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La OTAN ve un repliegue ruso en Ucrania

La Alianza Atlántica constata la retirada de una parte de las tropas que operaban en el país vecino

Lucía Abellán
Miembros del ejército ucraniano patrullan los alrededores de la ciudad de Kramatorsk, en el este del país.
Miembros del ejército ucraniano patrullan los alrededores de la ciudad de Kramatorsk, en el este del país.K. G. (EFE)

La OTAN ha detectado “una retirada significativa de tropas rusas convencionales” que hasta ahora operaban dentro de Ucrania. El movimiento, confirmado por dos portavoces de la organización, constituye el primer repliegue significativo de soldados –ya se retiró alrededor de un millar hace unos días- después de que la Alianza Atlántica alertara en julio y en agosto de que varios miles de combatientes rusos habían franqueado la frontera para pasar a territorio ucranio.

Pese a esta señal de distensión, la OTAN rechaza cualquier tipo de triunfalismo y recuerda que “muchos miles [de soldados] aún están desplegados alrededor de la frontera”. La organización rehúsa dar datos, tanto de las tropas que se han replegado como de las que continúan cerca de la frontera. Y recuerda que fuerzas especiales rusas “operan en Ucrania y son difíciles de detectar”, según asegura en una respuesta por correo electrónico el teniente coronel Jay Janzen, portavoz de la OTAN.

Otras fuentes aliadas relacionan esta retirada con la presión que sufre Rusia a la hora de explicar el motivo por el que tantos soldados rusos operan en el interior de Ucrania, especialmente cuando fallecen en combate. El Kremlin ha negado hasta ahora la existencia de tropas desplegadas en Ucrania y solo ha admitido la presencia ocasional de algunos soldados en su época de vacaciones. Pese a todo, los equipos militares en la zona y los testimonios de la prensa occidental han evidenciado esa presencia rusa y han situado a Moscú en una situación incómoda.

Las distintas fuentes consultadas desvinculan esa retirada del territorio ucranio del alto el fuego que rige –con muchos incumplimientos- en el este del país desde el 5 de septiembre y advierten de que es pronto para concluir que está funcionando. Una de esas fuentes considera probable que la guerra de Ucrania se convierta a la larga en uno de los llamados conflictos congelados del antiguo espacio soviético –como el que vive la región moldava de Transdniéster, rusófila y autoproclamada independiente en los noventa- “y para eso Rusia necesita muchas menos tropas en la zona”, argumentan.

La Alianza Atlántica ha constatado en los últimos días ese repliegue de tropas, pero manifiesta un profundo escepticismo sobre la buena voluntad rusa. Además de los soldados que aguardan en la frontera, “el reciente secuestro de un agente de seguridad estonio, el apresamiento de un barco pesquero lituano y varios acercamientos al espacio aéreo aliado y de otros socios por parte de la aviación rusa demuestran que el entorno de seguridad en Europa ha cambiado y que los aliados de la OTAN tienen que permanecer vigilantes y adaptarse a la situación”, según el teniente coronel portavoz del mando militar de la organización.

Más allá de estos movimientos, Moscú sigue dando su apoyo a los separatistas rusos y siembra la confusión con los camiones supuestamente cargados de material de asistencia humanitaria que envía a la zona. El pasado sábado un nuevo convoy con 200 vehículos llegó a la zona de Donetsk para asistir a los damnificados por los enfrentamientos, según admitió Moscú, aunque Occidente duda del contenido que transportan esos camiones, tanto a la entrada como a la salida.

“Hemos visto una reducción en el número de incidentes y en el número de tropas regulares rusas en el interior de Ucrania, pero algunas fuerzas especiales continúan en el país, además de mantener una notable presencia militar rusa en la frontera. Así que, aunque damos la bienvenida a esos esfuerzos genuinos para alcanzar una solución pacífica, Rusia mantiene la opción de desestabilizar Ucrania”, resume una portavoz.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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