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‘Lamérica’ está en Albania

En los noventa, los albaneses veían en Italia un país de promesas. Se ha revertido la pauta

Unos 250 refugiados albaneses llegan al puerto de Brindisi (Italia), en 1997.
Unos 250 refugiados albaneses llegan al puerto de Brindisi (Italia), en 1997.M. S. (AP)

La dirección es calle Juan Pablo II número 3, en el centro de la ciudad. La oficina se llama Qkr, y es donde se inscriben las empresas nuevas. A veces es posible incluso conmoverse al ver la fachada anónima de un edificio oficial. "Entré aquí el lunes 10 de marzo a las once de la mañana. Pagué el equivalente a 72 céntimos de euro. El martes 11 de marzo, exactamente a mediodía, tenía en mis manos toda la documentación necesaria para abrir mi restaurante. Fue una locura..." Hoy, el local de Gaetano Motola cumple seis meses. Se llama La Freccia di Cupido, La flecha de Cupido, un homenaje a cierto sentimentalismo italiano. El menú ofrece espaguetis con tomate, costillas, strascinati, tripas. Es su intento de empezar una nueva vida en el Este.

Albania sueña con entrar en Europa. Pero el hecho de que estuviera fuera es lo que atrajo a Gaetano Motola

Gaetano Motola era un directivo que cobraba 6.000 euros al mes. Se ocupaba del alquiler de cruceros. Le despidieron por la crisis, junto a muchos otros colegas. Durante tres años trató de dedicarse a la hostelería en Italia, sin suerte. Y ahora está aquí, dispuesto a jugarse la última carta. Es un italiano en Albania. Un inmigrante en sentido inverso.

Dos hombres intentan subirse a un barco con el que huir a Italia desde el puerto de Durres (Albania), en 1997.
Dos hombres intentan subirse a un barco con el que huir a Italia desde el puerto de Durres (Albania), en 1997.Santiago Lyon (AP)

¿Quién iba a decirlo? A principios de los años noventa, eran los albaneses quienes se embarcaban a toda costa. Querían llegar a "Lamérica", que era el nombre que daban a Italia. Habían conocido el país a través de los programas de televisión que llegaban del otro lado del mar. Hubo escenas épicas, como la del mercante Vlora, atracado en el puerto de Bari el 21 de agosto de 1991 con 23.000 personas a bordo. Pero hoy la historia ha cambiado. Además de los numerosos albaneses desilusionados que están volviendo a casa (87.000 entre junio de 2010 y junio de 2014), están los primeros italianos que intentan reconstruirse una vida en un país más pobre. "Había ahorrado 200.000 euros", explica Gaetano Motola, "y decidí invertirlos en mi pasión por la comida. Mi hermano y yo abrimos un restaurante en Mombaroccio, un pequeño pueblo medieval en la región de las Marcas. No faltaban clientes, pero el 70% del dinero que ingresábamos acababa yendo a parar al Estado. Trabajábamos para nada. Aquí, en Albania, es distinto: los impuestos no pueden superar un máximo del 20%".

Estamos en el barrio de Blloku, detrás de la Sky Tower. Bares, oficinas, centros de atención telefónica. Una vida en ebullición. Cada noche, los locales compiten por poner la música más alta. Las jóvenes bailan en la calle. Albania sueña con entrar en Europa. Pero el hecho de que estuviera todavía fuera es precisamente lo que atrajo a Gaetano Motola. "Si entre la comida y la cena conseguimos 30 cubiertos al día", explica, "ingresamos 17.000 euros mensuales; 3.400 se dedican a los impuestos, 1.000 son para pagar los salarios del cocinero y los dos camareros, 3.000 se van en materias primas de calidad, 200 en electricidad. Eso significa que nos quedan 9.400 euros al mes. Una fortuna, sobre todo aquí".

En 2014 llegaron a Albania 22.000 italianos, el 80%, por razones económicas

Según los datos proporcionados por el ministro de Bienestar, Erion Veliaj, en 2014 llegaron a Albania 22.000 italianos (el 80%, por razones económicas). Otros 1.700 tienen ya un permiso de residencia por motivos de trabajo. Muchos de ellos son emprendedores fracasados que buscan una segunda oportunidad. Pero también hay quien emigra al Este sin deseos de hacerse rico. Como el experto en marketing empresarial en Internet Paolo Picci, que salió de Ancona para ir a vivir a Scutari. "Italia es un país en continuo declive. Yo prefiero empezar desde abajo y con la certeza de ir a mejor. Aquí he pasado de ganar 400 euros a 1.000 euros. Vivo bien. La Albania de hoy es la Italia de los años sesenta".

En el barrio de Blloku se encuentra la sede de Ids, uno de los mayores centros de atención telefónica de Tirana. Quinientos empleados, con turnos que cubren, en rotación, de las site de la mañana a las nueve de la noche. Haber querido a Italia da a muchos jóvenes albaneses la posibilidad de tener trabajo. Atienden a clientes de las compañías telefónicas italianas. Sin embargo, entre ellos hay una sorpresa: Maria Lucia Aversa, de 25 años, que viene de Cassano allo Jonio, en Calabria. "Hace falta cierto valor para emigrar. Pero ahora por lo menos mi marido y yo tenemos un sueldo seguro y salimos por la noche. No nos falta de nada. Todos son muy amables con nosotros". El primer ministro Edi Rama declaró en una ocasión: "Los italianos son albaneses vestidos de Versace". Quizá era una simplificación excesiva. Pero no cabe duda de que existe esa familiaridad, una especie de reminiscencia. Los italianos llegan a Albania a buscar en sí mismos algo que han perdido. Se llama esperanza.

Traducción: María Luisa Rodríguez Tapia.

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