Yuri Kochiyama, activista social estadounidense
Inició su lucha contra la discriminación racial cuando su familia fue internada al estallar la Guerra entre EE UU y Japón
A la estadounidense de origen asiático Yuri Kochiyama la llama del activismo se le encendió sin pretenderlo en 1941, tras el ataque japonés a la base estadounidense de Pearl Harbor. Tenía 20 años y esa llama ya no se le apagó hasta el primer día de este mes, cuando falleció a los 93 años en Berkeley, a las afueras de San Francisco.
Kochiyama había nacido en 1921 en San Pedro, un pequeño pueblo californiano, pero su carrera como activista la desarrolló sobre todo en Nueva York. A esta estudiante ejemplar, que hacía de profesora en una iglesia los domingos y que estudió periodismo, ser hija de inmigrantes japoneses nunca le supuso un problema hasta una fecha que la condicionó para siempre: el 7 de diciembre de 1941. El mismo día en que Japón atacó la base naval estadounidense en el Pacífico, agentes del FBI detuvieron en su casa a su padre, un comerciante de pescado.
Fue uno de los cientos de estadounidenses de origen japonés que, en medio de la histeria de las autoridades, fueron injustamente acusados de espionaje y encarcelados. El desenlace fue trágico: su padre, que acababa de ser operado de una úlcera, murió al cabo de seis semanas después de que le negaran tratamiento médico en prisión. Yuri y su familia también vivieron los efectos de la ofensiva del Gobierno de EE UU, con indudables componentes racistas, contra todo lo relacionado con Japón. Unos meses después del bombardeo de Pearl Harbor, fueron confinados, junto a otros 120.000 estadounidenses de origen japonés en campos de internamiento a lo largo de EE UU.
Yuri pasó dos años en Arkansas. De esa trágica experiencia nació su lucha contra la discriminación racial. Junto a otras mujeres, organizó el envío de cartas a los miles de estadounidenses de origen japonés que estaban luchando por EE UU en la II Guerra Mundial. Fue liberada para ayudar en un centro a los soldados que retornaban del frente, en el que conoció al que sería su marido, también de origen nipón y con el que tuvo seis hijos.
Tras casarse en 1946 se fueron a vivir a un barrio humilde de Nueva York, epicentro de las comunidades negras y latinas. “No me desperté y decidí ser una activista. Pero no podías no ver las injusticias. Estaban a tu alrededor”, dijo en 2004 al diario Dallas Morning News. Cada vez se fue adentrando más en la lucha de los derechos civiles y en 1963 abrazó las tesis combativas de Malcom X. Dos años después asistiría a su asesinato en un acto en Nueva York. En la famosa fotografía de la revista Time en la que se va al activista negro ensangrentado en el suelo tras haber sido disparado, Kochiyama aparece desconsolada a su lado.
Durante las décadas siguientes se movilizó contra la Guerra de Vietnam, defendió los derechos de los latinos y consiguió que en 1988 la Casa Blanca pidiera disculpas por los campos de internamiento de la II Guerra Mundial. Se mantuvo activa hasta sus últimos años, sobre todo alentando a los jóvenes a involucrarse políticamente.
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