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Tribuna
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No hubo Copa en Brasil

El ministro de Economía reconoce que la celebración del campeonato de fútbol no favoreció al crecimiento del país

Juan Arias
Marcelo después del séptimo gol de Alemania durante la semifinal celebrada el 9 de julio pasado.
Marcelo después del séptimo gol de Alemania durante la semifinal celebrada el 9 de julio pasado. BALLESTEROS (EFE)

El ministro de Economía, Guido Mantega, ha respondido a los brasileños por qué no hubo Copa del Mundo para Brasil. No fue por la dolorosa derrota de 7 a uno contra Alemania. Es algo más serio.

Mantega opina que la razón por la que en Brasil “no hubo Copa” es la recesión técnica a la que ha entrado el país. Que Brasil ha dejado de crecer. Si eso es cierto, quiere decir que, en efecto, no hubo Copa. Ganaron los que salieron a la calle para protestar e pedían que no se realizara.

¿Por qué no la hubo? Muy sencillo: El Mundial de Fútbol que Brasil consiguió realizar en su suelo debía haber servido, según el Gobierno, para “hacer crecer la economía”. Suele serlo así en todos los lugares donde se celebra. La Copa mueve toda una serie de engranajes industriales, comerciales y de infraestructuras que anima a la economía del país.

Las ventajas que debería de haber traído la Copa, modernidad y crecimiento, se esfumaron

Si la economía brasileña, a poco más de un mes del acontecimiento, se ha parado y no crece es porque “no hubo Copa”. No la hubo como había sido concebida.

Brasil no solo no creció con el Mundial de Fútbol que trajo a Brasil a 600.000 extranjeros, sino que encogió su economía “porque hubo demasiados feriados”, según Mantega.

La pregunta que se podría hacer es por qué el Gobierno concedió tantos días libres. El motivo real es que, al faltar las infraestructuras prometidas para la celebración de la Copa (nuevas líneas de metro, carreteras, transporte público) en las sedes, las autoridades temieron que el tráfico aumentara el caos urbano y elevara la violencia y los asaltos en las ciudades.

Es decir, que las ventajas que debería de haber traído la Copa de Copas —mayor movilidad, modernidad y crecimiento de la economía— se esfumaron. Brasil 2014, en lugar de beneficios, trajo, o al menos anticipó, el regalo envenenado de la recesión.

O sea, lo que ha querido decir Mantega es que no hubo Copa. No hubo beneficios. Incluso, habría sido mejor que no se hubiese celebrado. Brasil estaría mejor sin ella.

Con estos resultados, más el bochorno del 7 a 1 contra Alemania, ¿cómo no dar razón a los que pedían que no hubiera Copa?

A Brasil queda la esperanza de que en 2016 pueda celebrar los Jugos Olímpicos de Río de Janeiro como algo de lo que no necesite después arrepentirse, que en esta ocasión la celebración deje prosperidad y una ciudad más moderna, vivible y segura.

¿La Copa del Mundo Brasil 2014? Mejor olvidarla. Mejor imaginemos que no se jugó. Así ni la eliminación hubiera existido. En Brasil estaríamos mejor y estaríamos esperando el hexacampeonato feliz y contento, sin el peso de la histórica derrota sobre los hombros.

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