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Los líderes prorrusos pliegan velas

La dimisión del jefe militar rebelde se suma a la de los dos primeros ministros de las repúblicas

Ígor Strelkov, en julio en Donetsk, y Borodáis tras él.
Ígor Strelkov, en julio en Donetsk, y Borodáis tras él. PHOTOMIG (EFE)

Doce horas después de que anunciara su dimisión por una herida Valery Bolotov, el primer ministro de la autoproclamada República Popular de Lugansk, llegaba la prueba definitiva de que el equilibrio interno en la Ucrania prorrusa está cambiando a pasos acelerados. Igor Strelkov, el hombre que comanda a las milicias sublevadas, abandonaba su puesto. No se han divulgado las razones de su marcha, si ésta es un cese o una dimisión, ni tampoco a dónde irá. Pero nada podía sorprender más que la desaparición del cerebro militar de la insurgencia justo en el momento en que la guerra llega a Donetsk, el centro de poder de los rebeldes que no reconocen la autoridad de Kiev.

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O quizá la sorpresa no sea tal. Strelkov, un ciudadano ruso de 43 años obsesionado por la cultura militar y cuyo verdadero apellido es Girkin, ha quedado inevitablemente asociado con el derribo del MH17 malasio que el 17 de julio recibió un impacto de misil de procedencia desconocida. Unos minutos antes de que se supiera que se trataba de un vuelo civil con 298 viajeros, Strelkov se había jactado en las redes sociales de que acababa de derribar un avión ucranio. En las últimas semanas se habían repetido las quejas del insurgente por la falta de apoyos y lanzó varios mensajes pidiendo reclutas voluntarios. Mientras los analistas más críticos con su figura consideran que lo único que está haciendo este excombatiente en Bosnia, el Trandsniéster y Crimea es cumplir el viejo axioma de que ciertas especies abandonan el barco antes de que se hunda (de ser capturado, Kiev asegura que le imputaría una larga serie de delitos), otros opinan que revela un cambio de estrategia más elaborada. Taras Berezovets, analista político residente en Kiev, opinaba en un artículo de Mashable que la fuerza que está financiando la insurgencia prorrusa (el Kremlin, en su opinión) ha pasado a apostar por una “guerra de guerrillas” ahora que la caída de Donetsk parece plausible. En esta línea de análisis, Strelkov habría perdido la confianza de sus mecenas.

Strelkov había quedado asociado con el derribo del MH17 malasio, en el que murieron 298 personas

Otros ven en el adiós del comandante un mensaje de que la paz se acerca. Sí parece incontestable que ha terminado el tiempo de los cruzados rusos que habían asumido el control directo en el este de Ucrania. Una semana antes de Strelkov, dimitía Alexandr Borodái. El moscovita Borodái (41 años) se presentó un buen día como primer ministro de Donetsk ante la atónita prensa. Dijo venir desde Crimea como “asesor en conflictos étnicos” y que su papel era redirigir los choques entre los líderes de la revuelta popular contra Kiev, que desde ese momento comenzaron a sufrir una ristra de atentados y ataques inexplicables (por ejemplo, el anterior hombre fuerte de la RPD, Denís Pushilin, vio cómo morían dos de sus asesores). Después se supo que tanto Borodái como Strelkov formaban parte de una red informal con experiencia común alentando procesos ultranacionalistas rusos. Ellos reorganizaron la defensa de Donetsk, sofocaron la indisciplina reinante y apagaron el debate político que hasta entonces había vibrado en la que nació como Borodái anunció la semana pasada que su trabajo había terminado y era hora de dar paso a un local como líder de una república sin órganos, sin reconocimiento internacional, y a punto de ser acorralada militarmente. El heredero de tan apetecible legado es Alexandr Zajárchenko, un treintañero miembro de las milicias locales y sin experiencia política conocida.

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