El heredero y el ‘playboy’, en el banquillo
Saadi el Gadafi, hijo del exlíder libio, es juzgado el mismo día de las elecciones
El abogado y activista norteamericano James Wheeler se lo preguntaba el lunes a unos amigos libios en un café de Trípoli: “¿Vais a votar?”. Y le respondieron: “No, lo hicimos una vez y no funcionó”. Otros, invadidos por el desencanto, teorizaban incluso sobre la aparición de un “dictador justo” para poner orden y divagaban con que esta vez el comportamiento del general renegado Jalifa Hifter, que ha intentado un golpe de Estado y mantiene cercada Bengasi, puede ser diferente al de Muamar el Gadafi.
Por si la memoria fuera frágil, hoy mismo uno de los hijos del dictador que dominó a su antojo el país durante 42 años comparecerá en un juicio. El domingo lo hizo otro de los cinco que quedan con vida. Tres murieron tras el derrocamiento de su padre en otoño de 2011: Mutasim, Jamis y Saif al Arab. Otros tres huyeron a Argelia: Mohamed, Aisha y Hanibal. Pero los dos que están siendo procesados ahora en Libia eran la joya de la corona: el presunto heredero, Saif al Islam, y el playboy preferido de su padre, Saadi.
El juicio contra Saif al Islam se vaticina farragoso. Lleva años de retraso y a cada paso se tropieza con un nuevo escollo. El domingo debía comenzar teóricamente con las declaraciones del hijo; del exjefe de los espías de Gadafi, Abdulá Senusi, y de otros 33 altos cargos del régimen. No fue posible. No se presentaron la mitad de los 12 abogados de la defensa. Saif compareció sin letrado a través de videoconferencia desde la cárcel de Zintan, a 180 kilómetros al suroeste de la capital. Su anterior abogada, la australiana Melinda Taylor, fue detenida por extralimitarse en su labor. El caso ha sido aplazado hasta agosto.
Saadi Gadafi comparecerá este miércoles de nuevo ante la corte que le juzga en Trípoli, acusado de haber asesinado en 2005 a Bashir Rian, un entrenador del equipo de fútbol Itihad, de la capital, y hasta entonces considerado su amigo. El historial de Saadi no tiene desperdicio. Tiene 41 años y bajo la égida de su padre disponía de rango de comandante de las fuerzas especiales, aunque sus cualidades no le llamaban para el ejercicio militar. Él prefería el fútbol, el festival de Cannes, las mujeres, las fiestas y la vida nocturna. Era considerado un playboy. También ostentó el cargo de presidente de la Federación de Fútbol, intentó jugar en Italia y fue suspendido por dopaje. Cuando se desmoronó el régimen huyó primero a Canadá. Pero allí se empezaron a investigar judicialmente sus conexiones económicas con la sociedad SCN-Lavalin y con el vicepresidente de esta compañía offshore, sospechoso de haberle pagado sobornos por más de 160 millones de dólares. Intentó escapar por México y luego por Níger, cuyas autoridades lo entregaron tras el levantamiento.
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