La relación con Venezuela ahonda la disputa electoral en Colombia
El uribismo acusa al presidente Santos de guardar ante el chavismo un "silencio cómplice"
En el ideario del sector uribista, Colombia corre el riesgo de convertirse en un país castrochavista: autoritario, con una oposición perseguida e inspirado en la dictadura de Cuba, según lo describen. A menos que su candidato, Óscar Iván Zuluaga, gane las elecciones del domingo. En ese caso, se acabará el “silencio cómplice” del que acusan al presidente candidato, Juan Manuel Santos, respecto al deterioro de la situación en Venezuela. Zuluaga ha prometido que, si vence, aplicará “toda la firmeza para defender la democracia” ya que, dice, en el país vecino no hay libertad de expresión ni de empresa. Junto al diálogo de paz con la guerrilla, la causa en la que Santos ha empeñado su reelección, la relación con Venezuela es la otra gran brecha abierta entre los aspirantes. Por eso, el resultado de las presidenciales tendrá impacto en la región.
Colombia y Venezuela han tenido una relación intensa, con picos de crispación y de afectos. Al tercer día de tomar posesión como presidente, en 2010, Juan Manuel Santos se reunió con Hugo Chávez en la ciudad colombiana de Santa Marta, reanudaron las relaciones y dijo de él que era su “nuevo mejor amigo”. Aquello dejó estupefacto a su mentor político, el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) y a sus seguidores, que creían que Santos iba a ser una prolongación de sus políticas.
En los dos últimos años de su mandato, Uribe se embarcó en una bronca con Chávez, al que acusaba de cobijar a guerrilleros de las FARC en Venezuela. La tensión casi llega al enfrentamiento armado, pero antes, durante años, había tenido con él una relación “muy fluida y cercana”, explica la profesora de relaciones internacionales de la Universidad Nacional Socorro Ramírez. “Por eso es un poco insólito que acusen a Santos de ser chavista”, afirma.
En los últimos cuatro años, Santos ha ido tejiendo una relación pragmática con sus vecinos. Para empezar, con Venezuela, con la que Colombia comparte 2.000 kilómetros de frontera. “Hay un problema de contrabando descomunal, por la falta de presencia de los dos Estados durante décadas”, analiza Ramírez. “De drogas, de armas, de guerrilleros y de gasolina: de un lado se vende la más barata del mundo y de otro, la más cara”, explica. El viraje diplomático de Santos y la recuperación de las relaciones en 2010 se tradujo en menos intervención en asuntos internos, colaboración conjunta en operativos contra el narcotráfico y los grupos armados que se habían aprovechado de la falta de presencia de ambos Estados en la frontera y quizá el más importante: Venezuela se convirtió en facilitador y acompañante del proceso de paz con las FARC.
En los últimos cuatro años, Santos ha tejido una relación pragmática con sus vecinos
Cuando el martes se anunció que el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla del país, han iniciado un diálogo preliminar para la paz, Ecuador —que sufre la presencia del ELN y también de las FARC— se prestó de inmediato a ser la sede de esas conversaciones, igual que Cuba lo es para la mesa con las FARC. Seis años antes, Santos había sido el ministro de Defensa con el que el Ejército colombiano entró en territorio ecuatoriano —algo que Quito denunció como una violación de su soberanía— y mató al jefe de las FARC Raúl Reyes. Chile, Cuba, Ecuador y Brasil —que quiere ganar influencia como mediadores regionales— se suman a la lista de países que apoyan los esfuerzos de paz. “Colombia necesita, más que ningún otro país, una buena vecindad por los problemas de seguridad que tiene. Y también por la economía: vende al mundo andino la mayor parte de su manufactura. Si Zuluaga se lanza a encabezar una reacción regional contra [el presidente venezolano] Nicolás Maduro, solo conseguirá aislar de nuevo a Colombia”, opina Ramírez, quien cree que la región ha desarrollado espacios de diálogo y cooperación al margen de la ideología. “El resto de países no quiere meterse en ese problema, ni Brasil, ni Chile, ni Perú, ni EE UU, que considera que no sirve de nada sancionar a Venezuela”, afirma.
Del resultado del domingo dependerá, en buena medida, el futuro del proceso de paz y el papel internacional que desempeñe Colombia. Hay quienes, como el analista Pedro Medellín, creen que ese discurso beligerante hacia el chavismo es más el de un candidato que el de un presidente. “Si Zuluaga resulta elegido”, explica, “tendrá que acomodarse y reducir el nivel de tensión, porque los vecinos y el ser miembro de Unasur le van a marcar un camino. Pero si persiste, puede terminar aislando a Colombia”, asegura.
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