En Costa Rica, un colegio de palma y madera bate récord de asistencia
El plantel ha logrado duplicar la matrícula de sus estudiantes
Un colegio que parece una reliquia de tiempos prehispánicos ha logrado lo que muchas escuelas de la era moderna no han podido conseguir: duplicar la matrícula escolar de la noche a la mañana.
Inspirado en la ancestral arquitectura indígena, hecha de palma y madera de la zona, resistente a las inclemencias, el Colegio Académico Sepecue de Costa Rica, ha logrado atraer a más estudiantes locales que otros centros de estudios del país desde que se inauguró en 2011porque, según dicen, respeta las costumbres y tradiciones de las comunidades locales.
“Estudiar aquí no es una obligación, sino un pasatiempo”, afirma Scarlett Rueda Reyes, de 14 años. Dice que cuando vio por primera vez su nuevo colegio, pensó en Sibú, principal dios en la mitología talamanqueña, creador de la tierra, del hombre, la sabiduría, los valores y las costumbres de los bribrí, una comunidad indígena del sur del país, fronteriza con Panamá.
El complejo, que incluye una estructura de madera y una casa cósmica que asemeja un cono invertido, fue levantado tomando en cuenta la opinión de los “sabios” de la comunidad, quienes certificaron que la construcción había sido desarrollada de acuerdo a sus creencias y valores, y en armonía con un diseño arquitectónico innovador, que le hizo acreedor a un premio internacional.
Y sin duda, también se ganó el premio mayor de la simpatía de los clientes más duros de complacer: los propios estudiantes. Como resultado, la matrícula de este colegio secundario se duplicó en apenas un año, de 75 alumnos a 150, lo cual no es poca monta en la reserva Bribrí-Cabecar de apenas10.000 habitantes. Es más: los adultos también asisten a Sepecue, para estudiar inglés o discutir el desarrollo comunal.
En Costa Rica viven unos 112.000 indígenas, que representan un 2,4% de la población.
Fusión de tradiciones
El diseño arquitectónico de la escuela se inspira en la cosmogonía de los bribrí. Para ellos el universo es un “gran útero materno” protegido por “costillas” en forma de aro, con vigas inclinadas por encima a modo de sombrilla, soportado por postes principales en representación de los clanes primigenios.
Este gran útero está cubierto con hojas de palma tejida, con amarras que simbolizan las constelaciones y divisiones físicas aludiendo a los estadios, cielos o planetas. Tiene una sola entrada con cobertizo (Jutsábata) para evitar las lluvias, según Harold Leandro Camacho, periodista e historiador costarricense.
Los amplios pasillos y aulas del colegio están ubicados en un cuadrante que rodea a una casa cósmica, en referencia a El U-suré, esto es, la bóveda celeste, el lugar de reflexión, paz y seguridad. Su techo (We) es cónico hasta el suelo y su cúpula se alinea con el sol cuando amanece, mientras que la puerta lo hace con el ocaso del astro rey.
“Hacer el colegio de acuerdo a nuestra forma de ver la vida nos garantiza que nuestra cultura no tiene que morir a pesar de los nuevos conocimientos tecnológicos y científicos, y que este edificio es como aquellos en que vivían y creían nuestros antepasados”, aseveró Óscar Almengor, director del plantel, ubicado en una región de denso bosque, rodeada de plantaciones de banano y cruzada por ríos serpenteantes.
Marcelo Becerra, experto en educación del Banco Mundial, destacó los avances experimentados por Costa Rica en materia de educación, en especial en las poblaciones indígenas, con respecto al resto de vecinos centroamericanos.
Países como Guatemala, Honduras y Nicaragua tienen una mayor población nativa pero muestran indicadores de acceso y graduación en los niveles primario y secundario más bajos que el resto de la población, según los expertos.
Cynthia Flores Mora es comunicadora del Banco Mundial
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