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Corea amenaza a EE UU si no acepta investigar juntos el ciberataque

Pyongyang advierte de "graves consecuencias" si la Casa Blanca se niega a una comisión

Un cartel publicitario de la película 'The Interview' en California.
Un cartel publicitario de la película 'The Interview' en California.Christopher Polk (AFP)

Corea del Norte niega tajantemente ser responsable del ataque informático masivo que sufrió Sony y que ha desembocado en la cancelación del estreno de La Entrevista, una comedia basada en un intento de asesinato del líder norcoreano Kim Jong-un. “Tenemos medios para probar que este incidente no tiene nada que ver con nosotros”, informó ayer la agencia norcoreana KCNA, citando un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores del hermético país.

El comunicado carga contra Washington por “difundir acusaciones infundadas y calumnias” y propone una comisión de investigación conjunta para esclarecer las causas del asalto cibernético y las posteriores amenazas contra aquellos que distribuyeran el filme. De no aceptar la investigación conjunta y seguir culpando a Corea del Norte, EE UU sufrirá “graves consecuencias”, señala el portavoz.

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“Nunca vamos a tolerar que nadie insulte a nuestra máxima autoridad. Sin embargo, en caso de tener que tomar represalias, no atacaríamos a los espectadores inocentes en salas de cine, sino a los responsables de las actividades hostiles contra Corea del Norte”, reza el texto. El FBI acusó formalmente a Pyongyang de orquestar uno de los mayores asaltos informáticos de la historia contra una empresa privada.

A pesar de la contundencia de la respuesta norcoreana, EE UU culpa a Pyongyang del incidente apoyándose en el modus operandi de los delincuentes, muy similar a un ciberataque en 2013 contra medios de comunicación y bancos surcoreanos y que Seúl también atribuyó al Norte. Varios desertores del régimen norcoreano han confirmado que el país cuenta con una unidad militar especializada en sustraer información de páginas webs de empresas y organizaciones extranjeras.

Aunque sin mencionar el título, el Ministerio de Exteriores norcoreano ya advirtió que el estreno de la película sería considerado como “un acto de guerra” y que habría represalias “sin piedad”. El régimen también amenazó con un “severo castigo” a los autores del filme, protagonizado por Seth Rogen y James Franco. Estas expresiones son utilizadas de forma recurrente por el régimen de Pyongyang, en cuyos comunicados abundan la retórica belicista y las amenazas verbales.

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El ataque contra Sony, que las autoridades norcoreanas relacionan con “un posible acto de justicia de los partidarios y simpatizantes de Corea del Norte”, paralizó la empresa. Su punto álgido fue la publicación en la Red de numerosos documentos confidenciales. El grupo de hackers Guardianes de la paz reivindicó el acto y exigió la cancelación del estreno de la película. Las amenazas se ampliaron a las salas de cine y las distribuidoras, que han decidido no proyectarla, lo que llevó a Sony a suspender el estreno.

El presidente estadounidense, Barack Obama, calificó de “error” la decisión de retirar la película: “No podemos dejar que un dictador empiece a imponer censura en EE UU”, declaró. El consejero ejecutivo de Sony, Michael Lynton, defendió que “no han cedido” ante los terroristas y que su voluntad “siempre ha sido que el público viera la película”.

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