Dos militares del movimiento original de Chávez piden la renuncia de Maduro
El teniente coronel Yoel Acosta afirma que "la renuncia es inevitable; más tiempo es un sacrificio inútil”
Un fundador de la logia militar de la que surgió el expresidente de Venezuela Hugo Chávez, pide la renuncia del actual jefe de Gobierno, Nicolás Maduro. Se trata de Yoel Acosta Chirinos, uno de los cuatro tenientes coroneles que, junto con Chávez, comandaron la intentona para derrocar en febrero de 1992 al entonces mandatario, Carlos Andrés Pérez.
El pasado lunes, en una declaración conjunta con otro exoficial disidente, Carlos Guyón, Acosta pasó revista a la crisis económica y de gobernabilidad que azota a Venezuela para concluir: “La renuncia de Maduro y sus ministros es inevitable; más tiempo es un sacrificio inútil”. Acosta también convocó a sus antiguos camaradas de las Fuerzas Armadas a “asumir su misión histórica de salvar la democracia”.
El exteniente coronel formó parte del MBR-200, la logia que Chávez y otros pares —como los entonces oficiales Jesús Urdaneta, retirado; Francisco Arias Cárdenas, hoy gobernador del estado de Zulia, y Raúl Baduel, confinado en una cárcel militar desde hace cinco años— constituyeron en secreto en 1983, año bicentenario del nacimiento del prócer venezolano Simón Bolívar, para conseguir el poder. Desde el inicio de la autodenominada revolución bolivariana, en 1998, Acosta ha dado y retirado su apoyo con intermitencias. En la actualidad se disputa con Eustaquio Contreras, veterano dirigente de la izquierda socialdemócrata, el control de Vanguardia Bicentenaria Republicana (VPR), un grupúsculo satélite de la coalición chavista.
La renuncia de Maduro y sus ministros es inevitable Yoel Acosta, militar venezolano
Casi al unísono, pero desde el estado de Mérida (región andina de Venezuela), Florencio Porras, que fue gobernador por ocho años de esta región por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y también exoficial del ejército que participó en la asonada de 1992, aseguró: “Estamos viviendo la antirrevolución”. Porras rompió con el PSUV en 2012, cuando volvió a presentarse como candidato independiente al gobierno regional. En sus declaraciones al periódico local El Universal de Caracas, se mostró crítico a la decisión emitida por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) la semana pasada, que permite al personal militar participar en actos de proselitismo político. “Vamos a ver si esto se parece a lo que nosotros decíamos que debía hacerse”, manifestó, refiriendo a los documentos fundacionales del chavismo castrense.
Ambas declaraciones parecen hacerse eco del ruido de sables que, de acuerdo con diversos columnistas, proviene de los cuarteles.
La descompresión en el oficialismo, cuyas primeras manifestaciones abiertas de disidencia al alto nivel se conocieron hace tres semanas con una carta del defenestrado ministro Jorge Giordani, se expresa también con un resquebrajamiento en el respaldo de las Fuerzas Armadas al chavismo, del que ha formado parte sustancial aunque diferenciada. El propio Gobierno le ha dado pábulo a las murmuraciones con su denuncia constante de un golpe de Estado en permanente desarrollo. En marzo pasado, el presidente Maduro dio a conocer la detención de tres altos oficiales de la Fuerza Aérea que, según sus palabras, pretendían alzarse “contra el gobierno legítimamente constituido” y tenían “vínculos directos con la oposición”.
Este martes, el jefe del Comando Estratégico Operacional de las Fuerzas Armadas, el general del Ejército Vladimir Padrino López, debió salirle al paso a los insistentes rumores. “El tema de desconocer el liderazgo del presidente de la República está descartado”, afirmó durante una entrevista televisada. “Nosotros no vemos en la Constitución ninguna figura que diga si la salida es la renuncia aún si es obligada o inducida, como trataron de hacerlo con la violencia en el país en meses pasados”.
El tema de desconocer el liderazgo del presidente de la República está descartado
Vladimir Padrino, jefe del Comando estratégico de las Fuerzas Armadas
Otro de los complotados en los putsch chavistas de 1992, Freddy Bernal, emitió en las últimas horas unas declaraciones que suponen una crítica, hasta ahora impensable, a la conducción de la economía por parte del Gobierno revolucionario. ““Por alguna razón no supimos gerenciar adecuadamente (...) las empresas expropiadas y las llevamos al fracaso”, dijo en una entrevista concedida el lunes al canal privado Globovisión. “No estaría mal para el Gobierno tener asesores económicos que no solo sean chavistas, sino que también sean economistas”, siguió Bernal, un exagente de operaciones especiales de la policía que sirvió como Alcalde de Caracas entre 2000 y 2008.
La seguidilla de declaraciones prolonga el efecto de la carta de Giordani, difundida el pasado 14 de junio. En ella, el ministro de Planificación y mentor intelectual de Chávez, despedido apenas horas antes por Maduro ante el calamitoso estado de la economía, denunciaba la ineptitud del presidente, a la vez que alertaba acerca del ascenso de un nuevo sector que se prepararía para captar la renta petrolera mediante las influencias y la corrupción.
La misiva sirvió de pistoletazo de partida para un intercambio público de acusaciones y contraataques entre los círculos del oficialismo más cercanos al Gobierno, por un lado, y los sectores que se ven a sí mismos como custodios del chavismo primigenio, por otro.
Maduro, que para controlar los desarreglos de la economía parece haberse decantado por una facción pragmática y poco alérgica a los negocios que encabeza el ministro de Petróleo, Rafael Ramírez, anunció que durante la primera quincena realizará una “revisión exhaustiva” del funcionamiento de su gobierno, a fin de reestructurarlo. En el mismo evento donde hizo el anuncio, el pasado sábado, Maduro llamó a “pasar la página de las peleas y las cartas”. “¡Ya está bien! Ya nos dijimos todo lo que nos teníamos que decir, listo, pero ahora, la mano está extendida y el abrazo listo para dárselo a todos los compañeros”, dijo, tratando de capear el temporal de forma infructuosa. Las expresiones públicas de disenso se suceden, dejando pistas para radiografiar las fracturas internas que sufre el oficialismo.
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