El Senado de EE UU aprueba a regañadientes la ley presupuestaria
La ley evita un nuevo cierre del gobierno, pero no acaba de gustar a muchos demócratas, incluido el presidente Barack Obama
El Senado de Estados Unidos ratificó la noche del sábado la ley presupuestaria que permitirá que la mayor parte del gobierno de Barack Obama disponga de fondos suficientes durante 2015. De este modo, se desactiva de forma definitiva el riesgo de un nuevo cierre del gobierno, puesto que la Cámara de Representantes ya aprobó “in extremis” la propuesta de ley a última hora del jueves y el presidente Obama ha dicho que la firmará, aunque no le acabe de gustar.
“Esta es, por definición, una propuesta de ley de compromiso”, había dicho el presidente el viernes. Ese era el día en que se esperaba que la cámara alta diera el visto bueno a la ley presupuestaria, aunque todavía tuvieron que pasar 24 horas más -e intensos debates y negociaciones- para que se cerrara el procedimiento. De hecho, la de este sábado fue la primera vez en lo que va de año que los senadores sesionaron durante el fin de semana, lo que demuestra la tensión que se mantuvo durante toda la negociación.
Con la aprobación en el Senado, por 56 votos a favor y 40 en contra, ya solo falta la firma de Obama para que la ley entre en vigor. Algo que se da por descontado, puesto que el presidente ha dejado claro que, pese a que él hubiera preferido otro presupuesto, no se negará a rubricar el texto que ahora debe llegar a su Despacho Oval.
“Es lo que se produce cuando tenemos el tipo de gobierno dividido que el pueblo estadounidense ha votado”, dijo Obama el viernes en referencia al hecho de que, a partir de enero, la oposición republicana tendrá la mayoría en las dos cámaras del Congreso, algo que ya se ha hecho notar en la negociación de estos últimos presupuestos.
El Senado tenía hasta la medianoche de este sábado para aprobar los más de 1.600 folios que contienen la ley presupuestaria, que garantiza 1,1 billones de dólares al gobierno federal hasta septiembre de 2015.
El paquete no deja satisfecho completamente ni a republicanos ni a demócratas. Sobre todo al ala más liberal del partido de Obama, que considera que el presupuesto aprobado constituye un servicio para los “millonarios, multimillonarios y compañías gigantes con armadas de cabilderos y abogados”.
“¿Para quién trabajamos?”, preguntó esta semana repetidamente la senadora de Massachusetts, Elisabeth Warren, que lidera la oposición de su partido a los presupuestos.
“Hay un puñado de provisiones en esta propuesta de ley que no me gustan”, coincidía Obama. Pero a la par, recordó, parte de los 1,1 billones de dólares aprobados permitirán garantizar que se siguen financiando proyectos muy importantes para su gobierno como es la reforma sanitaria -a pesar de fuertes frenos previstos en el presupuesto- o la lucha contra el cambio climático, pese a las críticas republicanas a este tipo de medidas.
A cambio, los demócratas tienen que tragarse “sapos” como la revocación de algunos aspectos de la reforma financiera de Wall Street que impulsó Obama tras la crisis o una gigantesca ampliación del límite a las donaciones personales a candidatos políticos, cuya cantidad máxima se multiplica con esta ley por diez, de 32.400 dólares a 324.000.
La ley presupuestaria es además un claro castigo para la decisión de Obama de actuar sin el Congreso para frenar la deportación de hasta cinco millones de inmigrantes indocumentados. Mientras que las demás agencias del gobierno recibirán suficientes fondos con este presupuesto para acabar el año fiscal -hasta septiembre-, el Departamento de Seguridad Nacional, el ministerio encargado de implementar las acciones ejecutivas migratorias del presidente, solo tendrá dinero hasta el 27 de febrero.
Pese a todos los reparos, el todavía líder del Senado, el demócrata Harry Reid, había urgido a sus compañeros de partido a aprobar la ley.
“Desde 2011, el Congreso ha ido de crisis en crisis, con el país bajo la constante amenaza de un cierre de gobierno o una catástrofe económica”, recordó. “Eso es un mal hábito y el pueblo estadounidense está cansado de eso”, subrayó.
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