Obama esgrime su legado económico ante unas legislativas adversas
El presidente vuelve la atención a los asuntos internos tras meses centrado en los conflictos globales
Barack Obama intenta cambiar de tema. Él no quería ser presidente para bombardear terroristas en Oriente Medio o resucitar los fantasmas de la guerra fría con Rusia. Su misión, cuando en enero de 2009 llegó a la Casa Blanca, era evitar que Estados Unidos cayese en otra gran depresión y preparar la economía para el siglo XXI.
Ahora, tras un verano en que la inestabilidad mundial le ha distraído de sus prioridades en casa, el presidente de EE UU vuelve a la economía. En un discurso en la Northwestern University, en Evanston (Illinois), Obama reclamó este jueves su legado económico —caída del paro, crecimiento del PIB, reducción del déficit, ampliación de la cobertura sanitaria, revolución energética— y lo colocó en el centro de la campaña para las elecciones legislativas del 4 de noviembre.
"Hace seis años que nuestra economía casi se derrumbó. Y, a pesar del choque, tras el sufrimiento que tantos hemos sentido, y a pesar del trabajo duro y agotador que ha requerido salir de aquello, y de todo lo que queda por hacer, hemos sentado unos fundamentos nuevos", dijo Obama ante un público de estudiantes.
La economía es la principal preocupación de los votantes en las elecciones de medio mandato, según un sondeo de Associated Press y Gfk. Las elecciones renovarán a toda la Cámara de Representantes, dominada por el Partido Republicano, y un tercio del Senado, ahora dominado por el Partido Demócrata del presidente. Los republicanos aspiran a aprovechar el descontento con el presidente y la escasa movilización de algunos votantes tradiconales demócratas —minorías y jóvenes— para recuperar el Senado.
"Cuando saltan las alarmas en algún lugar, sea el desastre natural o provocado por el hombre; cuando o una idea o un invento puede cambiar las cosas; el mundo llama a América. No a Moscú. No a Pekín. A nosotros" Barack Obama, ante los alumnos de la Northewestern University
"Es indiscutible que nuestra economía es más fuerte hoy que cuando llegué al cargo", dijo el presidente. "Al mismo tiempo también es indiscutible que millones de americanos todavía no notan allí donde más les importa, en sus vidas, los beneficios de una economía en crecimiento".
El discurso llega tras meses de dificultades para Obama. Meses en los que la política exterior apenas le ha dejado tiempo para ocuparse de otros asuntos y en que ha tenido que rectificar posiciones que habían definido su presidencia, como la retirada de Irak y la renuncia a bombardear en Siria. Durante las últimas semanas, la amenaza terrorista y el lenguaje belicista ha regresado a los titulares.
La semana pasada, ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York, Obama esbozó la nueva política exterior. Terminados los años de repliegue, en los que la primera potencia evitaba involucrarse en conflictos lejanos, el presidente reclamó el liderazgo de EE UU. En Oriente Medio ante el ascenso del yihadismo suní. En Europa ante la vulneración de la soberanía de países como Ucrania. En África ante el el virus del ébola.
El discurso de Evanston complementa el de la ONU. Si en la ONU era la política exterior, en la Northewestern University fue la economía interior. En ambos casos, con un mensaje común: Estados Unidos no está en decadencia. No ha dejado de ser el país líder en el mundo: "Cuando saltan las alarmas en algún lugar, sea el desastre natural o provocado por el hombre; cuando o una idea o un invento puede cambiar las cosas; el mundo llama a América. No a Moscú. No a Pekín. A nosotros", dijo el jueves. Ni su economía ha dejado de ser la más dinámica: "Por primera vez en más de una década, los líderes empresariales de todo el mundo han dicho que el lugar más atractivo para invertir no es India, o China, sino los Estados Unidos de América".
Atado de manos por un Congreso que, desde 2011, bloquea cualquier iniciativa ambiciosa, a Obama le queda la posibilidad de gobernar mediante decretos presidenciales, más modestos y más provisionales que una ley al uso, pues el siguiente presidente los puede revocar. Otra opción: recurrir a los poderes persuasivos del cargo, la creencia —con escaso fundamento empírico— de que la palabra del presidente, sus dotes oratorias, pueden mover cambiar a la opinión pública y convencer a sus rivales políticos de que le apoyen.
El discurso fue un esfuerzo por modelar su legado, por exponer un relato benévolo sobre una presidencia que, a falta de dos años de las próximas elecciones presidenciales, muchos dan por agotada. La pugna por el lugar que ocupará Obama en la historia —el presidente del declive o el que recuperó la hegemonía, el de un nuevo boom económico o el del estancamiento perenne y las desigualdades exacerbadas— ha comenzado, y Obama, que antes que político aspiró a ser escritor, quiere escribir su versión.
Fue un esfuerzo por exponer un relato benévolo sobre una presidencia que muchos dan por agotada
Obama recordó que, sin adoptar medidas de austeridad al estilo europeo, el déficit presupuestario ha bajado de un 10 a un 3% del producto interior bruto y la tasa de paro ha caído de un 10 a un 6,1% desde 2009. Dijo que EE UU ha creado más empleos que Japón, Europa y el resto de economías desarrolladas sumadas. Se jactó de que este país haya superado a Rusia y Arabia Saudí como primer productor de petróleo y gas natural. Celebró el rescate de la industria automovilística norteamericana durante su mandato. Y explicó que, gracias a la controvertida reforma sanitaria, unos 10 millones de personas sin cobertura sanitaira han podido acceder a un seguro médico.
"A pesar de todo lo que queda por hacer, a pesar de todos los ciudadanos que todavía tienen que notarlo, quiero que la gente sepa que están pasando cosas realmente buenas en América", dijo.
"Yo no me presento este otoño. Y Michelle [Obama, la primera dama] está bastante contenta", bromeó tras enumerar una serie de propuestas —desde la reforma de la inmigración hasta el aumento del salario mínimo— que el Congreso bloquea. "Pero no os equivoquéis: estas políticas se someten a votación. Todas y cada una de ellas".
En Evanston Obama intentó fijar los argumentos de la campaña. Otra cosa es que los candidatos demócratas los sigan y reclamen su ayuda. ¿Quién desea aparecer junto a Obama en una foto? En las próximas semanas se verá. Es el síndrome del pato cojo: el líder en retirada sin poder ni de acción ni de persuasión. Cuando recobra el liderazgo internacional con la ofensiva contra el Estado Islámico en Siria e Irak, en casa le amenaza la irrelevancia.
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