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El Gobierno libio pide armas para combatir el terrorismo y retomar Trípoli

El Ejecutivo español reúne en Madrid a 15 países de la región para abordar la crisis

En la foto (B. Pérez), Rajoy conversa con Mogherini. | En el vídeo (Reuters), García-Margallo, sobre la coalición contra el EIFoto: reuters_live
Patricia R. Blanco

El Gobierno libio ha pedido armas y tecnología para combatir el yihadismo en su país y hacer frente a las milicias islamistas que controlan la capital, Trípoli. “Sin el monopolio absoluto del uso de las armas y sin un aparato de seguridad no podemos luchar contra el terrorismo”, ha implorado este miércoles en Madrid el ministro de Asuntos Exteriores libio, Mohamed Abdelaziz, que ha solicitado de forma explícita “armas”, “tecnología” y ayuda para “adiestrar al Ejército y a la policía” y retomar el control de Trípoli.

Abdelaziz ha aprovechado la Conferencia sobre la Estabilidad y el Desarrollo en Libia, organizada por el Gobierno español este miércoles en Madrid, para dejar muy claro a sus interlocutores —representantes de 15 países del sur de Europa y el norte de África, en su mayoría ministros de Exteriores, y de organizaciones internacionales— que “implicación y compromiso” de la comunidad internacional no es lo mismo que “injerencia”. “Las injerencias han sido siempre desastrosas”, ha afirmado, y ha aludido directamente a la intervención de la OTAN en Libia, en 2011, que ha calificado de “muy peligrosa para los civiles”.

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Precisamente, uno de los puntos de la resolución que los asistentes a la conferencia han aprobado por unanimidad es que “no hay solución militar a la crisis actual”, y así lo ha defendido también el titular español de Exteriores, José Manuel García-Margallo. La solución a la grave crisis que “desangra Libia” debe llegar de los propios libios, aunque la comunidad internacional tenga la “obligación” de colaborar, ha defendido el ministro.

Y no ha habido ninguna alusión a los bombardeos que Emiratos Árabes Unidos y Egipto han hecho en Libia, según ha informado Estados Unidos. “No tenemos infraestructura para vigilar el cielo ni los accesos por mar y tierra”, se ha limitado a decir el representante libio.

La resolución, que no contiene acciones concretas más allá del compromiso de “acompañar al pueblo libio por una senda que traiga paz y democracia” —como ha señalado el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy—, sí ha dado un espaldarazo al nuevo Gobierno libio, elegido en los comicios del pasado 25 de junio. El nuevo Ejecutivo ha tenido que constituirse en Tobruk, a 1.400 kilómetros al este de Trípoli, por las luchas entre las distintas facciones islamistas en la capital y en Bengasi —la segunda ciudad del país— y la formación de otro Gobierno alternativo, nombrado por el Parlamento saliente, que ahora le disputa la legitimidad.

El representante libio ha sugerido la posibilidad de actuar “legalmente” contra ese Gobierno paralelo amparado en la resolución 2174 del Consejo de Seguridad de la ONU, que contempla la posibilidad de actuar contra quienes obstaculicen la transición libia.

No obstante, Abdelaziz ha tendido la mano a todos los partidos políticos libios a y a los jefes tribales para abrir un diálogo que permita la “reconciliación nacional”, diálogo del que ha excluido a los “terroristas e integristas”.

Margallo ha reconocido que “las cumbres internacionales no dan la solución final”, pero ha definido como “paso atrevido” la iniciativa española de lograr que los “amigos de Libia se juramenten” para ayudar al país. “Estamos a tiempo, pero debemos asistir a Libia con hechos y no solo con palabras”, ha reconocido el ministro.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

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