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Juegos neutrales

Escocia respeta el pacto de excluir el certamen de la Commonwealth del debate sobre la independencia

La reina Isabel y Alex Salmond, en Glasgow.
La reina Isabel y Alex Salmond, en Glasgow.MICHAEL SCHOFIELD (AFP)

La edición de 2014 de los Juegos de la Commonwealth, iniciados en Glasgow el 23 de julio y que concluyen este domingo, ha llenado de color y gentío las calles de la capital económica de Escocia y de espectadores cada una de sus instalaciones, pero ha pasado por encima del debate sobre el referéndum de independencia. Aunque queda tan solo un mes y medio para la consulta, ambos bandos han respetado el compromiso de que fueran unos juegos políticamente neutrales.

Los Juegos de la Commonwealth no interesan a nadie fuera de los más de 70 Estados y territorios (como la isla de Man, Jersey, Guernsey, o Inglaterra, Gales, Irlanda del Norte y Escocia, cada una por separado) que compiten en ellos cada cuatro años y seguramente tampoco demasiado dentro de los países participantes. Sin embargo, el hecho de que la edición de este año se celebrara en Glasgow fue uno de los motivos que llevaron a Alex Salmond, ministro principal de Escocia y líder del independentista Partido Nacional Escocés (SNP, en sus siglas en inglés) a empeñarse en convocar la consulta en septiembre de este año. No fue el único motivo: en junio se celebró el séptimo centenario de la batalla de Bannockburn, una de las grandes victorias de Escocia en la primera Guerra de la Independencia frente a Inglaterra.

Lo que buscaba Salmond con ello era incentivar el patriotismo escocés en vísperas del referéndum de independencia del 18 de septiembre. Pero los expertos creen que no basta con patriotismo, al menos no basta con patriotismo deportivo, para llevar al sí al triunfo en la consulta. Aunque el elevado porcentaje de indecisos sigue llevando a la prudencia en los pronósticos, el voto en contra de la independencia sigue sacando una sólida ventaja: el último sondeo, publicado este viernes pasado, otorga el 57% de los votos al no.

Los juegos de Glasgow han sido un éxito tanto de organización como de participación popular y, quizás porque se han celebrado en Escocia en vísperas del referéndum de independencia, han tenido un eco mediático en Reino Unido muy superior al que tuvieron los organizados en ediciones anteriores en otros lugares. El recuerdo de los Juegos Olímpicos de 2012 en Londres también ha podido contribuir a ese éxito mediático: los británicos parecen haberle cogido gusto a la parafernalia de una competición con muchos países y muchos deportes.

Pero, por encima de eso, ha destacado el ambiente de neutralidad política que ha presidido las competiciones. La ceremonia inaugural fue saludada en Londres como “muy británica” y al mismo tiempo marcada por el peculiar sentido del humor de los habitantes de Glasgow. El equipo de Inglaterra fue recibido con una calurosa bienvenida, al igual que la presencia de la reina Isabel II. Y si hubo partidismo político no fue en defensa de la independencia escocesa o de la integridad territorial de Reino Unido, sino por causas mucho más transfronterizas: el breve pero lascivo beso en la boca que se dieron el actor John Barrowman y un bailarín fue un atrevido mensaje para recordar que la homosexualidad está prohibida en 42 de los 53 Estados de la Commonwealth.

La cuestión ahora es saber qué influencia pueden tener estos Juegos en la votación del 18 de septiembre. “Quizás ninguna”, a juicio de Michael Silk, profesor de Estudios de Cultura Física de la Universidad de Bath.

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Glasgow 2014 vota en blanco en el referéndum sobre la independencia de Escocia.

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