Honduras teme que la sequía afecte a 76.000 familias en la pobreza
La falta de lluvia vinculada al cambio climático agudiza la crisis alimentaria de un país instalado en una epidemia de violencia
La imagen remite a Hollywood o a escenarios ancestrales: hombres de sombrero, botas, guitarra y acordeón penetran a los maizales y, en medio de plantaciones con hojas de verde intenso y bajo un sofocante calor, le cantan y le oran a Dios para que derrame abundante agua sobre Honduras y abata la intensa sequía que azota con dureza a las zonas del oeste, centro y sur del territorio hondureño.
“Si no hay cosechas de maíz y frijol será un severo castigo, no de parte de nuestro Dios, sino por la desobediencia del hombre y su relación poco amigable con la naturaleza”, advirtió Andrés Rubí, un hondureño que, inquieto por el dramático déficit de lluvias, se unió a dos de sus paisanos y hermanos de la “fe en Cristo”, entró a un maizal y, en el corazón del sembradío, ofreció cánticos alegóricos y oraciones para pedir a Jesucristo que evite castigar a los hondureños en una época de tribulación, inseguridad y escasez de alimentos.
“La falta de agua producida por el fenómeno climático redunda en la mano destructora de los humanos”, dijo Rubí, citado por el periódico La Tribuna, uno de los principales de Honduras, tras ofrecer su rito en la localidad de Catacamas, del centro-oriental departamento de Olancho, en el que gran parte de sus 64 municipios han sido afectados por el duro verano, que se vincula al cambio climático.
Sumida en una profunda crisis de violencia criminal, como uno de los países más inseguros del mundo y el más pobre de Centroamérica, con una etiqueta de generador de una masiva migración interna y externa, Honduras sufre ahora otro grave conflicto socioeconómico: una hambruna que, por efecto de la sequía, podría golpear a más de 76.000 familias pobres.
“Si no hay cosechas será un severo castigo, no de Dios, sino por nuestra relación poco amigable con la naturaleza”, dice un campesino
“Ya hemos comenzado a atender con alimentos a 25.000 familias”, anunció el secretario hondureño de Desarrollo Económico, Alden Rivera, luego de que el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, dispuso un presupuesto de aproximadamente cinco millones de dólares para atender a los afectados, según información de Presidencia.
Los recursos, asegura el Gobierno, permitirán hacerle frente a los estragos de la sequía en el "Corredor Seco” de esa nación, que abarca los departamentos (provincias o estados) de Choluteca y Valle, en el sur, Lempira, Intibucá y Ocotepeque, en el suroeste, Copán, en el oeste, y Francisco Morazán, en el centro. “Estamos en capacidad de hacerle frente a los estragos que la sequía hará en este 2014, pero, al mismo tiempo, ya diseñamos una estrategia para que en los próximos años no se reaccione únicamente ante la emergencia”, asegura Presidencia.
Las alertas oficiales complican el escenario en una nación en la que la pobreza azota al 70% de los casi 7,9 millones de habitantes: dos terceras partes de la población están en la miseria y 42% en la extrema pobreza, en un país en el que el 10% de los sectores que obtienen los ingresos más altos acapara el 42% del ingreso nacional, mientras el 10% más bajo apenas capta el 0.17%.
Cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) mostraron que la subnutrición en Honduras bajó de 2000 a 2013. En el periodo 2000-2002, con 6,3 millones de habitantes, el 16.6%, o 1.1 millones de hondureños, sufría subnutrición, mientras que en la fase 2005-2007, con una población de siete millones, la padecía un millón de hondureños o 14.5%. En el trienio 2008-2010, con 7,5 millones de habitantes, el flagelo afectaba a 900.000 hondureños, que equivalía al 11.7%, y en la etapa 2011-2013 se registró una disminución: de 7,9 millones de personas, 8.7% está en la subnutrición, lo que corresponde a 700.000 pobladores de ese país, según los datos de la FAO.
La sequía agudiza las carencias de un país en el que la pobreza azota al 70% de sus casi 7,9 millones de habitantes
La situación hondureña es parte de una crisis regional, ya que una aguda sequía está golpeando a Centroamérica en el segundo semestre de 2014. El mayor faltante de lluvias lo sufrirán la meseta central de Guatemala, las zonas del oeste, centro y sur de Honduras y del norte y este de El Salvador, así como las regiones del Pacífico norte y central de Nicaragua, del Pacífico norte y valle central de Costa Rica y en la centro-occidental península panameña de Azuero y áreas cercanas de Panamá.
Estudios del Foro del Clima de América Central, una instancia de los gobiernos del istmo, difundidos a mediados de julio en El Salvador, advirtieron que el “factor detonante” persiste en la zona del Océano Pacífico, por un calentamiento de las aguas catalogado como un preludio de la presencia del fenómeno de El Niño, mientras que en el Océano Atlántico hay un enfriamiento.
Por el calentamiento de las aguas del Pacífico tropical, El Niño puede acarrear sequía o exceso de lluvia, según el Foro. El Niño cambia los patrones de movimiento de las corrientes marinas en las regiones intertropicales, provoca una superposición de aguas cálidas procedentes de hemisferio norte con las frías originadas en el sur y perjudica a los litorales continentales en el Pacífico y en el Atlántico.
Con este oscuro panorama, aparecieron las sorpresivas oraciones y cánticos de Rubí y sus otros compañeros de trío en su clamor para que Jesucristo derrame abundante aguas sobre las tierras hondureñas. Pero las previsiones meteorológicas tampoco son optimistas y el ejemplo está en las represas: parecen cráteres, mantienen bajos niveles y solo un huracán o ciclón, de esos que en el pasado dejaron muerte y desolación en Honduras, podrían recuperarlas.
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