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El paulistano que siempre dice no

¿Por qué los vecinos de São Paulo protestan contra ciclovías, metro y museos, elementos positivos en otras ciudades?

María Martín
Ciclistas se manifiestan a favor de una ciclovia en São Paulo.
Ciclistas se manifiestan a favor de una ciclovia en São Paulo.FOLHAPRESS

Ocurre en São Paulo un fenómeno intrigante. Cada cierto tiempo una recogida de firmas acaba teniendo tanta o más repercusión que una iniciativa de Avaaz.org contra el cambio climático. Las peticiones, firmadas generalmente por vecinos adinerados, viajados y con estudios, no piden más seguridad en las calles, ni salarios dignos para sus empleados, ni cortar el tráfico los fines de semana para poder pasear, ni tampoco el cierre de enormes centros comerciales que asfixian la vida del barrio. Lo que quieren es acabar con lo que cualquier vecino del mundo querría: paradas de metro, carriles-bici, autobuses más rápidos y, ahora, un museo.

Aducen estos vecinos que esas cosas atraen gente no tan viajada y con menos dinero, gente diferente, vendedores ambulantes y autobuses con niños. O casi peor: alejan de sus calzadas, restaurantes y boutiques al ciudadano exclusivo, como advertía años atrás una peluquera del barrio de Moema angustiada al ver su calle pintada de rojo: "¿¡Dónde voy a colocar a mis clientas que son millonarias que van con sus coches importados?! ¿¡Crees que van a venir en bicicleta?!".

Los vecinos de los barrios ricos se sienten inconformados, desprotegidos y protestan aparcando sus coches en la 'alfombra' roja destinada a las bicicletas, se desahogan en facebook contra los farofeiros -algo así como los domingueros- y se movilizan en busca de firmas. ¿Qué le pasa al paulistano?

"Este es un síntoma de la élite. Estas regiones -Moema, Higienópolis, Jardim Europa- siempre han estado protegidas por la policía. El hecho de que una nueva clase media, ahora con algo de dinero, tome la ciudad, para ellos significa inseguridad", mantiene Altair Moreira, del Instituto Polis, una ONG que aboga por ciudades sostenibles y más democráticas. “Es un fenómeno nuevo e importante en Brasil, la población de la periferia y de otros barrios no tan privilegiados está asumiendo la ciudad como un todo, mientras genera ese incomodo en la élite, que no está acostumbrada a compartir su espacio".

Contra esa élite se organizó este sábado un "churrasco de gente diferenciada". Casi un centenar de personas se plantó en la calle de la anciana que lideró la recogida de firmas contra el supuesto caos que el Museo de Arte y Sonido (MIS) genera a los ilustres vecinos de Jardim Europa, un barrio con casas con más estructura y personal que muchas urbanizaciones. Los diferenciados lanzaron harina de mandioca -un clásico de los domingueros y los churrascos-, clamaron contra los prejuicios de los ricos y tocaron los timbales. Pero los ilustres promotores de la iniciativa estaba pasando el fin de semana fuera, así que solo oyó el jaleo el servicio encargado de cuidar del patrimonio durante la ausencia de los patronos.

"Brasil no ha desarrollado aún esa noción de espacio público. Perdura esa característica de considerar que el espacio público es un espacio privado. Las ciclovias, el MIS, el metro en Higienopolis dejan claro que hay una parte de la élite de la sociedad que no quiere ver cómo el espacio público se transforma en algo de todos, afirma Emerson Ricardo Girardi, profesor de sociología de la elitista Fundación Armando Alvares Penteado (FAAP).

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Sirva de consuelo que no se trata de algo exclusivo de Brasil, ni de São Paulo, vecinos con rabia de las ciclovias los hay hasta en Nueva York. Lo demostraron en 2011 cuando la protesta de un grupo de vecinos llegó al New York Times. Lo titularon: "Desarrollo verde? Sí pero no en mi patio". Eran progresistas y ecologistas, pero querían acabar con una ciclovia. Ahí sigue todavía.

"La ciudad se organizó de una forma individualista y privativa, teniendo en mente la predominancia que se ha dado al automóvil. Una parte de la sociedad se acostumbró durante mucho tiempo a privilegios que no les correspondían. Es un problema para ellos porque les iguala socialmente. En esta cuestión, creo que la idea de distinción es central, hasta ahora se distinguían por vivir en un espacio determinado, privilegiado, que empieza a ser usado por todos. En esa élite que se queja hay una dificultad grande en lidiar con lo diferente y el espacio público”, defiende Alexandre Barbosa Pereira, antropólogo e professor da Unifesp.

Mientras los ánimos del churrasco se desinflaban y algún vecino atendía a los periodistas a través del telefonillo de su mansión, el quiosquero negro del barrio respondía demasiado espontáneo a una pregunta impertinente

- ¿Tus vecinos son majos?

- No, claro que no. Como mucho me dicen "hola" y "adiós" o mandan al chófer a por el periódico.

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Sobre la firma

María Martín
Periodista especializada en la cobertura del fenómeno migratorio en España. Empezó su carrera en EL PAÍS como reportera de información local, pasó por El Mundo y se marchó a Brasil. Allí trabajó en la Folha de S. Paulo, fue parte del equipo fundador de la edición en portugués de EL PAÍS y fue corresponsal desde Río de Janeiro.

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