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Una huelga de metro en São Paulo complica la inauguración del Mundial

La policía dispersa con gases a los manifestantes que cortaban una de las calles principales

Uno de los manifestantes frente a una de las barricadas de protesta.
Uno de los manifestantes frente a una de las barricadas de protesta. NELSON ALMEIDA (AFP)

La entrada al estadio de Itaquerão, al este de São Paulo, puede convertirse en un martirio para los miles de seguidores que acudan el jueves a la inauguración del mundial con el Brasil-Croacia. Las protestas han continuado y esta mañana la policía ha dispersado con gases lacrimógenos a los manifestantes que cortaban una de las calles principales del centro financiero, Rua Vergueiro, según ha informado la agencia AFP. Hay una nueva asamblea convocada para el lunes por la tarde (sobre las 18.00 hora peninsular en España) entre los trabajadores del Metro de São Paulo y la empresa pública para decidir si continuar con la huelga que afecta al transporte subterraneo desde el jueves. Los trabajadores piden un aumento salarial del 12,2%, pero la empresa ofrece un 8,7%. Toda la ciudad está ahora pendiente de esta negociación.

Tras una asamblea celebrada el domingo, el sindicato de los trabajadores del metro de São Paulo decidió continuar con la huelga, que afecta a cerca de cuatro millones de personas y que pone en riesgo la movilidad de la ciudad a tres días de que el balón comience a rodar. El jueves, primer día del paro, la ciudad, ya de por sí proclive a embotellamientos monumentales, registró un atasco casi histórico de 239 kilómetros en el área central de São Paulo. La ciudad casi se paralizó por completo.

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Los trabajadores decidieron continuar la huelga a pesar del fallo unánime del Tribunal Regional del Trabajo, que en una sesión extraordinaria acordaron que el paro es ilegal. Además, aumentaron la cuantía de la multa por incumplir los servicios mínimos de 30.000 a 150.000 euros. Solo las líneas privatizadas funcionan, pero la que lleva al estadio, la roja, es pública y se ve afectada. También corre el riesgo de quedar parado el tren expreso que enlaza el centro con el estadio.

El asunto puede incluso agrandarse y derivar en una huelga general. “El 90% de los trabajadores apoya nuestras reivindicaciones”, aseguraba uno de los líderes sindicales durante la asamblea del domingo. Al término de la reunión, en medio de una marea de gritos y protestas, uno de los trabajadores se hizo con la palabra y exclamó: “En cuanto salgáis de aquí vais a empezar a oír que tenemos que acabar con la huelga, que hay mucho en juego con el mundial. No desanimaros. Más allá de la Copa, de Neymar y de la FIFA, lo que está en juego aquí es nuestra vida y la de los trabajadores”. Los empleados del metro aseguran también que ya hay movimientos sociales y sindicatos que les han expresado su adhesión al paro.

Que la estación de metro vital para acceder al estadio se encuentre cerrada el jueves no preocupa mucho a Marco Polo del Nero, el presidente de la Federación Brasileña de Fútbol: “Esto es un problemilla pequeño. Si no hay metro, pues que la gente vaya en autobús o en coche. Siempre hay alternativas”.

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"Si no hay metro, pues que la gente vaya en autobús o en coche."

Esta huelga se inscribe en un clima, si no de desafección hacia el mundial por parte del brasileño, sí de cierta tibieza. A pesar de su amor al fútbol, la población no demuestra el mismo entusiasmo —por lo menos hasta ahora— que otros años, y eso que Brasil es la sede del campeonato. Hay menos calles adornadas, menos banderas colgadas de las ventanas y, en general menos ambiente de euforia y de fiesta.

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