámide escalonada de mármol y granito, un monumento clásico de la arquitectura soviética que forma parte del conjunto de la Plaza Roja.
Durante la II Guerra Mundial, la momia de Lenin fue trasladada desde su ubicación en Moscú a Tiumén, ciudad de Siberia, donde permaneció algo menos de cuatro años, en el edificio de la Academia Estatal de Agricultura. Fue devuelta a la capital en abril de 1945. Meses después de su muerte, en 1953, el cadáver de Iósif Stalin, presidente de la URSS, fue trasladado al mismo mausoleo que acogía los restos de Lenin. Allí permaneció ocho años, hasta que Nikita Jruschev decidió que fuera enterrado fuera del recinto, en el exterior de las murallas del Kremlin, junto a las sepulturas de otros líderes y personas destacadas de la URSS.
Durante muchos años, las colas fueron un paisaje habitual en la Plaza Roja, donde miles de personas se juntaban con la intención de acceder al panteón de Lenin. En 1967 y 1973 hubo dos intentos de volar el mausoleo, en los que murieron varias personas, incluidos los asaltantes. A raíz del segundo suceso, la momia fue colocada en un sarcófago de vidrio a prueba de balas.
Pese a su atractivo turístico, durante los últimos años se han levantado algunas voces solicitando que el cadáver del padre de la revolución rusa se trasladara de lugar. Entre las razones esgrimidas figura el anhelo del propio Lenin que, según mantienen algunos historiadores, deseaba ser enterrado bajo tierra, en San Petersburgo, junto a su madre y lejos del mundanal ruido.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.