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La retirada del líder de "Manos Limpias" cierra una etapa de la justicia en Italia

Francesco Saverio Borrelli, líder del movimiento de jueces bautizado como Manos Limpias, que con sus investigaciones iniciadas en 1992 destapó el escándalo de corrupción política conocido como Tangentópoli, deja su puesto. La noticia, dada a conocer el martes por el interesado a su equipo de ayudantes, entre ellos la media docena de magistrados del llamado pool de Milán, ha provocado reacciones encontradas en la clase política y en medios judiciales italianos. Para la oposición, la marcha de Borrelli representa el fin de una era de encarnizamiento judicial contra los partidos de la derecha.Para los partidos del Gobierno, la salida de Borrelli no significa más que un lógico relevo al frente de Manos Limpias después de seis años de intenso trabajo. Borrelli, por su parte, insistió en que su marcha no es el fin del grupo de fiscales milanés.

Más allá de los análisis partidistas, la decisión de Francesco Saverio Borrelli, un brillante magistrado de 60 años de edad, hijo de un antiguo presidente del Tribunal de Apelación de Milán, está cargada de simbolismo.

Tanto el Gobierno del Olivo como la oposición están de acuerdo en que ha llegado la hora de cerrar "la estación de Tangentópoli", como la denominan los diarios italianos, y muchos piensan que la mejor forma de hacerlo es el relevo en la cúpula de la fiscalía.

Pesadilla de Berlusconi

"Con la marcha de Borrelli ha llegado la hora de firmar la paz con los fiscales de Milán", declaró ayer Marcelo Dell"Utri, diputado de Forza Italia, sobre el que pesan varios procesos judiciales en su calidad de ex presidente de Publitalia, una de las empresas de la Fininvest, holding del líder de la oposición, Silvio Berlusconi.Los fiscales milaneses, guiados por Borrelli, se habían convertido en la pesadilla de Berlusconi, tres veces condenado por irregularidades contables en sus empresas y por soborno a la policía fiscal italiana y pendiente de otra media docena de procesos.

El propio Borrelli, que aspira ahora a ocupar en Milán un puesto mucho más tranquilo, el de fiscal general -con competencia en las apelaciones judiciales-, se declaró convencido en su despedida de que la salida de Tangentópoli puede producirse sin traumas "con una campaña anti-corrupción del Gobierno que permita después decretar una amnistía".

La actividad de los fiscales de Manos Limpias se inició el 17 de febrero de 1992 con la detención, cuando cobraba una comisión ilegal, del socialista Mario Chiesa. A partir de ese momento, los fiscales del pool, a los que se sumó enseguida el que habría de ser su más famoso miembro, Antonio Di Pietro, iniciaron centenares de procesos, investigaron a más de 4.000 políticos, empresarios o intermediarios, la mitad de los cuales terminaron ante los tribunales, donde aún están pendientes casi 500 causas. La marcha de Di Pietro, en diciembre de 1994, constituyó un duro golpe para el grupo, tal y como recordó el martes Borrelli en su despedida.

El escándalo de Tangentópoli se llevó por delante a los dos partidos en el Gobierno, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista Italiano (PSI).

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