Renzi obliga a dimitir al alcalde de Venecia, acusado de corrupción
El primer ministro italiano aplica la tolerancia cero contra los sobornos en su partido
El primer ministro italiano, Matteo Renzi, ha forzado la dimisión del alcalde de Venecia, Giorgio Orsoni, detenido el pasado día 4 junto a otras 34 personas por diversos delitos de corrupción y que este viernes, tras abandonar el arresto domiciliario, había mostrado su voluntad de seguir en el cargo. Pero el Gobierno liderado por el Partido Democrático, que justo hoy ha aprobado una serie de medias para intentar frenar la oleada de corrupción que vuelve a golpear Italia, no se podía permitir una incongruencia de ese calibre. El alcalde Orsoni ha aliñado su anunció de dimisión con amargas críticas a Renzi: “Es un superficial y un fariseo. Me ha desilusionado”. Unas críticas que, sin embargo, se convierten ya en otro activo político de Renzi, empeñado en demostrar –por encima de su partido si es necesario—que la tolerancia cero con la corrupción no admite excepciones.
El caso por el que fue arrestado el alcalde de Venecia es especialmente grave: durante años, políticos, empresarios, miembros de la magistratura e incluso un general de la Guardia de Finanzas se confabularon para, a través de sobornos para conseguir contratos y de la emisión de facturas falsas, encarecer la construcción del Moisés, un sistema compuesto por 78 grandes compuertas para salvaguardar la laguna y la ciudad de la elevación del nivel del mar.
Según declaró entonces el fiscal adjunto de Venecia, Carlo Nordio, el sistema utilizado “recuerda mucho al de la vieja Tangentopoli [la corrupción generalizada que en los años 90 desencadenó en Italia la operación judicial Manos Limpias], pero aún más sofisticado”. Al alcalde Orsoni se le acusó de haber aceptado unos 110.000 euros para financiar su campaña a la alcaldía en 2010. El jueves logró eludir el arresto domiciliario tras pactar con la fiscalía una pena –que aún debe de aceptar el juez—de cuatro meses de reclusión y 15.000 euros de multa. Aunque el pacto de la pena incluye la admisión de la culpa, Giorgo Orsini seguía el jueves declarando su inocencia: “No he hecho nada ilegal. Algunos [en referencia a la dirección del PD] me han juzgado demasiado deprisa, pero soy inocente. El pacto de la pena es solo una gota de sangre que he debido derramar”.
Renzi le respondió así: "Pese a las frases increíbles uqe ha pronunciado, yo mantengo mi respeto personal y entiendo su drama. Pero en el momento en que uno pacta una condena y, por tanto, se declara culpable, queda automáticamente incapacitado para seguir siendo alcalde".
Venecia vivió con auténtica conmoción la noticia de que los principales encargados de protegerla de las mareas –su alcalde, su expresidentes regional Giancarlo Galan y otros tantos referentes de la política, la empresa, la judicatura y las fuerzas del orden—se habían confabulado para hundirla un poco más.
Según el relato del fiscal Nordio, “las empresas del consorcio crearon un sistema de facturas falsas con efectos directos en los ciudadanos, pues son ellos quienes a fin de cuentas han debido pagar el dinero del fondo negro. Es doloroso verificar que haya hecho uso del dinero público para pagar campañas políticas y para fines personales”.
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