Obama minimiza la posibilidad de viajar a Cuba a corto plazo
“El cambio va a llegar a Cuba”, asegura el presidente de EE UU
Si la primera pregunta de la última rueda de prensa del año del presidente de EE UU, Barack Obama, ha sido para Corea del Norte y las consecuencias que ha provocado su asalto cibernético sobre Sony, la segunda se la ha llevado la agenda puramente doméstica —aunque tratándose de EE UU todas lo son—, y ha versado sobre la reforma impositiva en el futuro Congreso en manos republicanas que se estrena el próximo 5 de enero. Y con la tercera cuestión, Obama ha podido hablar de Cuba y defender el paso dado este miércoles —día para la Historia en mayúsculas— cuando anunció que EE UU ponía fin a más de medio siglo de enemistad entre Washington y La Habana. “Comparto la preocupación que tienen los disidentes y las organizaciones de derechos humanos, sé que Cuba es todavía un país que oprime a su pueblo, pero los cambios no se producen de la noche a la mañana”, ha dicho.
Conocedor de que acababa el año habiendo burlado —por ahora— la maldición del pato cojo, Obama ha declarado lo que ya había dicho hace unos días, que cuando una política se ha probado durante 50 años y no ha dado resultado es hora de pasar página y probar algo nuevo. “El cambio va a llegar a Cuba”, ha asegurado el mandatario. “Tiene que llegar”, ha enfatizado. “La economía cubana no funciona, durante mucho tiempo se apoyaron en la Unión Soviética y luego lo han hecho en Venezuela, pero eso no se puede sostener más”, ha dicho como aviso a navegantes para Caracas y el régimen de Nicolás Maduro.
Obama ha minimizado la posibilidad de que visite Cuba en los dos años que le quedan de mandato, pese a que la Casa Blanca y él mismo no lo descartaron en días anteriores. “No estamos en ese escenario de yo visitando Cuba o Castro viniendo. No sé cómo se desarrollará la relación en varios años”. Y lo ha dejado ahí.
Obama ha explicado que la única vez que se mencionó el nombre de Fidel durante la conversación con su hermano Raúl, presidente de Cuba, fue cuando el mandatario norteamericano se excusó por lo larga que había sido su introducción telefónica —15 minutos— y Raúl bromeó diciendo que de momento no superaba las siete horas que había llegado a hablar Fidel.
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