¿Qué hacer con la momia de Lenin?
Los rusos se preguntan si sería mejor enterrar al fundador del Estado soviético y derrumbar su mausoleo
"¿Qué hacer?", se preguntaba Lenin hace exactamente 95 años en su libro homónimo cuando se disponía a fundar el partido revolucionario que 15 años más tarde tomó el poder en Rusia e instauró la dictadura bolchevique comunista. "¿Qué hacer con la momia de Lenin?", se pregunta hoy la sociedad rusa, polemizando sobre la conveniencia o no de enterrar al fundador del hoy desaparecido Estado soviético.El primero en plantear la necesidad de enterrar a VIadímir Ilich Uliánov, que ha pasado a la historia como Lenin, fue el director de teatro Mark Zajárov en 1990. La idea fue recogida por otros intelectuales, en particular por el filósofo y entonces miembro del Parlamento de la URSS Yuri Kariakin. Pero todos se olvidaron pronto de la momia y se ocuparon de cosas más importantes, como la desintegración de la URSS y después la terapia de choque y las reformas en Rusia.
Inesperadamente, el presidente Borís Yeltsin volvió a plantear el problema el pasado 14 de marzo en una reunión con los directores de los medios de difusión rusos. "Hay que resolver el problema de si se debe enterrar o no a Lenin, y quien debe decidirlo es el pueblo en el curso de una discusión pública", dijo Yeltsin.
La izquierda marxista reaccionó de inmediato y comenzó una campaña para impedir que se saque a la momia del mausoleo. Los diputados incluso trataron de aprobar una resolución "sobre la inadmisibilidad de trasladar el cuerpo de Lenin y enterrarlo en el cementerio Vólkovo", en San Petersburgo, donde está la tumba de su madre y donde, según algunos historiadores, él mismo querría haber sido sepultado.El documento, que fue discutido el viernes pasado y al que le faltaron 10 votos para ser aprobado, decía que "los planes de enterrar a Lenin persiguen fines políticos, concretamente desviar la atención de los ciudadanos de Rusia de los problemas económicos, sociales y espirituales que aquejan a la sociedad".La decisión de conservar el cuerpo de Lenin fue tomada el 25 de enero de 1924, cuatro dias después de su muerte. El primer mausoleo de Lenin, provisional y de madera, fue construido en tres días y terminado para la ceremonia fúnebre, realizada el 27 de enero. Después fueron muchos los que presentaron sus proyectos para el mausoleo definitivo. Entre ellos había algunos tan curiosos como uno en el que cada hora debía aparecer, cual un cuco de reloj, una estatuilla de Lenin que diría una de- sus frases famosas.La construcción del mausoleo -granito, mármol, labrador y porfirio-, sin embargo, fue encargada al famoso arquitecto Alexéi Shchúsiev, que resolvió magistralmente la tarea de que el edificio fúnebre armonizara con la arquitectura de la plaza Roja. El cuerpo de Lenin fue embalsamado por Borís Zvarski y VIadímir Vorobiov, que crearon un grupo especial que se ocupaba de mantener en perfecto estado la momia. Este grupo se convirtió en monopolista de las nuevas técnicas de embalsamiento: momificó los cuerpos del líder búlgaro Gueorgui Dimitrov, del dictador soviético lósif Stalin -que estuvo nueve años junto a Lenin y después fue expulsado y enterrado en la plaza Roja, detrás del mausoleo-, del checoslovaco Clement Gottwald, del vietnamita Ho Chi Minh, del angoleño Agustino Neto,y del guyanés Lindon Frobes Burnham.
A partir de 1991, el laboratorio adjunto al mausoleo se llama Centro de Estructuras Biológicas (CEB). El último encargo del CEB fue el embalsamiento del líder norcoreano Kim II Sung, por el que cobró 140 millones de pesetas.Ahora que no tiene financiación estatal, el CEB ha resuelto sus problemas económicos gracias a los vietnamitas -que "pagan bien y a tiempo" por el cuidado de la momia de Ho Chi Minh- y a los nuevos rusos. En unión con la funeraria Ritual,'el CEB restaura para el entierro los cuerpos de los nuevos ricos acribillados a balazos o dinamitados por sus rivales. Por cada restauración cobra entre 280.000 y 420.000 pesetas.Los rusos están divididos en cuanto a si se debe enterrar a Lenin o no. Según una encuesta publicada la semana pasada, el 48% de los interrogados se mostró a favor y el 38% en contra.
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