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Cuando el enemigo usa tus armas

Los yihadistas del Estado Islámico cuentan con rifles y vehículos militares de EE UU

Yihadistas del EI a bordo de un Humvee en Siria.
Yihadistas del EI a bordo de un Humvee en Siria.REUTERS

En su ofensiva contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), Estados Unidos lucha en cierto modo contra sí mismo. Los milicianos suníes disponen de armas y vehículos militares fabricados en EE UU, que han capturado mayoritariamente del Ejército iraquí. Para los yihadistas, que controlan partes de Irak y Siria, es un hito: cuelgan vídeos en Internet con los todoterrenos Humvees que EE UU proporcionó al Ejército de Bagdad. Pero para Washington -a los 11 años de la invasión militar del país y a los tres del fin de esa intervención- es otro recordatorio del deterioro de la situación en Irak y del fracaso de su multimillonario plan de capacitación de las fuerzas iraquíes.

Desde que empezó el 8 de agosto a bombardear posiciones del EI en Irak, el Pentágono no oculta que sus ataques alcanzan blindados fabricados en casa. Hasta el 10 de septiembre, la última fecha con datos, 37 de los 162 vehículos destruidos eran Humvees. En paralelo, los insurgentes “han capturado cantidades significativas” de armas pequeñas fabricadas en EE UU y las “han empleado en el campo de batalla”, según una investigación sobre el terreno difundida la semana pasada por la organización británica Conflict Armament Research. El estudio -basado en el armamento hallado por las fuerzas kurdas que luchan contra el EI- documenta un rifle estadounidense encontrado en julio en el norte de Siria y otros ocho en agosto en el noroeste de Irak.

El presidente Barack Obama anunció el miércoles que EE UU extenderá sus ataques a las posiciones del EI en Siria. Allí los yihadistas -que aspiran a crear un califato en la región- luchan contra el régimen de Bachar el Asad, cuya salida también reclama Washington para acabar con la sangrienta guerra civil que en más de tres años se ha cobrado al menos 250.000 muertos.

La investigación no analiza cómo llegaron las armas a los milicianos, pero por el lugar y las fechas todo apunta que la mayoría -igual que los Humvees- fueron capturadas a principios de junio en el norte de Irak cuando, tras la retirada de las fuerzas nacionales, los yihadistas se hicieron con el control de esa zona y accedieron a arsenales militares. Algunos de los rifles estadounidenses fotografiados en el informe contienen la inscripción “Propiedad del Gobierno de EE UU”, lo que parece indicar que forman parte del grupo de armas que Washington había proporcionado en el pasado a Bagdad.

La mayoría de armas y vehículos habrían sido capturados en junio en el norte de Irak cuando, tras la retirada de las fuerzas nacionales, los yihadistas se hicieron con el control de la zona

“La mayoría de las armas del EI provienen de las que dejaron las fuerzas iraquíes y de almacenes militares sirios”, afirma por teléfono Andrew Liepman, analista del laboratorio de ideas californiano Rand Corporation. Aunque matiza que los extremistas ya estaban “muy bien” equipados antes de adquirir cualquier arma estadounidense.

Al margen de la vía militar, el estudio sugiere que los yihadistas tienen acceso a parte del armamento que algunos países -entre ellos EE UU- ha ido proporcionando a los rebeldes moderados sirios, que también luchan contra Al Asad pero cuya presencia ha quedado diluida por la fortaleza del EI. El motivo es que la investigación incluye dos misiles antitanque M79 fabricados en la antigua Yugoslavia que son “idénticos” a los transferidos en 2013 por Arabia Saudí al llamado Ejército Libre Sirio. Un hecho que avala el temor de la Administración Obama de que sus armas caigan en las manos equivocadas.

Desde hace un año, la CIA entrega armas ligeras y munición a una moderada facción rebelde siria. Y desde marzo, según el diario The Washington Post, también sofisticados misiles TOW. Pero los saudíes son los únicos mísiles recogidos en la investigación sobre el armamento del EI, que también cuenta con rifles soviéticos, croatas y chinos; y pistolas belgas y austriacas.

Sin embargo, el New York Times daba por hecho este domingo que algunas de las armas han acabado en posesión de enemigos de EE UU. En un editorial, aseguraba que la facción se ha desmoronado y que las armas que EE UU entregó fueron robadas por “grupos islamistas” o por los miembros de la facción. Al respecto, el analista Liepman evita descartar que “ninguna” de las armas que los yihadistas han obtenido de rebeldes moderados sea de fabricación estadounidense, pero subraya que su peso sería “muy pequeño” sobre el conjunto del arsenal de los milicianos.

No es la primera vez que EE UU teme que sus armas acaben en manos de su enemigo o ataque a quien antes ayudó. Sucedió, por ejemplo, en Afganistán e Irak en los años 80

Aron Lund, editor de un portal sobre la guerra siria del Carnegie Endowment, un think tank en Washington, pone el foco en la dificultad de controlar el recorrido de las armas. “Algunas llegan a la persona adecuada pero luego de algún modo se pierden o se venden. Hay un animado comercio entre grupos rebeldes”, tercia. Como ejemplo menciona rifles que en 2012 entraron por la frontera jordana para ayudar a opositores moderados y que han aparecido ahora en control del EI en Irak. De hecho, el informe de la organización británica destaca la capacidad de los yihadistas de transportar con rapidez armamento entre Irak y Siria, cuya frontera controlan.

El miedo de acabar armando indirectamente a extremistas ha sido el principal motivo de resistencia de Obama a intensificar su apoyo a los supuestos rebeldes moderados. Eso le ha valido ser acusado de pasividad ante la carnicería siria después de que hace un año diera marcha atrás a última hora en sus planes de bombardear posiciones del Ejército sirio por el uso de armas químicas contra los opositores. “Ver al EI conduciendo vehículos y disparando armas estadounidenses es probablemente un recordatorio de ese riesgo”, dice el editor.

Pero la Casa Blanca parece ahora estar dispuesta a tomarlo. En junio, en su apoyo oficial más decidido, pidió al Congreso la aprobación de un plan de 500 millones de dólares para “entrenar y equipar” militarmente a un grupo preseleccionado de insurgentes moderados. La solicitud está estancada desde entonces, pero tras el anuncio el miércoles de bombardeos contra el EI en Siria parece contar con mayor respaldo. Se trataría de unos 5.000 combatientes a entrenar en Arabia Saudí. Se desconoce si recibirían armamento avanzado.

No es nada nuevo que EE UU tema que sus armas o las de países con los que ha colaborado logísticamente lleguen a su enemigo. O que ataque a quien antes había ayudado. Sucedió en 2011 en las revueltas en Libia, en 2009 en el conflicto en Afganistán o en los años 80 en la guerra entre Irak e Irán. Para Lund, el mejor ejemplo “de lo que puede salir mal” es la guerra en Afganistán en los 80. Entonces, la CIA entregó misiles de largo alcance a los muyahidines que luchaban contra las fuerzas afganas respaldadas por la Unión Soviética. La ayuda tuvo un impacto determinante. Al concluir la contienda, la CIA trató de localizar los misiles no usados pero se teme que algunos acabaran llegando a los talibanes y al futuro líder de Al Qaeda Osama bin Laden. Tres décadas después, Washington intenta evitar efectos similares.

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