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La nueva estrella de la izquierda de EE UU se deja querer por los latinos

La senadora Elizabeth Warren cautiva al público durante la reunión del lobby latino más importante del país con su discurso combativo

Pablo Ximénez de Sandoval
Elizabeth Warren, en un discurso el 18 de julio en Detroit.
Elizabeth Warren, en un discurso el 18 de julio en Detroit.David Coates (AP)

La gente hacía cola desde una hora antes. Nadie quería perderse uno de los espectáculos políticos más interesantes que se pueden ver últimamente en Estados Unidos. La senadora Elizabeth Warren, figura emergente por la izquierda del Partido Demócrata hasta el punto de meterse en las quinielas de candidatos para 2016, cautivó el domingo al mayor lobby latino de EE UU con un discurso sobre igualdad de oportunidades y, como no, una reforma legislativa que dé salida a 11 millones de indocumentados. Parecía el discurso soñado por su auditorio, una comunidad de 50 millones de personas deseosa de políticos que les digan, como Barack Obama en su día, que son importantes para el país, que tienen mucho que aportar y que sus problemas son tenidos en cuenta. Warren, tras la cual empieza a cuajar un movimiento que quiere que se presente a presidenta, les dio todo eso.

Ante un auditorio entusiasmado, lleno de varios cientos de personas, en el Centro de Convenciones de Los Ángeles, Warren tuvo que mandar callar y sentarse para poder empezar a hablar. Warren empieza su discurso contando que es la menor de cuatro hermanos, que cuando tenía 12 años su padre murió repentinamente. Perdieron el coche y a punto estuvieron de perder su casa. “Recuerdo a mi madre llorando en la cocina”. Y luego explica como su madre “se levantó, se puso un vestido y unos tacones” y consiguió un trabajo por el salario mínimo que los sacó adelante.

El formato en el que hablaba era un conservatorio sobre las oportunidades económicas de los latinos, en el marco de la convención anual del Consejo Nacional de La Raza (CNLR), el mayor lobby latino de Estados Unidos. Por eso Warren hizo un relato de la crisis económica centrada en los latinos, uno de los grupos más afectados por la oleada de desahucios que siguió a la debacle inmobiliaria. “En la década del 2000, los agentes de hipotecas fueron a por los latinos y los negros para venderles las peores hipotecas. Por todo el país, los latinos fueron robados por agentes con camisas blancas y amplias sonrisas”.

Los latinos fueron robados por agentes con camisas blancas y amplias sonrisas que les vendieron las peores hipotecas

“Pero aquello fue solo el principio. Después los pusieron en la calle sin tener derecho a hacerlo”. Warren se refirió a las tácticas ilegales con las que algunos bancos echaron a la gente de sus casas sin darles ninguna oportunidad. En las negociaciones con los bancos, “los latinos tenían un 71% más de posibilidades de perder sus casas que una familia no latina. ¿Cómo puede pasar eso en América? Antes aquí teníamos normas”, clamó Warren, que habla como una ametralladora.

“Yo os digo cómo pasó. Los grandes bancos presionaron al Congreso para amañar el sistema y crear agujeros en las leyes a su favor. Después, fuero rescatados y ahorras son más grandes que antes. Una familia que no puede pagar su hipoteca acaba en la calle. Cuando un banco se salta la ley, nadie es detenido y todos mantienen sus trabajos bien pagados”. Es en este momento cuando Warren soltó el que viene siendo su lema: “El juego está amañado y eso no está bien”.

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Una de las formas de estabilizar el sistema de seguridad social es la reforma migratoria, sacar a todo el mundo a la legalidad

Para entonces, el auditorio estaba completamente entregado. No era un evento partidista, no eran militantes demócratas. Eran miembros de ONG, empresarios y activistas por los derechos de los latinos en general. De hecho, al día siguiente la presidenta del CNLR, Janet Murguía, haría un llamamiento al Partido Republicano a recuperar el voto latino. Esta es la mujer que llamó a Obama en marzo “deportador en jefe” y hundió su imagen entre este colectivo.

Warren recuperó su historia familiar para pedir un aumento del salario mínimo, un tema especialmente sensible para una comunidad que hace todos los servicios peor pagados. “Mi madre tenía 50 años cuando consiguió aquel trabajo. Fue suficiente para una familia de tres. En los noventa, solo podía sostener a dos. Hoy, una madre trabajando a jornada completa no puede mantenerse a sí misma y a un bebé. Si los banqueros se suben el sueldo cada dos años, el salario mínimo debería subir cada dos años”.

Y al final, cómo no, Warren fue preguntada por la necesidad de una reforma integral del sistema de inmigración que dé una salida a los indocumentados, un proyecto aprobado en el Senado pero bloqueado por los republicanos en la Cámara de Representantes. Warren dijo: “Una de las formas de estabilizar el sistema de seguridad social es la reforma migratoria, sacar a todo el mundo a la legalidad. Tenemos que decirlo todos, no solo los latinos. De verdad, creo que América está con nosotros. Solo tenemos que presionar a Washington, hay que ser más fuertes que los lobbies, tenemos que luchar porque el futuro del país está en juego”.

Igualdad de oportunidades, reglas para que la banca no abuse de las minorías, salarios dignos y una salida legal para los indocumentados. Warren tocó todos los elementos. En la cuarta fila, Garciela Aponte-Díaz, una mujer de 36 años venida de Oakland que trabaja en finanzas para latinos, gritó: “¡Warren presidenta!”. Dos asientos a su derecha, otra mujer se inclinó para decirle que estaba completamente de acuerdo. No eran las únicas.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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