“Las elecciones de Brasil están muy abiertas y puede ganar cualquiera”
El periodista británico de 'The Economist' sostiene que el país tiene que hacer reformas 'si quiere crecer más de un 2% al año'
El periodista británico Michael Reid (Guildford, 1952) lleva toda una vida dedicándose a Latinoamérica. Ha recorrido el continente con The Guardian y la BBC durante los años 80, pero gran parte de su carrera se ha desarrollado en el semanario inglés The Economist, donde ingresó en 1990. Como corresponsal de la revista vivió en México hasta 1994 y en São Paulo entre 1996 y 1999. Era el editor de América de la revista hasta diciembre del año pasado y publicó en 2007 el libro El continente olvidado. La lucha por el alma de América Latina, una de las referencias sobre la región.
Hace pocos meses se trasladó a Lima (Perú) y acaba de publicar su nueva obra, Brazil. The troubled rise of a global power (Brasil. La problematica ascención de una potencia global), disponible en portugués desde septiembre y todavía sin traducción al español. De visita por Madrid, Reid conversó este miércoles con EL PAÍS sobre este gigante sudamericano, escenario del Mundial. Sobre las elecciones presidenciales en octubre, asegura: “Están muy abiertas, cualquiera puede ganarlas”.
Pregunta. El expresidente Lula suele decir que las protestas se deben a que los brasileños han ascendido y quieren más. Los opositores dicen que la población está harta de la corrupción. Al final, ¿de qué se tratan?
Respuesta. Lula tiene razón en parte. El pueblo está menos preocupado con el empleo y la inflación del pasado. Y pese a que haya muchas banderas, las protestas eran por mejores servicios públicos. Sobre todo salud, educación y transporte, pero también contra la corrupción del sistema político y de las prioridades equivocadas del gasto público, simbolizadas por el Mundial.
P. Las protestas que se están produciendo en vísperas del Mundial son una continuación de las de junio, ¿o se trata de un pequeño grupo que hace ruido?
R. Es una evolución. El descontento sigue igual. Pero el activismo ha cambiado de forma. Son grupos más reducidos y, en algunos casos, también más violentos. Creo que vamos a ver protestas durante la Copa, pero no en la escala del pasado junio.
P. Pese a esa insatisfacción, los sondeos muestran que la oposición no entusiasma. ¿Pueden ganar las elecciones en octubre?
R. En este momento, lo que sabemos es que hay mucho descontento y un deseo muy grande de cambio. Creo que para Dilma va a ser más difícil. Es verdad que la oposición no entusiasma y Dilma puede ganar por ello. Pero también es verdad que los opositores son menos conocidos y, en Brasil, el reconocimiento del nombre es algo muy importante. Las elecciones están abiertas y habrá una segunda vuelta. Y cualquier de los tres principales candidatos puede ganar.
P. En su libro usted menciona la idea de que no hay izquierda y derecha en Brasil, sino “modernos” y “arcaicos”. ¿Es esta la pugna en las elecciones?
R. Fue una tragedia para Brasil que, del gran movimiento democrático contra la dictadura centrado en São Paulo, hayan surgido dos fuerzas políticas modernizadoras que busquen a partidos arcaicos para poder gobernar. [El Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) del expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2003) y del candidato opositor Aécio Neves; y el Partido de los Trabajadores (PT) del expresidente Lula (2003-2011) y de la presidenta Dilma Rousseff] Lucharon juntos contra la dictadura militar (1964-1985), pero por la evolución de la política se han convertido en los dos polos partidarios. Y ambos se han visto obligados a formar alianzas con partidos arcaicos, clientelistas. Brasil logró hacer la democracia con el denominado “presidencialismo de coalición”, pero este modelo se ha desvirtuado y se ha hecho demasiado costoso. Dilma tiene un gabinete de 39 ministros. Y el próximo gobierno deberá sacar adelante una reforma política. Hay que reducir el número de partidos para dar más coherencia y reducir los costes del sistema.
P. ¿Qué otras reformas necesita Brasil?
R. Hay que volver a ganar la credibilidad macroeconómica. No es que haya sido desastroso el manejo económico, pero han tenido que subir los tipos de interés más de lo que era necesario para controlar la inflación, por ejemplo. Es necesaria también una reforma del gasto publico, para que se gaste más en lo que la sociedad demanda, como en salud, educación, seguridad y transporte público. Lo que esta en juego es si Brasil va a seguir creciendo a un 2% a espera de los resultados del Pre-Sal [camada de petróleo en el Oceano Atlántico descubierta hace unos años], convirtiéndose en una economía petrolizada; o si va a poner en marcha las reformas necesarias para que pueda crecer a un 4% o 5%.
P. ¿En qué se diferencian los dos principales candidatos opositores de la presidenta?
R. Aecio Neves reivindica las reformas llevadas a cabo por Fernando Henrique Cardoso. Si gana, creo que habrá reformas estructurales y un manejo de la macroeconomía más ortodoxo, más responsable para los mercados. Eduardo Campos y Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño, me parecen una opción más de centro. No hay mucha diferencia con Neves respecto a la economía. La mayor diferencia puede ser en el social y en el medioambiente. Pero aunque gane Dilma, habrá ajustes.
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