Túnez elige presidente a un laico y culmina su transición a la democracia
El exministro Essebsi aspira a modernizar el país en que comenzó la ‘primavera árabe’
El veterano exministro Beyi Caid Essebsi, de 88 años, ha ganado con más de 11 puntos de ventaja las primeras elecciones democráticas en Túnez para elegir al presidente de la República, celebradas este domingo. El contundente resultado y la concentración de poder que ha alcanzado su partido lo convierten en el líder que decidirá todo en el país donde se inició la primavera árabe hace cuatro años. Con la elección de Essebsi, Túnez completa la transición democrática que comenzó en 2011 con la caída del dictador Zine el Abidine Ben Alí, y que a lo largo de este año ha logrado el reto de aprobar una nueva Constitución y celebrar elecciones totalmente democráticas generales y presidenciales, algo que aún no han conseguido Egipto, Siria ni Libia, otros tres países árabes que el mismo 2011 se levantaron contra sus dictadores.
Nidá Tunis, el partido que se inventó Essebsi hace dos años, presenta como resumen y garantía de su programa la longeva carrera de su líder. Su ideario es conservador y secular, pero él se declara discípulo de Habib Burguiba, el dictador que firmó la independencia de Túnez, aunque en su versión actualizada y demócrata.
Los datos oficiales facilitados en la tarde de este lunes conceden la victoria sin paliativos a Essebsi con un 55,68% de los votos (1.731.529) frente al 44,32% (1.378.513) que cosechó el médico activista pro derechos humanos Moncef Marzuki. La tasa de participación se cifró en esta segunda vuelta de las elecciones en el 59,04% frente al 64,4% de la primera.
El portavoz de Nidá Tunis avanzó que ahora se dedicarán a formar el nuevo Gobierno, “porque no hay tiempo que perder”, tras haber ganado también en las legislativas de octubre 86 escaños de los 217 en disputa.
Los partidarios de Marzuki expresaron en las calles de algunas ciudades del sur su descontento, y ahora podrían presentarse recursos que dilatarían algo el proceso para arrancar esta nueva fase de la transición democrática en Túnez. Los analistas y los países vecinos observan con mucha atención cuál será el comportamiento en el poder de Essebsi y algunos de sus colaboradores. Durante la campaña se le ha cuestionado, sobre todo, por representar la amenaza de una posible vuelta al pasado y a los regímenes dictatoriales de Ben Alí y de su admirado Burguiba.
Hitos de la transición
- 14 de enero de 2011.Ben Alí se exilia en Arabia Saudí tras semanas de manifestaciones, poniendo fin a 23 años de dictadura en Túnez.
- Octubre de 2011. El partido islamista Ennahda, en clandestinidad durante la dictadura, logra el 40% de los sufragios en las elecciones constituyentes y forma Gobierno.
- Agosto de 2013. La Asamblea Nacional Constituyente suspende las actividades parlamentarias. El asesinato de dos líderes izquierdistas agrava la tensión política. Un año después, el Estado Islámico reclama la autoría de estos atentados.
- Enero de 2014. El Parlamento aprueba la primera Constitución de la democracia tunecina.
- Octubre de 2014. El partido laico de Essebsi consigue la mayoría en las legislativas.
Essebsi no tiene recato en proclamarse “producto de la escuela Burguiba, pero no su heredero”. Argumenta que en aquella época, cuando el patriarca llegó al poder, en Túnez había muchos analfabetos y pobreza, y entiende que tuvo que emplearse de “manera severa pero honesta para crear un Estado nuevo, generalizar la enseñanza y la salud, liberar a las mujeres y poner los cimientos del Estado”.
El nuevo líder de Túnez asegura que tiene varios planes para arreglar la situación política, económica y diplomática del país. “Yo sé sobre eso y lo haré”, asegura. Essebsi estuvo al cargo de varios ministerios durante 21 años, desde Interior a Exteriores, fue embajador en numerosos países, y también ostentó cargos en el Parlamento con Ben Alí. La base de su ideario es modernizar el Estado con personas bien preparadas, tecnócratas en los puestos clave de una Administración del siglo XXI como la de los Estados occidentales. Ante el futuro, confía en obtener resultados de un programa educativo nuevo para los jóvenes —llamado Esperanza— que actualice esos criterios.
Túnez vive el fenómeno del terror en la región muy de cerca. Tiene de vecinos a Libia, en pleno caos, y a Argelia, con grupos terroristas en vigor cerca de su frontera. El Estado Islámico acaba de amenazar al país para que asuma la ley islámica. Essebsi anuncia que será duro en clave interna, y hacia afuera culpa de la situación en Libia a Muamar el Gadafi, “que dejó armas para blindar 10 o 15 países”, y ahora promoverá una reunión en Túnez de los vecinos afectados por el desastre libio (Egipto, Argelia, la propia Libia, Malí y Níger) para jugar el papel de árbitro. Aboga por evitar una intervención extranjera.
Essebsi montó hace dos años Nidá Tunis con exdirigentes políticos, sindicales e intelectuales de centro, de derechas y de izquierdas que se unieron sobre todo para desbancar a los islamistas de Ennahda. Esa obsesión por erradicarlos ha cambiado, y ahora es más realista. No quiere gobernar con ellos, porque sería difícil de digerir para sus bases y votantes, pero tampoco exterminarlos: “Ennahda es una realidad. Debemos organizar la vida juntos. La represión sistemática contra ellos desde 1989 fue un error. Yo, personalmente, les garantizo su seguridad. Deben ejercer la política dentro de la ley y como los demás”.
21 años junto a Burguiba
La edad de Beyi Caid Essebsi, 88 años, ha estado toda la campaña tunecina en el debate. A su favor, porque sus partidarios y colaboradores no han parado de promocionar su experiencia y veteranía en todos los ámbitos. Y también en su contra, porque sus rivales le han recordado que por su longevidad política ha tenido tiempo para ser ministro del dictador Habib Burguiba 21 años, incluido del departamento de Interior durante la represión que siguió al movimiento estudiantil de 1968. Una entidad cívica le ha denunciado ahora por su implicación en la tortura. Él ha retado a que se prueben esas acusaciones, que parece que tendrán poco recorrido.
Essebsi, que cultiva el perfil de abuelo, solo se ha permitido aceptar que, durante los 30 años de la era Burguiba, el mandatario fue algunas veces muy severo. Ninguna autocrítica.
Cuando Ben Alí derrocó a Burguiba e implantó sus 23 años de poder absoluto, Essebsi se retiró un poco de la escena, se dedicó a la abogacía, vivió fuera del país y solo ostentó algunos cargos en el Parlamento. Cuando Ben Alí cayó, en enero de 2011, y hubo que inventar un nuevo Gobierno provisional, le fueron a buscar. Essebsi se convirtió así en el primer presidente del Gobierno de Túnez en ese periodo transitorio. Fue el que organizó las primeras elecciones en otoño de 2011, que ganaron los islamistas de Ennahda. En 2012 montó Nidá Tunis para derrotarles ya en las urnas. Ahora lo ha conseguido, tanto en el Parlamento como en el Palacio de Cartago. Pero no olvida sus deudas.
Cuando le preguntaron recientemente si de verdad pensaba recuperar la estatua ecuestre de Burguiba para una plaza de Túnez respondió: “La avenida Habib Burguiba sin Burguiba no tiene sentido. Si puedo organizaré su retorno”.
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