Una semana de respiro en Pekín
La capital china adopta las medidas antipolución más drásticas desde los Juegos de 2008
Temperaturas primaverales, sol brillante, cielos azules y un tráfico fluido. Pekín, célebre por sus altos niveles de contaminación, se ha convertido en un paraíso para sus visitantes. Las autoridades chinas han adoptado las medidas más drásticas desde las Olimpiadas de 2008 para que la capital cause la mejor impresión durante las reuniones de la APEC, el Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico, que culminarán los próximos lunes y martes con una cumbre donde se darán cita una veintena de jefes de Estado y de Gobierno de países asiáticos y americanos.
La “prioridad de las prioridades”, como la ha calificado el viceprimer ministro Zhang Gaoli, ha sido reducir la contaminación durante los días en que los líderes mundiales, incluido el presidente estadounidense Barack Obama y el ruso Vladímir Putin, se encuentren en Pekín para la cumbre. Para ello se ha impuesto un sistema de circulación de vehículos en días alternativos de acuerdo con la cifra final de sus matrículas. También se ha dado órdenes a las fábricas más contaminantes, en Pekín y en las provincias que la circundan, de paralizar sus actividades durante esta semana y hasta el final de la reunión. Solo en la provincia de Hebei se han visto afectadas más de 2.300 fábricas y cerca de 2.500 obras de la construcción, según el diario China Daily.
Para evitar las aglomeraciones y la saturación del tráfico se han concedido seis días de vacaciones a los trabajadores del vasto sector público, a los que se ha animado a marcharse de turismo a otros lugares. A otros se les ha enviado fuera en viajes de negocios. Mientras las agencias de viajes ofrecen descuentos a quienes quieran salir de la capital, servicios como la celebración de bodas, expedición de certificados oficiales o visados han quedado suspendidos hasta después de la cumbre. Las escuelas públicas también han clausurado sus puertas.
Hasta los funerales se han visto afectados: la quema de ropa de los difuntos en los cementerios, un rito de despedida a los muertos en China, ha quedado prohibida en el camposanto más importante de Pekín, el de Babaoshan.
El resultado de estas medidas -y de un viento favorable que ha contribuido a dispersar la contaminación atmosférica- ha sido que la ciudad, donde se han plantado árboles nuevos, dado una mano de pintura a numerosos edificios e instalado ornamentos florales por todo el centro de la ciudad, luzca esplendorosa como nunca. Muy lejos de las escenas de octubre, cuando 30.000 personas participaron en el maratón de Pekín en medio de una fuerte contaminación, 16 veces superior al máximo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera tolerable.
Pero los residentes que permanecen en Pekín se quejan de los variados inconvenientes que conlleva la celebración de la cumbre: el servicio postal está suspendido, numerosas calles bloqueadas al tráfico y las entregas a domicilio paralizadas. Se han reforzado los controles de seguridad, especialmente en el transporte público. Y las imitaciones han desaparecido como por ensalmo de los mercadillos.
El Gobierno local ha emitido un comunicado para rogar a los 20 millones de residentes en Pekín “comprensión” ante las medidas y recordarles su “responsabilidad” a la hora de “ser buenos anfitriones, dar la bienvenida calurosamente a los invitados y garantizar un buen servicio durante las reuniones”.
“Hasta ahora unas medidas temporales de este tipo sólo se habían visto una vez, en 2008”, con las Olimpiadas, apuntó Li Shuo, responsable de Política Climática y Energética de Greenpeace en el este de Asia. “Un aire sano no debería de reservarse solamente para los invitados distinguidos, sino para cada residente de la ciudad”.
Un estudio publicado esta semana y basado en investigaciones desarrolladas por las Universidades chinas de Pekín y Tsinghua, entre otras instituciones, indicaba que el número de muertes en China debidas a la contaminación se elevó a 670.000 en 2012. Ese año, más del 70 % de la población se vio expuesta a niveles de polución superiores a una concentración de 35 microgramos por metro cúbico de aire de partículas contaminantes, el máximo que el Gobierno chino considera aceptable.
En cualquier caso, los esfuerzos por conseguir un aire puro en Pekín, aunque sea durante un par de semanas, parece que tendrán un alcance limitado. El servicio meteorológico ya ha anticipado que debido “condiciones adversas de viento” la contaminación comenzará a acumularse de nuevo a partir del fin de semana.
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