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Así se dibujan los mapas electorales que también deciden las elecciones

Los partidos pueden plantear cada diez años un nuevo diseño de los distritos electorales

El rebuscado distrito cinco de Illinois.
El rebuscado distrito cinco de Illinois. GovTrack.us
Gerrymandering. Dícese del proceso de dibujar los límites de un distrito político por parte del partido en el poder para perpetuar su posición; diseñar un distrito para que encaje en un patrón de voto.

Cuenta el Diccionario Político de William Safire que el término deriva del nombre de un gobernador de Massachusetts, Gerry Elbridge. En 1811 aprobó una ley que modificó los mapas electorales para favorecer a los demócratas. El pintor Gilbert Stuart, con el mapa delante, dibujó las líneas y le dijo al director del diario Boston Centinel: “Se parece a una salamandra” -‘salamander’, en inglés. “¿Una salamandra?”, respondió el periodista. “¡Llamémoslo entonces gerrymander!” Y así, mitad nombre de gobernador, mitad salamandra, nació un término repetido en cada cita electoral como el más famoso de los candidatos.

Esta anécdota puede resultar tan caricaturesca como la forma que toman en los mapas algunos de los distritos electorales de Estados Unidos. Pero cada diez años, tras recibir los datos del nuevo censo de población, demócratas y republicanos plantean un nuevo reparto de los distritos que hayan sufrido un mayor cambio demográfico. El proceso, cuyo objetivo es mantener el equilibrio de la representación directa de los ciudadanos conforme cambia la distribución de la población del país, está contemplado en la legislación, pero su resultado puede ser tan decisivo como las mismas elecciones.

Mapa del Cuarto Distrito Electoral de Carolina del Norte.
Mapa del Cuarto Distrito Electoral de Carolina del Norte.

La competencia para rediseñar los mapas de distritos electorales -en qué calle y en qué manzana acaba uno y empieza el siguiente- recae sobre los Estados. En algunos de ellos se han establecido comisiones independientes, pero en la mayoría, en 37, es el congreso estatal quien posee esta competencia, por lo que queda, a su vez, en manos del partido que en ese momento conserve la mayoría, según el Brennan Center for Justice.

Coincidiendo con los nuevos datos del Censo, tanto el Partido Demócrata como el Republicano buscan sus oportunidades en las zonas que hayan perdido población y que tendrán menos distritos a repartir, y en las que haya más ciudadanos, especialmente pertenecientes a minorías raciales, que puedan descompensar las mayorías existentes hasta entonces.

“Este ritual de recortar y emparejar los Estados en 435 unidades soberanas nació con la intención de mantener equilibradas las escalas electorales de la democracia”, explica Robert Draper en la revista The Atlantic. “A cambio, se ha convertido en una de las prácticas más insidiosas de la política americana”.

Mapa del Tercer Distrito Electoral de Maryland.
Mapa del Tercer Distrito Electoral de Maryland.

El ejemplo más reciente lo ha protagonizado Virginia, donde el Tercer Distrito está pendiente de un nuevo diseño que acaba de ser bloqueado por los tribunales. Impulsado por la mayoría republicana en ese Estado, el reparto ha sido rechazado a menos de un mes de las elecciones por una corte federal que considera que es inconstitucional. Según los jueces, uno de los factores principales en el diseño de los nuevos mapas fue la raza de los votantes.

El tribunal federal determinó que el objetivo del nuevo reparto es aglutinar los barrios de mayoría de población afroamericana -que vota tradicionalmente a candidatos demócratas- en un solo distrito, de manera que perdieran la capacidad de amenazar la victoria de un aspirante republicano. El ejemplo más reciente ocurrió en 2012: a pesar de que los candidatos republicanos a la Cámara de Representantes sumaron el 51% de los votos en Virginia, no consiguieron 6 de los 11 escaños, sino 8, lo que equivaldría -en un reparto equitativo- a un 73% de votos.

Larry Sabato, el experto en predicciones del Centro de Política de la Universidad de Virginia, defiende que este proceso ha derivado en una realidad en la que 395 de los 435 puestos de la Cámara de Representantes que se eligen el próximo martes, tienen un ganador asegurado: el mismo candidato que ya ocupa el puesto. La emoción está limitada a apenas 40 candidaturas. ¿Por qué? La respuesta esconde un poco de demografía y otro poco de gerrymandering.

Mapa del Distrito Electoral Veintisiete de Texas.
Mapa del Distrito Electoral Veintisiete de Texas.

“Los puestos garantizados tienen una demografía muy específica”, explica Stein Ringen, profesor de Sociología en la Universidad de Oxford. “Dependiendo de la composición económica, racial, étnica o de edad de la población de ese distrito, puede haber una mayoría segura para uno de los partidos. En los distritos donde hay una demografía mixta, la victoria puede caer de cualquier lado”.

Los nuevos mapas electorales de Texas, por ejemplo, también habrían intentado evitar esa incertidumbre. El Estado sufrió uno de los mayores crecimientos de población de minorías raciales en la década 2000-2010, ganando 4,3 millones de ciudadanos y un puñado de nuevos distritos. La ley establece, sin embargo, que deben reflejar el cambio demográfico para mantener el equilibrio de representación -una persona, un voto- y no garantizar la reelección automática del candidato en el poder.

El fiscal general Eric Holder denunció el año pasado que este nuevo diseño, que todavía puede ser apelado hasta el Tribunal Supremo, habría discriminado contra los votantes hispanos, al reducir la influencia de su voto en las próximas elecciones. Holder se apoyó en una dura decisión judicial en la que los jueces, según recordó el fiscal, citaron que cada una de las partes habían aportado más pruebas sobre la intención de discriminar contra las minorías “de las que tenían espacio ni necesidad” en el texto de la sentencia.

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